Desde nuestras contradicciones y desencuentros, desde allí se extrae el combustible necesario para poner en marcha la maquinaria de los que cortan el bacalao.

Por Jorge «Kinoto» Vázquez
Escuchar de boca de quienes incluso han sido contemplados por políticas públicas, decir que están cansados de ver cómo el Estado «les regala cosas a los vagos», se corresponde con una afirmación ideológica que los ubica en la vereda de quienes detestan el Estado de bienestar. Una ideología visceral propia de las oligarquías acomodadas, que en su desprecio y miserable mezquindad, solo son capaces de convidar con veneno a sus aduladores, un veneno suficiente para que estos que reniegan de su propia pertenencia, lo esparzan en dosis a sus hermanos.
Son derechos
Yo nací y crecí en las márgenes de un barrio muy postergado, un lugar que de sólo pnombrarlo era sinónimo de discriminación, un paisaje que a pesar de su cercanía, era un punto geográfico marginado de los bulevares de la ciudad. Allí, cada vez que recibíamos una asistencia por parte del Estado, lejos estábamos de sentir que nos estaban regalando algo, sino más bien que se nos estaba reconociendo como sujetos de derecho. Si, un derecho que algunos panzones confundían con dádivas. Pero para nosotros era la esperanza de que, a pesar de nuestra vulnerabilidad económica y social, todavía figurábamos en el mapa.
Una caja PAN, una chapa y unos tirantes, o la simpleza de recibir un juguete, un pan dulce y un turrón, nos brindaba la ilusión de sentir que la navidad no solo era un privilegio para los que con indiferencia, nos miraban desde arriba.
Garante de la Dignidad
Por eso considero que el Estado en su rol protagónico, ha sido un gestor abarcativo del desarrollo de la nación profunda. Asistiendo desde las cosas más sencillas hasta las más grandes empresas. cumpliendo la función de garantizar herramientas tan necesarias para posibilitar condiciones.
Cuántos profesionales surgidos de universidades públicas, cuantos científicos, médicos, maestros, cuántos hombres y mujeres han construido el sueño de la casa propia, el acceso a un sistema de salud, de poder viajar, adquirir un vehículo, un trabajo digno, un aguinaldo, diseñar un futuro digno para sus hijos. En fin, el Estado y la pandemia, el Estado y las catástrofes naturales, el Estado y los distintos gobiernos democráticos que han tenido la constante decisión política de dar respuestas, algunos más que otros, muy a pesar de las complejidades del contexto y de la inmensidad de deudas pendientes.
Resistencia
El Estado resistiendo el desmantelamiento de quienes lo consideran un estorbo para sus ambiciones. El Estado atravesado por el constante tironeo entre quienes tensionan por pretender que la distribución del ingreso y la riqueza favorezca a unos pocos, y quienes plantean que la patria es manta para cobijar a todos los argentinos.
No pienso cerrar está reflexión con otras palabras que no sean las de Germán Abdalá. «Es necesario fortalecer el Estado para liberar la Nación»