El líder republicano logró una contundente victoria sobre Kamala Harris y gobernará con mayoría en el Congreso. Guerra en Ucrania, disputa con China y economía. Alerta y preocupación global.
Por Telma Luzzani
Donald John Trump vuelve a ganar las elecciones presidenciales de Estados Unidos y esta vez con un triunfo contundente. El magnate no solo se impuso en el colegio electoral con 277 delegados (frente a 224 de su contrincante Kamala Harris, al cierre de esta edición), sino que ganó también el voto popular. Según cifras provisorias, lo votaron 71 millones de estadounidenses (contra 66 millones para la demócrata), algo que los republicanos no habían conseguido en 20 años.
La gobernabilidad de Trump está, además, asegurada. El Partido Republicano mantendrá el control de la Cámara de Representantes (diputados) y obtuvo la mayoría en el Senado: 51 escaños frente a 42 de los demócratas.
La derrota de Kamala Harris se percibió ya en las últimas horas del 5 de noviembre, día de las elecciones. Los seguidores reunidos en las afueras de la Universidad Howard, donde ella esperaba los resultados y se había montado el escenario para festejar una virtual victoria demócrata, se fueron poco a poco a sus casas, dejando un amargo vacío. La actual vicepresidenta y candidata demócrata hizo lo que pudo para remontar la imagen decadente del presidente Joseph Biden, quien primero se había postulado para la reelección. El esfuerzo de Harris no fue suficiente.
En cambio, desde West Palm Beach y en su conocido estilo hiperbólico, Trump afirmó triunfante que había logrado «una victoria política nunca antes vista en su país, una victoria enorme para la democracia y la libertad». Afirmándose en su instinto para decir lo que el público quiere escuchar, prometió: «Voy a luchar hasta el último día, hasta el último aliento por ustedes y hacer todo lo posible para que Estados Unidos prospere, porque ustedes lo merecen. Este será el siglo de oro de la historia de nuestro país».
Alto perfil
Nacido el 14 de junio de 1946 en el barrio neoyorquino de Queens, su madre era de familia escocesa y su padre de alemana. Estudio en la Escuela de Negocios Wharton (Universidad de Pennsylvania) con orientación en campo inmobiliario. Se graduó en 1968 en Economía y a los 28 años tomó las riendas del imperio inmobiliario familiar. Con maniobras muy controvertidas (evasiones, bancarrotas, cesaciones de pagos, etcétera) se convirtió en ultramultimillonario.
Ante el horror del Partido Republicano, su primera candidatura la lanzó bajando de las escaleras doradas de la Torre Trump en Nueva York (2016). Ya era mediáticamente famoso por conducir un programa de TV, El aprendiz, donde humillaba y despedía públicamente a los aspirantes a trabajar en su empresa. El grito era «Fired!» (¡Despedido!), copiado luego por el actual presidente argentino Javier Milei con su «¡Afuera!», chillido con el que graficó, durante su campaña presidencial (2023) la mutilación que pensaba hacer en el Estado argentino.
En 2016, Trump le ganó las presidenciales a la demócrata Hillary Clinton (aunque ella sacó más votos nominales que él), pero perdió en 2020 contra Biden. Mal perdedor fomentó la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021. Con la actual victoria se convierte en el presidente más viejo en ser elegido en Estados Unidos y el primero en obtener un segundo mandato no consecutivo desde 1893.
Agenda de conflictos
Economía e inmigración son, según las encuestas, las dos principales preocupaciones de los estadounidenses a la hora de votar. Por eso, entre sus primeros anuncios como presidente electo, reiteró lo que ya había anunciado en la campaña: «Vamos a sellar nuestras fronteras y vamos a tener que dejar a la gente que entre en el país. Queremos que la gente regrese. Tenemos que dejarlos regresar, pero lo van a tener que hacer de manera legal», dijo en Palm Beach ante centenares de simpatizantes.
Tanto en política exterior como en el plan económico, China es el principal rival. Como en su otra presidencia, quiere priorizar la industria nacional y relocalizar las cadenas de suministros críticas. En el pasado falló. Ahora, alegando que «la competencia china es injusta», piensa aumentar los aranceles sobre las importaciones a ese país «hasta un 100%» y con esto financiar la reducción de impuestos internos. También pretende bloquear la posibilidad de que China compre bienes raíces o empresas en sectores de Estados Unidos y eliminar gradualmente la compra de productos chinos como automóviles.
Entre sus promesas, la de mayor impacto a nivel global sería poner fin a la guerra en Ucrania, un truco político interesante que lo hace parecer como el «hacedor de la paz mundial». La guerra de Ucrania está perdida por Ucrania y por la OTAN desde hace meses y solo una escalada peligrosísima (que incluiría armas nucleares) podría cambiar ese escenario. Trump, al presentarse como el mediador entre los presidentes ruso Vladimir Putin y el ucraniano Vlodomir Zelensky, gana puntos en dos frentes: 1) queda como un líder por encima de los demás por lograr un alto el fuego y 2) evita que la OTAN deba admitir su derrota.
Es sabido que Rusia y Ucrania mantienen desde hace un tiempo negociaciones secretas para concretar un acuerdo de paz. Según publicó el pasado fin de semana el diario alemán Die Zeit, la negociación entre los dos países está prácticamente resuelta y solo falta detallar el formato, el lugar y la fecha de formalización del diálogo.
En su discurso de triunfo electoral, Trump reafirmó: «No más guerras durante mi mandato. Ellos dijeron que voy a iniciar una. No voy a iniciar ninguna. Voy a detener las guerras». Como suele hacer, intercaló información falsa al decir que, durante su período anterior no hubo conflictos bélicos. Soslayó los crímenes de guerra que sí ordenó, como el ataque relámpago y asesinato a Qasem Soleimani, alto mando militar y uno de los dirigentes más importantes y queridos en Irán, el 3 de enero de 2020.
Trump transfiguró la política estadounidense y busca también dejar su huella en la historia global. Se avecinan cambios importantes que tendrán un fuerte impacto también en América Latina.