Perejil y aspersores, cárcel o bala, blabla… lo cierto es que la patota durmió, después no le dio la nafta para sacarnos, le clavamos la bandera Argentina en el lago, salimos por la puerta grande. Todavia están moqueando. El poder real no es invulnerable.
Ahora volviendo. Veo las montañas mágicas, la pampa interminable, tanta tierra sin gente y tanta gente sin tierra ¡tanta Patria tenemos! Qué grande sería esta patria si fuéramos consecuentes con el juramento de hacer eternos los laureles de la independencia.
Más allá del cotillón, esta banda de forajidos, o de perejiles -como mas te guste- disputa la soberanía nacional, la distribución de la riqueza, los bienes comunes, los derechos del pueblo y la naturaleza con el poquito poder que tenemos: nuestro cuerpo, voces y convicciones.
Recuperar el Lago sería un triunfo de la justicia frente a la prepotencia de la fuerza; de la honestidad frente a la corrupción; es la ideologia colonial y la mentalidad servil lo que invierte los términos de la disputa y el rol de sus actores.
Yendo a lo concreto, abrir el camino es ejecutar un fallo judicial firme que ademas, cosa rara en estos dias, es justo; la gobernadora Arabela lo reconoció hoy claramente: el camino debe abrirse para garantizar el acceso público.
¿Qué espera entonces gobernadora? Si el problema son los costos de la obra, acate el fallo ahora y obtenga el reembolso después con intereses, daños y perjuicios. Sino su posición parece una estrategia dilatoria como las que permitieron que Lewis se ría de Argentina por 20 años.
El camino ya está trazado. Pueden ser esos 16 km que recorrimos nosotros o el antiguo camino del Tacuifi; falta garantizar la libre circulación ¿en qué ley dice que la carga de alambrar es de la provincia? Igual, el costo de alambrar es mínimo comparado con un nuevo acceso.
El argumento de los «vecinos» en contra es insostenible: el interés de un par de propietarios y del magnate ingles no puede imponerse sobre el bien común. Gobernadora Ud. puede ponerse del lado de la ley, el pueblo y la patria o ser parte de la orgia politica de Lewis.