Tenía 82 años y venía luchando contra un cáncer de colon avanzado que se había complicado a causa de una infección por Covid-19.
Habían existido muchos rumores, incluso algunos llegaron a confirmar su fallecimiento cuando aún estaba recibiendo tratamiento.
En los últimos días le estaban inyectando morfina y si bien, aún no habían dado a conocer el parte médico oficial del Hospital Israelita «Albert Einstein», su hija Kely Nascimento, posteó una despedida en su cuenta de Instagram.
Finalmente el parte médico llegó y confirmó que su data de muerte es 29 de diciembre a las 15,20 horas.
Edson Arantes do Nascimento, PELÉ, tuvo distintas relaciones de pareja y oficialmente dos matrimonios. Cinco hijos se le conocieron, aunque el propio astro del fútbol mundial, declaró alguna vez que podían aparecerle algunos hijos de relaciones no oficiales.
Fue el mejor futbolista del planeta durante dos décadas, y para muchos el más grande de todos los tiempos. Las huellas en la selección de Brasil y en el Santos.
Oriundo de la pequeña ciudad de Tres Corazones, en Minas Gerais, es hijo de un João Ramos do Nascimento, Dondinho, y de María Celeste Arantes. Su padre también era futbolista pero su carrera tuvo vuelo corto porque en su primer partido con el Atlético Mineiro se rompió los ligamentos de una rodilla y su destino quedó marcado para equipos de menor valía. Contratado por el Baurú Atlético Clube (BAC), la familia se mudó al estado de San Pablo, adonde Dico, tal como lo conocían a Edson de pequeño, empezó a moldear el talento innato que cargaba su genética futbolera.
Lo llamaron Edson “como al científico de la lámpara”, según contó él mismo años más tarde, en referencia a Tomas Alva Edison. Igualmente, el criollito de cuerpo pequeño, piernas flacas y orejas prominentes nunca estuvo alejado de la pelota. Creó un equipo con sus amigos de barrio al que llamaron Ameriquinha, que se llevó el torneo de la ciudad de Baurú, a la que había llegado con apenas cinco años.
Fue en esos partidos clandestinos donde nació el mote Pelé, como resultado de la deformación de Edson al referirse a un arquero de Vasco Da Gama. “Yo hablaba siempre de Bilé. Con mi acento mineiro, cada vez que decía su nombre sonaba algo parecido a Pelé. Así entre mis amigos comenzaron a llamarme Pelé, aunque no tengo seguridad de que sea por eso”, contó en una entrevista con la revista Veja. “No me gustaba el apodo de Pelé, sonaba infantil en portugués. Yo era Edson”, declaró a la revista alemana Bild en 2006.
Después pasó a las divisiones inferiores del Baurú, equipo donde jugaba Dondinho y que era entrenado por Waldemar de Brito, quien jugó para Brasil en la Copa Mundial de 1934. Éste convenció a su madre para que el ya adolescente Edson abandonara su empleo en una fábrica de zapatos, en el que cobraba un sueldo de dos dólares al día, y su casa para irse a jugar al Santos. Era el desarraigo, porque se iba a una ciudad distante 400 kilómetros del seno familiar. Pero la oportunidad se había presentado y, en 1956, allá fue.
Sus primeros tiempos en el Peixe no fueron sencillos y hasta llegó a intentar escaparse de la pensión, tras fallar un penal en la final de un torneo Sub 16 que su equipo perdió, pero su plan evasivo fracasó. Finalmente, debutó en el primer equipo del Santos en un amistoso ante el Corinthians de Santo André. Tenía 15 años. Hizo un gol, pero no fue contabilizado en los más de 1.200 que dice él mismo haber convertido en toda su carrera como futbolista.
Su debut oficial con el Santos fue ante el Cubatão el 7 de septiembre de 1956. Allí sí convirtió el primer gol de su cuenta. Pronto Pelé logró sus primeras conquistas: el Torneo Paulista (edición 1956, en la que fue goleador de su equipo) y el Torneo Río-São Paulo (edición 1957).
Pelé era muy conocido en el ambiente paulista, pero aún no había explotado a nivel nacional. El impacto lo consiguió después de un torneo de exhibición realizado en el estadio Maracaná, entre varios equipos brasileños y algunos europeos. En el partido del debut ante el Belenenses de Portugal, convirtió tres goles.
Jugó también ante el Dinamo de Yugoslavia, el Flamengo y el San Pablo, contra los que marcó un gol en cada partido. Con tal actuación logró que Vicente Feola, el entrenador de Brasil, se fijara en él y lo convocara a la selección, apenas unos meses después de haber debutado como profesional y tan solo 16 años de edad. Era la esperanza emergente en un país que todavía sufría las huellas del Maracanazo de 1950.
