El CEO de un gigante de la logística cuenta que está registrando una caída del 15% en lo que va del año en la cantidad de paquetes que mueve vinculados al comercio electrónico respecto de un año atrás. Pero el derrumbe llega al 40% en el caso de los productos que se comercializan a través de Mercado Libre.
Por Jairo Straccia
El sitio de ecommerce por excelencia en Latinoamérica vive una huida de los vendedores que tanto crecieron de su mano a lo largo del último lustro, básicamente debido a que las comisiones que tienen que pagar se volvieron insostenibles en un contexto de derrumbe de los pedidos.
Caso testigo: un negocio que hace una venta de $30 mil, por ejemplo, tiene una comisión como mínimo del 15% para la compañía que fundó Marcos Galperin, a lo que tiene que agregarle también la mitad del costo del envío gratis para el comprador que debe ofrecerse obligatoriamente a partir de ventas superiores de $ 23000. Son en este caso $4800 pesos más. En total, Mercado Libre se llevaría $10.100, un 33% de la venta, un porcentaje que aún puede ser mayor en caso de que se ofrezca financiamiento en cuotas.
Para no resignar tanto dinero, la opción de los comerciantes en este momento es vender directamente a través de sus propios sitios web, que tienen un costo de mantenimiento más bajo aunque también tienen que gastar extra en hacer promoción en redes sociales para conseguir el tráfico que el portal amarillo ya trae incorporado.
Se trata de otra de las formas en las que se manifiesta el derrumbe de la actividad económica, uno de los temas que más se comentaron entre los empresarios que asistieron al particular almuerzo del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (Cicyp) en el que habló el ministro de Economía, Luis Caputo, el jueves pasado.
El hombre a cargo del Palacio de Hacienda dio un discurso poco técnico y más político, como de quien se encuentra convencido de que está en un punto de inflexión de la historia del país y de su historia personal.
Quienes lo habían visto retraído y sufriendo en su paso por el gobierno de Mauricio Macri no podían creer verlo resaltando ahora sus éxitos en estos meses de gestión, hablando del apoyo popular al ajuste que se está haciendo y explicando que la nueva gobernabilidad es “con la gente”.
Fue un mensaje que, además, cosechó en varias oportunidades el apoyo explícito del auditorio donde había dueños de aeropuertos, petroleras, laboratorios, constructoras o hipermercados.
Diario Con Vos pudo observar que dos de las cuatro veces en que hubo aplausos los inició con el primer golpe de palmas una misma persona, sentada en una de la mesas cercanas al atril del funcionario. Desconocido para las coberturas habituales de este tipo de eventos, el cartelito al lado del plato donde sirvieron un lomo de esos que se cortan con cuchara decía: “Diego La Torre, Tecnovax”. Lo nombré en la radio. Me llamó. Hablamos. Esta es la charla.
-¿Por qué aplaudiste?
-Lo que aplaudí fueron las ideas, no las personas. Particularmente Caputo no me parecía la mejor elección para el Ministerio de Economía, porque no es un economista profesional de la academia sino que viene del palo financiero. Pero uno valora las ideas y es un gran implementador de las ideas que Javier dijo que iba a hacer. Está atravesando la zona de la muerte, con un gran esfuerzo de la gente y en un momento muy duro para el consumo.
-Empezaste con aplausos cuando habló de “desburocratizar” el Estado y cuando habló de que en el Gobierno hay “gente honesta”.
-Lo que me empezó a entrar del discurso de Caputo -que tampoco es un gran orador- fue cuando habló de humildad, honestidad y trabajo, que son ingredientes fundamentales en la vida. Me conmovió porque venimos de tiempos muy muy difíciles, porque venimos de un espacio que decía defender la industria nacional con cepo mientras operaba subsidiando a los importadores y cargando el costo sobre los exportadores.
-¿Tanto te marcó?
-Fue doloroso porque se entregaban dólares al turismo o al sector financiero pero no conseguíamos los dólares para producir y exportar. Lo que vivimos fue un industricidio, donde la única forma de conseguir las divisas era llamando con las cámaras empresarias o a través de conocidos al gobierno para que nos levanten la barrera para no pagar el peaje al que nunca accedimos. Así acumulamos deudas importantes y eso que nosotros debemos exportar 20 veces más de lo que importamos e igual no nos dejaban acceder a las divisas.
-¿Qué quiere decir “peaje”?
