La reunión, celebrada en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, representa el primer encuentro en EE. UU. entre los dos líderes desde 2019 y el primero de Putin en territorio estadounidense desde hace una década.

Contexto y desarrollo del encuentro

Trump, en medio de su ambición de posicionarse como pacificador global —y sin descartar aspiraciones como el Premio Nobel de la Paz— organizó el encuentro, aunque sin exigir concesiones claras a Rusia.

Temas sobre la mesa

Conflicto en Ucrania: Trump busca un alto el fuego. Putin, por su parte, aspira a consolidar territorialmente sus avances y frenar la expansión de la OTAN.

Control de armamentos: Ambos líderes podrían explorar acuerdos sobre armas nucleares y estratégicas.

Ambientación y carga simbólica

El recibimiento oficial incluyó alfombra roja y escolta militar. Aviones de combate como F-22 y B-2 volaron en formación aeronáutica, intensificando la carga simbólica.

El ministro Lavrov, con un polémico atuendo con las siglas “CCCP” (URSS), añadió un gesto provocativo con connotaciones históricas.

Reacciones y advertencias

En Anchorage, se registraron protestas por temor a un acuerdo en el que Ucrania tenga que ceder territorio sin garantías recíprocas.

Para Rusia, el simple hecho de participar en la reunión ya supone una victoria diplomática y una oportunidad para romper su aislamiento internacional.

Expertos advierten que Trump podría estar dispuesto a hacer concesiones arriesgadas, lo que podría fortalecer la posición de Putin y socavar la unidad occidental.

Posibles caminos tras la cumbre

Trump considera la cumbre como una fase inicial: si resulta positiva, se podría convocar una nueva reunión tripartita con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.

Zelenski, excluido del encuentro, presiona para que sea parte del proceso y exige un enfoque justo que no suponga concesiones unilaterales.

En resumen

La cumbre del 15 de agosto en Alaska representa un momento clave en la política internacional: un intento audaz de mediación —encabezado por Trump— con mucho simbolismo, pocas certezas y gran escepticismo. Aunque no se espera que resuelva el conflicto en Ucrania, el encuentro podría ser el preludio de una diplomacia más compleja, si logra abrir paso a un diálogo inclusivo que involucre a todas las partes interesadas.

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