Su presentación en la Cararinha fue el 7 de julio de 1957 contra Argentina, nuevamente en el Maracaná, por la Copa Julio Roca, y aunque convirtió un gol, Brasil perdió 2-1; los tantos argentinos los marcaron Angel Labruna y Miguel Antonio Juárez, el Gitano. Tres días después por el mismo torneo y nuevamente contra la Albiceleste, pero en el estadio Pacaembú, Brasil ganó 2-0 y Pelé volvió a batir a Amadeo Carrizo.
Según la crónica de la revista El Gráfico, publicada dos semanas después de los encuentros, se consignó que en la selección brasileña “causaron buen efecto las modificaciones introducidas, señalándose de manera especial el excelente desempeño de los delanteros, entre ellos el joven Pelé, de 16 años, y el insider izquierdo Luisinho”. Y se abundaba: “Pelé es la última revelación del fútbol brasileño y ha ganado la confianza del público hasta el punto de aplaudir cada intervención suya”.
Cuántos Mundiales ganó Pelé
En Suecia, y con 17 años, integró el plantel de Brasil en la Copa del Mundo. Le tocó la 10 por casualidad: la Confederación Brasileña de Deportes (CBD) envió la indumentaria de los jugadores sin numerar y un responsable de la FIFA, que repartió los números sin demasiado criterio deportivo, se la designó. Su incuestionable calidad hizo el resto.
Pelé fue el goleador de la selección en el Mundial, con seis de los 21 tantos que la Verdeamarela convirtió en seis partidos (el artillero absoluto fue el francés Just Fontaine, con 13 conquistas). En la final contra Suecia, Brasil ganó 5 a 2, con dos tantos de O Rei y otros dos de Garrincha, su gran socio en aquella primera aventura mundialista.
En el Mundial de Chile 62, los brasileños volvieron a proclamarse campeones pero sin contar con su joven estrella, que se quedó fuera de los encuentros finales por una lesión sufrida en el segundo partido, un 0 a 0 contra Checoslovaquia. La gran figura fue el indescifrable Garrincha.
Cuatro años después, en Inglaterra, Brasil fue eliminado en la primera ronda. La sorpresa fue mayúscula, tanto que hasta se habló de un complot europeo contra el entonces bicampeón, ya que la copa debía quedar sí o sí en el Viejo Continente. Hasta entonces, la Canarinha nunca había perdido un partido con Garrincha y Pelé jugando juntos. Ya fuera cosa del azar o de la intervención de alguna mano negra, en el sorteo cayó en el grupo de la muerte junto a Bulgaria, Hungría y Portugal. Además, si pasaba a cuartos tendría que enfrentarse a priori contra la Unión Soviética o frente a Italia.
Los árbitros, casi todos ingleses, también estuvieron en contra de Brasil. En el primer partido, el Scratch se impuso 2 a 0 ante Bulgaria con goles de Pelé y Garrincha. Fue una victoria fácil. Sin embargo, Pelé sufrió todo tipo de infracciones por parte del defensor búlgaro Zhechev, ignoradas por el árbitro alemán Kurt Tschenscher. El técnico Vicente Feola decidió reservar a O Rei ante Hungría y Brasil lo pagó muy caro. Cayó por 3 a 1.
La derrota ante Hungría obligó a Brasil a jugarse el pase a cuartos de final contra la Portugal de Eusebio. La vuelta al equipo titular de Pelé eclipsó la suplencia de Garrincha, que no estaba al mismo nivel que en Chile 1962. Pelé jugó prácticamente todo el partido en una pierna y sufriendo las patadas del defensor portugués Morais que el árbitro inglés George McCabe se negó a señalar. Brasil perdió 3 a 1, con dos goles de Eusebio, y se volvió temprano.
La gran revancha iba llegar cuatro años más tarde, en México, adonde Brasil presentó una delantera con cinco números diez, bajo la conducción técnica de Mario Zagallo. Pelé (Santos), Jairzinho (Botafogo), Gerson (San Pablo) y Tostao (Cruzeiro) ya habían jugado mucho con Joao Saldanha, el entrenador anterior que fue echado previo a la Copa del Mundo por el entonces presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Joao Havelange, por su afiliación con el partido comunista. Cuando llegó Zagallo, el Lobo incluyó a Rivelino (Corinthians), quien nunca había sido tenido en cuenta por el antiguo seleccionador, y le dio más creatividad al ataque.
Aquel equipo brasileño está catalogado como uno de los mejores de la historia de la Copa del Mundo. La formación base fue Félix; Carlos Alberto, Brito; Piazza, Everaldo, Clodoaldo; Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé y Rivelino. Ganó sus seis partidos, en los que marcó 19 goles, de los cuales cuatro fueron de O Rei. Uno, tal vez el más recordado, el de cabeza en la final contra Italia, en el estadio Azteca, cuando pareció quedar suspendido en el aire para derrotar con un frentazo al arquero.
“Cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de los rivales como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera”, lo narró Galeano. Así, se retiraba de la selección, con tres títulos mundiales en sus alforjas.
Cuántos goles hizo Pelé
La cuenta de goles de Edson Arantes Do Nascimento llega a la increíble cifra de 1284. De ellos, 77 los conquistó en la selección. Pero el 84,6 por ciento del global fueron en el Santos, adonde se le acreditan 1.087 tantos. Tanto que fue un equipo reconocido con nombre y apellido: el Santos de Pelé, ya que el crack le dedicó la mayor parte de su carrera al Peixe paulista.
Ese Santos de principios de los 60 estaba construido para brillar. Pelé era el más destacado pero no el único talento de aquel equipo. La calidad de jugadores como Dorval, Mengalvio, Pepe y especialmente Coutinho convirtió al equipo brasileño en el hábitat ideal para que O Rei explotara sus condiciones. Pasaron muchos y muy buenos jugadores pero ese quinteto en la delantera permaneció inalterable.
Su insultante descaro y capacidad natural para marcar goles acaparaban la atención de un equipo que comenzó a provocar admiración. La potente zurda de Pepe, los saltos eternos de Pelé, la inteligencia de Dorval o la profundidad de Mengalvio consiguieron que el equipo de Vila Belmiro adquiriera repercusión a nivel internacional. En 1959 Pelé, con sólo 19 años, anotó 127 goles en un año.
Casi imbatible en su país, el Santos ganó la Copa Libertadores en 1962. Pelé estuvo ausente en los dos primeros partidos de la final contra Peñarol, en los que repartieron triunfos. En el encuentro desempate, jugado en el estadio Monumental de Buenos Aires, O Rei brilló con dos goles en el 3 a 0 con el que los paulistas se alzaban con su primera conquista continental.
Al año siguiente repitió en la Copa Libertadores, en una final contra Boca Juniors, al que le ganó los dos partidos (3 a 2 en Brasil y 2 a 1 en Buenos Aires), en una serie que tuvo a Coutinho y a José Francisco Sanfilippo como goleadores, con tres conquistas cada uno, mientras que Pelé marcó el tanto de la victoria en la Bombonera.
También ganaron sendas copas Intercontinental. En 1962, el Benfica de Eusebio fue arrollado por los brasileños, especialmente en el estadio Da Luz. Tras el 3 a 2 de la ida (con dos goles de Pelé), el Santos dio una auténtica exhibición en Portugal con un 5 a 2. Al año siguiente, la víctima fue el Milan, que rozó la proeza al forzar un desempate en tercer partido pero fue finalmente doblegado por el poderío del Peixe, que se impuso sin Pelé en la cancha.
El equipo empezó a publicitarse en cada rincón del planeta y se convirtió en un espectáculo de exhibiciones. Todos querían ver a ese deslumbrante equipo que garantizaba goles y espectáculo en cada partido. El Santos de Pelé era la gran atracción del momento y recorrió medio mundo disputando amistosos y torneos de poca monta. Se contabiliza que visitaron 59 países, mientras seguían con la competencia doméstica. «El poder de Pelé fue increíble. Recuerdo cuando fuimos a Nigeria y aquel país estaba en guerra. ¡Y los tipos pararon la guerra un día para que el Santos pudiera jugar! ¡Increíble!», evocó alguna vez el defensor argentino José Manuel Ramos Delgado, quien integró el plantel desde 1968.
Tanto viaje le pasó factura al plantel y el rendimiento del equipo comenzó a bajar. Pelé era la excepción. El mito brasileño seguía batiendo récords y acumulando goles sin dificultad. Por ejemplo, como los ocho que le hizo al Botafogo en 1964. Era tal la supremacía de O Rei que hasta se dio el lujo de atajar un penal en un triunfo por 4 a 3 contra Gremio, en el que antes había marcado tres goles y debió ir al arco por la expulsión de su arquero.
En 1969, Pelé marcó su gol número 1.000 con el Santos ante el Vasco de Gama en un Maracaná rendido a sus pies. «Fue la primera vez que temblé en un estadio», dijo el astro entonces. “Pelé fue el más grande que vi, el Negro no es de este planeta. Es una pantera al acecho. Podía saltar como nadie. Superó todo, como él no hubo ni habrá. No creo que pueda aparecer algo mejor que él. Habría que crear un robot mágico, para tener lo que había en su cabeza“, lo definió César Luis Menotti, quien lo enfrentó como futbolista.
Jugó en el Santos hasta 1974. Allí ganó seis veces el Brasileirao, diez el torneo Paulista, cuatro la Copa Río-San Pablo, además de las dos Libertadores y las dos Intercontinentales. Cuando su contrato expiró, los clubes más poderosos de Europa pugnaron para llevárselo, pero O Rei se fue hacia Estados Unidos, para sumarse al Cosmos, equipo de Nueva York que integraba una liga americana con aspiraciones de crecimiento a partir de contratar mega estrellas.
Entre 1975 y 1977 obtuvo un campeonato, en un nivel competitivo muy bajo, adonde disputó 111 partidos y anotó 65 goles.
El 1º de octubre de 1977 a los 36 años, Pelé se despidió definitivamente del fútbol ante 75.000 espectadores en un encuentro jugado en Nueva York entre el Santos y el Cosmos, en el que jugó un tiempo para cada equipo.
La vida privada de Pelé
Pelé cultivó una relación muy cercana con Joao Havelange, quien fue presidente de la FIFA entre 1974 y 1998, con lo que siempre se lo vinculó con el poder político del fútbol y de ese modo tuvo varios cruces con otras grandes figuras, entre ellas, y especialmente, con Diego Maradona.
Con el argentino también hubo una vinculación especial por la identificación de ambos con la excelencia en el deporte, tanto que compitieron, y aún compiten, por ser el mejor futbolista de todos los tiempos, disputa en la que también ingresó Lionel Messi.
El fenómeno que se generó a su alrededor incluso lo llevó al cine. En 1981, fue protagonista de la película Escape a la victoria, que narraba la historia de un equipo de refugiados en la Alemania nazi que se ganaba la libertad en un partido de fútbol contra los militares germanos. En el film compartió cartel con Sylvester Stallone, Michael Caine y Osvaldo Ardiles, entre otros.
Futbolista demoledor en los campos de juego, Edson Arantes Do Nascimento no tuvo el mismo brillo en otros terrenos. A pesar del beneficio económico que le reportaba el fútbol profesional y la venta de su imagen, su situación económica estuvo constantemente en la cuerda floja.
Una ambición mal gestionada, poco olfato en los negocios y frustrantes amistades llevaron a la ruina casi todas las aventuras empresariales en las que se sumergió en la década de 1960. Por consejo de Pepe Gordo, un español con el que tenía una relación casi paternal y que se encargó de la gestión de su patrimonio, se embarcó en diversos negocios que fracasaron.
Las consecuencias de sus negocios fallidos lo siguieron hasta Estados Unidos, donde comenzó a recuperarse. De hecho, los rumores que circulaban por aquel entonces hablaban de la necesidad del astro de seguir jugando al fútbol para subsanar los daños en su economía, aunque él lo negó siempre.
En 2001 decidió finalizar una sociedad que había creado 11 años antes con su –hasta entonces– amigo y abogado de profesión, Hélio Viana. La razón fue una denuncia que pesó sobre la empresa de ambos, Pelé Sports & Marketing, tras adueñarse, supuestamente, de 700.000 dólares que deberían haber sido empleados en un evento a favor de Unicef, como publicó el diario Folha de São Paulo.
Tuvo cinco hijos, fruto de dos matrimonios, y apenas compartió momentos con los tres primeros. Tuvo que reconocer la paternidad de Sandra Regina Machado en medio de un escándalo, ya que en principio lo negó. Finalmente, una sentencia judicial otorgó a la joven el derecho a usar el apellido Nascimento. Del mismo modo tuvo que hacerlo con Flavia Kurz, nacida de un breve affaire con una periodista.
Además, Edson Cholbi Nascimento, su hijo nacido en su primer matrimonio, se enfrentó a diversos problemas con la justicia, por los que llegó a ser condenado a 11 meses de prisión por su vinculación en una red de tráfico de drogas. Nunca culpó a su padre de sus actos, pero en una entrevista a una publicación brasileña declaró que fue criado por una madre soltera y le fue clara la ausencia de una figura paterna durante su infancia: “Solo cuando crecí me di cuenta de que mi padre nunca fue mío o de mi madre. Mi padre era de todo el mundo”.
Es que el efecto global de su fútbol, la fantasía ser o jugar como él, recorrió el planeta cuando no había muchos recursos de masificación. Osvaldo Soriano, en el cuento Gallardo Pérez, referí, escribió lo que representaba ser chico y soñarlo antes de los 60: “Todos nosotros estábamos bajo el influjo del maravilloso estilo del Brasil campeón del mundo, pero nadie lo había visto jugar nunca: la televisión todavía no había llegado a esas provincias y todo lo conocíamos por la radio, por esas voces lejanas y vibrantes que narraban los partidos. Y también por los diarios, que llegaban con cuatro días de atraso, pero traían la foto de Pelé”.