El escrutinio definitivo en La Rioja confirmó una victoria mínima de Fuerza Patria por apenas tres décimas de punto, revirtiendo el resultado provisorio que favorecía a La Libertad Avanza.

Aunque Milei se impuso en la mayoría de las provincias del país, el resultado riojano se convirtió en un símbolo de resistencia en el norte argentino y expuso el creciente malestar con el ajuste económico del gobierno nacional.

El cierre del escrutinio definitivo en La Rioja dejó una sorpresa política que, por su magnitud simbólica, resonó más allá de los límites provinciales. Por una diferencia de apenas 0,3 puntos porcentuales, Fuerza Patria logró revertir el resultado que el conteo provisorio había otorgado a La Libertad Avanza, consolidando una victoria que, aunque mínima, tiene un alto valor político en un mapa nacional teñido de triunfos oficialistas.

En las elecciones legislativas del 26 de octubre, el espacio de Javier Milei obtuvo la primera minoría en la mayoría de las provincias, impulsado por el voto del descontento y la promesa de “orden fiscal”. Sin embargo, en La Rioja, el resultado final se dio vuelta tras el escrutinio definitivo: voto a voto, urna a urna, Fuerza Patria recuperó alrededor de 700 sufragios que no habían sido contabilizados correctamente en el recuento preliminar, y terminó imponiéndose por una diferencia tan ajustada como decisiva.

El dato encendió la euforia en el peronismo riojano, que celebró la remontada como una señal de vida política en medio de un escenario adverso. “El pueblo riojano habló y defendió su derecho a vivir con dignidad”, declaró un dirigente de Fuerza Patria tras conocerse el resultado oficial. El gobernador Ricardo Quintela, en tanto, subrayó que “los votos expresan algo más que una elección: expresan un límite al atropello del ajuste y al desprecio por las provincias”.

El resultado tiene un fuerte valor simbólico porque rompe la hegemonía libertaria que Milei había consolidado en casi todo el país. Según los datos oficiales, La Libertad Avanza ganó en más de quince provincias, incluyendo Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, además de imponerse en distritos claves del norte y el sur. En ese contexto, lo ocurrido en La Rioja —una provincia pequeña, pero con larga tradición peronista— se convirtió en el primer golpe político directo al relato triunfalista del oficialismo nacional.

El escrutinio definitivo fue seguido con nerviosismo en Buenos Aires. En la Casa Rosada, los asesores del Presidente intentaron minimizar la derrota, atribuyéndola a un margen estadístico insignificante. Sin embargo, en los pasillos libertarios se admite que el caso riojano encendió luces de alarma: el voto popular en las provincias más castigadas por el ajuste parece empezar a dar señales de resistencia. Los recortes en obra pública, la paralización de universidades nacionales y la inflación que no cede erosionan la narrativa del “fin del déficit” y alimentan un descontento que, aunque disperso, comienza a tomar forma electoral.

Los medios nacionales reflejaron la sorpresa. La Nación y Clarín reconocieron la posibilidad de un cambio en La Rioja, aunque relativizaron su impacto en el tablero general. En cambio, Página 12 destacó que el caso riojano “marca una advertencia para el gobierno: no todo el país se resigna al ajuste”. Las redes sociales amplificaron el dato y convirtieron la etiqueta #LaRiojaSeDioVuelta en tendencia, mientras militantes y dirigentes opositores celebraban el resultado como una señal de esperanza en un escenario dominado por el avance libertario.

El proceso de recuento fue milimétrico. La diferencia de apenas 0,3% equivale a unos pocos centenares de votos, lo que exigió revisar urnas, votos recurridos y actas con inconsistencias. Los fiscales de ambas fuerzas coincidieron en que no hubo irregularidades graves, sino errores humanos y diferencias menores en la carga de telegramas. Esa precisión fue suficiente para alterar el resultado final y transformar a La Rioja en la excepción que confirma la regla.

En términos políticos, el cambio es menor en números, pero mayor en significado. No modifica la mayoría parlamentaria, pero sí quiebra la narrativa de Milei sobre un país totalmente alineado con su modelo. El norte vuelve a marcar diferencias. En una Argentina que atraviesa un proceso de empobrecimiento acelerado, con despidos en el Estado, caída de la producción y pérdida de poder adquisitivo, el voto riojano es una forma de resistencia silenciosa frente al dogma del mercado.

Mientras el gobierno celebra sus victorias en la mayoría de las provincias, el episodio riojano le recuerda que la política real no se construye sólo con algoritmos ni con furia en las redes. Se construye con votos, con presencia territorial y con empatía frente al sufrimiento social. En ese terreno, el peronismo —pese a su dispersión— todavía conserva reflejos. La Rioja, con su resultado apretado, vuelve a ocupar el lugar de siempre: el de una provincia que marca tendencia, aunque sea desde la periferia, con la fuerza de su historia y su memoria.

La Justicia Electoral provincial dará a conocer en las próximas horas el acta oficial del escrutinio, que ratificará el resultado definitivo. Mientras tanto, otros distritos siguen en revisión y podrían aportar nuevas sorpresas. Pero el mensaje ya está claro: incluso en un país donde Milei arrasa en la mayoría de los territorios, hay provincias que todavía se animan a decir “no”. (enorsai)

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