Esta semana, la legislatura bonaerense podría definirlo en una sesión maratónica. Atrás del proyecto para modificar la Ley de Municipios no hay grieta.
La sanción de la ley que impide la reelección indefinida de intendentes, por parte del gobierno de María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires, parecía llegar para quedarse. En el momento en que aquella norma se trató en la Legislatura, lo que por entonces se llamaba Cambiemos era primera minoría y contó con el apoyo del massismo, fuerte en territorio bonaerense.
La ley, tenía como fin terminar con el eterno mandato de los barones del conurbano bonaerense y en realidad, los perjudicados estaban débiles, el cambio de tendencia política nacional hacia el macrismo, indicaba que los popes declinaban, incluso algunos habían perdido con nuevos dirigentes, como le ocurrió a Hugo Curto en Tres de febrero, después de 14 años al frente del municipio.
Aparecían nuevos liderazgos, tanto de peronistas mas «modernos» como de referentes del PRO que, sorpresivamente, se quedaban con municipios que parecían inalcanzables, como Martiniano Molina, que pasó de preparar exquisitos platos gourmet a gobernar Quilmes.
Era otro contexto. El tiempo pasó, la mayoría de esos nuevos dirigentes que encabezaron gobiernos locales y tenían por delante una reelección permitida por la nueva ley, ya cumplieron ese objetivo y ahora, lo que tienen por delante es la pérdida de la alfombre roja y el montón de privilegios que conlleva, y ya la norma no les parece tan bonita.
Del peronismo podríamos hacer una lista, pero nos contentamos con algunos ejemplos: Mariano Cascallares en Almirante Brown, Juanchi Zabaleta en Hurlingham, Ariel Sujarchuk en Escobar. Por el lado de Juntos, la cosa es manos o menos similar: Diego Valenzuela de Tres de Febrero, Julio Garro de La Plata y Néstor Grindetti de Lanús, son tres claros representantes de los que iniciaron una renovación en 2015 y hoy enfrentan el fin de sus segundos mandatos, la necesidad de generar alternancia, renovación y al menos, un heredero, si la ley no cambia.
«Cuando acomodás el culito en el sillón, te das cuenta que en ese territorio sos rey, entendés que de ahí no te vas a ir, seas del PRO o del PJ, son personas y son políticos, aman el poder y encima son ególatras», dice una avezado analista de la situación del conurbano bonaerense.
Por eso, atrás del proyecto de modificación de la Ley de Municipios y la posibilidad de volver a las reelecciones indefinidas, no hay grieta. Apenas unas pequeñas divisiones. Las declaraciones de María Eugenia Vidal y el proyecto del diputado Juan Pablo Allan, para bloquear cualquier intento, parecen destinados al fracaso.
Intentendentes van por la reelección indefinida
Por cierto, los intendentes del PRO que empujan la ley tras bambalinas, no van a salir a contrariar la propuesta públicamente, mantener las apariencias en el espacio amarillo es una premisa ineludible, pero los que votan en la legislatura no son los intendentes, en todo caso, son sus diputados y senadores, que tienen otros nombres y en muchos casos, son poco conocidos.
«Lo que se cocina detrás de esto es que, mientras los representantes del peronismo tradicional, van a votar abiertamente el proyecto, algunos massistas a los que les tocará poner el pecho y algunos PRO dispuestos al incendio, van a dar quórum y luego, algunos se ausentarán del recinto para no votar, algunos se abstendrán, y la ley va a salir campeón, olvídate», dice un experto conocedor del Palacio Legislativo en La Plata.
Los pasillos de esa legislatura no son como los del Congreso Nacional. Allí, la cultura del «consenso», de las soluciones entre gallos y medianoches, esta mucho más arraigada, se saben menos visibles, menos expuestos. «Acá vos imagínate que después de los 10 años del Turco (Carlos Menem) y los 12 del kirchnerismo, si los radicales no se acostumbraban a arreglar, no comían. Y aprendieron rápido», dice la misma fuente.
El PRO es un fenómeno más nuevo, es cierto, pero «no te engañes muchos de los que son diputados y senadores (del sector amarillo) los conocemos de años, pulularon por otros espacios toda la vida, quieren construir en sus territorios, entendieron el valor de cinco contratos más», se ufana el experto.
Todo indica que la modificación a la ley va a salir sin muchos reproches. El peronismo se va a cargar el costo político sin problemas. «Ellos tienen que decir que no, es comprensible y es su base electoral la que entiende que esto es una cuestión de principios, a la nuestra le importa un caraj…, así que los dejamos boquear mientras sigan la estrategia y habiliten la sanción», dicen desde el bloque oficialista de la cámara de diputados provincial.
Algunos hablan de una sesión que no será maratónica, sino de una que tendrá un condimento especial: las dos cámaras sesionando al mismo tiempo y, en unas tres horas, el proyecto aprobado en una pasa a la otra, que lo convierte en ley. Es una maniobra astuta que expone a los protagonistas, pero que les permite irse de vacaciones, con la tranquilidad del deber cumplido.
Fuente: (Iprofesional)