-Ni siquiera Al Capone extorsionaba a la gente sacándole el 40% de su ingreso. En la época de “Tongolini” (N. del R.: se refiere al ex secretario de Comercio, Matías Tombolini) si querías acceder a las divisas como los vivos del poder pagabas el 20% dólares sobre la importación y te daban los dólares en el momento. Eso encareció los bienes de consumo, los medicamentos, los bienes industriales. Esa corrupción se paga en todos los sectores. Da bronca porque algunos pocos aprovecharon un discurso nac & pop para hacerse ricos. Por eso en este momento estamos compelidos a apoyar al Gobierno. Ése es el motivo que me llevó a empezar con los aplausos.
-¿Ese componente de corrupción te consta o son cosas que escuchaste o leíste por ahí?
-Absolutamente. Había mensajeros de despachantes de Aduana. Había que dejar valijas en hoteles, fue un escándalo lo que vivimos los industriales. Hay que revisar quiénes accedían en un mecanismo opaco. Entraba una SIRA y salía arbitrariamente aprobada. Muchos permisos de importaciones directamente no los pude pagar. Me llama la atención que ni el periodismo ni la Justicia hayan investigado. Nadie embolsó plata como la gente que extorsionó en este último año.
La Torre es descendiente de una familia italiana de Calabria. Tiene 49 años. De joven fue afiliado al Partido Justicialista. Simpatizó con algunas políticas del gobierno de Carlos Menem. Es crítico de los años de los Kirchner pero también de Macri. Hoy se siente cerca de lo que propone Javier Milei.
-¿Por qué?
-Yo no sigo personas, sigo ideas. Ninguna idea política de los que han sido gobierno en los últimos años nos llevó a nada bueno. Se está pagando un costo muy alto para arreglar las cosas con un esfuerzo muy alto de la gente que sigue apoyando para que pueda volver el crecimiento, la recuperación con saneamiento de las cuentas para que llegue la V corta y la reducción de impuestos para sacar argentinos de la pobreza tras veinte años que han depredado la Argentina.
Su compañía, Tecnovax, nació cómo una start up tecnológica en 2003 y hoy tiene en producción cuatro líneas de vacunas para animales, tanto para ganadería, para mascotas, para cabellos y hasta para salmón. En la compañía trabajan 150 personas, entre ellos científicos que aíslan virus y hacen las vacunas. Cuenta con dos plantas, una en Flores (CABA) y otra en el parque industrial de Mercedes (provincia de Buenos Aires). Además, hay filiales en Uruguay, Brasil, Chile y Mexico. Exportan a todo el continente.
-Vos hablás de que venimos de 20 años que depredaron al país pero son justo los 20 años de expansión de tu empresa. ¿No es contradictorio?
-Desde que nacimos, siempre crecimos en unidades, en nuevos mercados, todos los años. Pero el último año fue dramático, porque se nos rompían los equipos y fue enloquecedor. Teniendo la plata no podíamos arreglarlos. Entonces, es a pesar de la corriente en contra que pudimos crecer muchísimo. La corriente en contra no es un latiguillo. Importamos las materias primas con 27% de arancel, y el producto terminado que llega de afuera entra con el 2% de arancel. A pesar de eso tenemos una porción de mercado acá y en el mundo. Todo sin acceso al capital, lo que nos dificultó crecer. Seríamos Pfizer si hubiésemos estado sin las restricciones.
-Con lo relevante que es la ciencia en tu sector, ¿no te genera dudas una gestión con tanto desprecio hacia el sistema cientifico nacional?
-Hay que ver quién se autodefine científico. La mitad del Conicet está vinculado a las Ciencias Sociales, y no debería estarlo. La crítica no es al sistema científico capaz de crear conocimiento, sino a los que usufructúan un sistema con ineficiencia. Es un sistema que va a tener que ser reestructurado porque el que compra yerba financia investigaciones y hay que devolver resultados.
–Pero no estás de acuerdo con que se cerrara el Conicet, por ejemplo.
-El sistema científico es la piedra angular para cualquier nación, el tema es qué sistema científico. Mi padre era parte del Conicet y de ahí ligué el amor a la ciencia. Mi viejo era biólogo, estaba a cargo de un centro de biología animal contra la fiebre aftosa. No es normal encontrar la cantidad y calidad de personal científico y técnico que hay en la Argentina.
-¿Hay algo de esta administración que te inquiete?
-Hay un enamoramiento de una parte de la población para que traiga resultados de largo plazo, por lo que me preocupa que este esfuerzo sea en vano. Tenemos que salir vivos de la abstinencia de emisión, salir vivos de esta zona tan difícil y llegar al crecimiento.
-¿No temés un sesgo anti-industrial?
-Yo celebro la eliminación de las barreras Cada vez que ponés un arancel de importación se enriquecen empresarios y lo pagan las familias y las empresas con mayores costos. Hay que competir y hacer mejores productos.