El 90% de la fuerza laboral argentina padece burnout, según un estudio de la consultora Grow. La cifra expone la emergencia en salud mental, vinculada a la carga mental del trabajo. Autoayuda y frustración: ¿el que quiere puede?

En Argentina somos campeones de todo: del Mundo y de América gracias a Lionel Messi y la Scaloneta y ahora campeones de los quemados de la cabeza, líderes continentales en la Era del Cansancio, gracias un mercado laboral dominado por el capitalismo de subsistencia y de resultados.

El doctor Sergio Azzara, psicólogo y especialista en síndrome de burnout del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, considera la encuesta de Grow, Género y Trabajo, pero presenta un reparo inicial: “Una encuesta sobre la autopercepción de una patología que hoy no tiene líneas de corte claras ni unificadas, puede tener un margen de error apreciable. Que el 91% de los trabajadores argentinos padezca burnout parece algo inflado, pero lo cierto es que el verdadero promedio mundial está en un 40/50% y es posible que estemos por encima de esa media”.

Para que ese pueda considerar seriamente en ese estado, Azzara asegura que deben confluir tres factores durante un largo período de tiempo: agotamiento emocional, despersonalización y sensación de baja autoeficacia. Esto puede venir acompañado por trastornos asociados como enfermedades coronarias, digestivas, inmunodepresión y alteraciones cognitivas que, si tienen como factor común “una mala gestión del estrés crónico, corresponde el diagnóstico de burnout”.

El ranking de Grow –que asesora a más de 400 empresas PyMES y grandes en Argentina– se completa con Chile (89%), Panamá (88%), Perú (82% y prueba superada para el ideal trazado por Luis Caputo) y Ecuador (78%), entre los que poseen su fuerza de trabajo más quemada de la cabeza.

Grow es la misma consultora y desarrolladora de programas de bienestar laboral, que en junio de este año publicó la investigación “Inclusión en alerta, barreras al bienestar laboral”, según la cual el 96% de las personas relevadas padeció o presenció hechos de violencia en su lugar de trabajo; en estas cifras las poblaciones más afectadas son las identidades no cis género y las mujeres.

Víctimas del coaching y el cortisol

“Desde que existe el imperativo de ser feliz, la gente es más infeliz que nunca. Y el capitalismo genera permanentemente estados en los que uno está más allá de sus posibilidades, en una lógica en la que nunca da la talla”, asegura el psicoanalista Jorge Alemán consultado por AIRE.

¿Qué es más funcional a la sobrecarga laboral y la flexibilización de contratos y controles, qué se lleva mejor con la Era del Cansancio y la explotación que el coaching? Jorge Alemán sostiene que “en las últimas tres décadas se ha terminado de montar una industria de la felicidad a cualquier costo, que tiene efectos devastadores física y sicológicamente”.

Alemán sostiene que “nunca hemos sido tan infelices como ahora, existe una epidemia de depresión provocada, apenas regulada y repleta de soluciones químicas” o de vendedores de baratijas conceptuales que nos empujan a “poder a pesar de todo, a ser productivos arrasando todo momento de ocio recreativo o morir de culpa, como si bajarse de una rutina devastadora de trabajar 16 horas o más por día en condiciones precarias o de autoempleo, fuese bajarse del mundo”.

El doctor Azzara activa el laboratorio y señala al aumento del cortisol, la hormona principal del estrés con la que el cuerpo responde al peligro y al esfuerzo físico excesivo, como la principal responsable de la asociación “burnout” con la palabra “quemado”. Ya que el aumento en la segregación de esa hormona quema neuronas y conexiones cerebrales, produciendo olvidos, disminución de la concentración y miedo persistente, sin un origen definido aparente.

¿Y porqué la fuerza laboral argentina (registrada o informal) se quema? Un informe que publicábamos en mayo, del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas que dirige el economista Claudio Lozano, revelaba que la jornada laboral promedio en Argentina alcanzaba las 16,8 horas diarias, es decir 84,5 horas semanales, más del doble de los prescrito en la legislación laboral vigente (hasta que el gobierno libertario imponga la reforma laboral que anunciaron el presidente y su ministro de economía).

Es una realidad palpable en casi todos los rubros productivos y de servicios que la “complementación de ingresos” ya no es un extra para gastos suntuarios o no esenciales, sino una forma ineludible para cubrir la canasta básica o básica total que incluye alquileres y servicios.

En la actualidad el 12,4% de la población ocupada tiene más de un empleo y se estima que es una cifra oficialmente subregistrada. Otros datos de un mercado laboral que quema las cabezas de su fuerza de trabajo, marcan que la presión efectiva alcanzó en el tercer trimestre del año el 24%, un 29,6% aún necesita trabajar más (siendo que 3 de cada 10 ocupados superan largamente las 45 horas semanales).

Y, finalmente, que el 45,6% de la fuerza laboral está en condiciones precarias (el 71,7% si son jóvenes), con promedios salariales de menos de 800 mil pesos, la mitad del ingreso que se necesita para no ser pobre.

¿Cómo se llega a fin de mes en éstas condiciones? Pues bien, quemados y endeudados, ya que el 39,5% de los hogares tuvo que quemar ahorros para pagar gastos corrientes y el 52,1% tuvo que recurrir a tarjetas de crédito para consumir en cuotas, con un costo financiero total del 192% para las bancarias y del 268% para las emitidas por otras entidades.

Sin una rápida y notable recuperación del poder adquisitivo de salarios (y Kristalina Giorgieva acaba de pedirles a los argentinos soportar una baja del 50% de sus ingresos a cambio de un voto libertario), el futuro sólo traerá más desgaste emocional y el trabajo más infelicidad.

Reformas de segunda generación y felicidad diferida

La Sociedad Argentina de Cardiología, pocos días después de publicado el informe de Grow, dio a conocer el resultado de una encuesta sobre un muestreo de 2.920 médicos de todo el país. Los resultados mostraron que el 64,5% de los relevados padecía burnout o estaba en riesgo de tenerlo, con particular impacto en los menores de 50 años y residentes. Esa cifra, tal como expresaba Azzara, está lejos del 90% de Grow, pero 15 puntos por encima de la media mundial.

Lo mismo ocurrió con los resultados de la Segunda Encuesta de Salud Laboral de la Federación Judicial Argentina, de la que participaron más de 4.000 empleados de las 19 jurisdicciones de todo el país. El dato saliente es que el 60% de los y las trabajadoras judiciales expresan agotamiento psicológico y el 44% trabaja más que las horas reglamentarias, con una carga diaria laboral excesiva. Otra vez una cifra en un agrupamiento laboral específica que rankea alto a nivel latinoamericano y por encima de la media mundial.

Hace pocas horas, el ministro Luis “Toto” Caputo anunció dos reformas inminentes e inevitables (tributaria y laboral), que serán impulsadas gane o pierda el gobierno el 26 de octubre, básicamente porque ya están comprometidas con el FMI y están siendo operadas con los principales socios parlamentarios de Milei.

Recaerá sobre millones de “chamuscados o incinerados”, pero haría más sencillo emplear y despedir para rotar mano de obra. Tiene su lógica, déjennos presentarlo: si un trabajador temporal o subcontratado, sin relación directa con ningún patrón identificable, es echado o desvinculado de manera sencilla, incluso pagando su propia indemnización, el estrés asociado al reclamo de derechos caídos por la vía judicial desaparecería y por consiguiente el desgaste emocional tendería a bajar.Si con esto no cambia cortisona por serotonina, tendría que buscar un empleo remunerado que le permita facturar en sus horas de sueño o simplemente dejar de intentarlo. (Aires de Santa Fe)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *