Según el Observatorio “Adriana Marisel Zambrano”, en lo que va de 2025 ya hubo 15 femicidios en contexto de narcocriminalidad, casi el 10% del total del país. Las organizaciones feministas advierten que la expansión del narcotráfico va de la mano con el vaciamiento de las políticas de género y la desprotección estatal en los barrios populares.

“Brenda, Morena y Lara, fueron tres femicidios en contexto de narcocriminalidad en nuestro país. En estas organizaciones mafiosas, atravesadas por el machismo, las adolescentes, las mujeres y las niñas ocupan un lugar menor. Son utilizadas para el menudeo, quedan expuestas como blanco fácil y, en muchos casos, son asesinadas como venganza entre bandos”dice Ada Rico, presidenta de La Casa del Encuentro.

Esa es una forma de explicar que el narcotráfico no se trata solamente de un fenómeno criminal o económico, también es una de las fuentes más grandes de violencia patriarcal, que ve a las mujeres, en especial las más pobres, como una moneda de cambio o una cosa. Según el Observatorio de Femicidios “Adriana Marisel Zambrano”, en lo que va de 2025 se registraron 15 femicidios en contexto de narcocriminalidad, casi el 10% del total de casos en el país.

Un patrón que crece

Lo preocupante es que, si bien este no es un fenómeno nuevo, se lo vió crecer en los últimos años. En 2024 hubo 18 víctimas de femicidio vinculadas al narcotráfico en total y en lo que va del 2025, el número ya llega a 15. “Desde 2023 hasta hoy registramos 70 mujeres asesinadas en contexto de narcocriminalidad”, informó La Casa del Encuentro. La tendencia preocupa y se agrava con el vaciamiento de las políticas de género y el retroceso en la información pública tras el cierre de la agencia Télam, que históricamente proveía datos a los observatorios feministas.

Hoy en día cada observatorio debe hacer un relevo en base a múltiples medios de comunicación, lo que hace que los valores no estén unificados. Entre enero y septiembre de 2025 se produjeron 167 femicidios y vinculados de mujeres y niñas, además de un lesbicidio y un transfemicidio. El 63% de las víctimas fue asesinada en su vivienda, y el 59% por sus parejas o exparejas. Pero una parte creciente (8,4%) ocurrió en escenarios atravesados por la narco-criminalidad.

Esa es otra de las consecuencias de la ausencia del Estado. Donde se retiró, las economías ilegales se volvieron el poder paralelo y el femicidio adopta nuevas lógicas. No siempre hay vínculo afectivo con el agresor ni contexto doméstico. A veces la muerte llega en la calle, en una esquina o en una casa ajena. Llega como castigo, como mensaje o como forma de disciplinamiento social.

El triple femicidio

La Casa del Encuentro definió el caso de Morena Verdi (20), Brenda Del Castillo (20) y Lara Gutiérrez (15) como un triple femicidio en contexto de narcocriminalidad y advirtió que “no se trata de cuentas ni ajustes, sino de violencias de género en las que la vulnerabilidad se acrecienta por las zonas liberadas, la complicidad policial y la precarización de la vida”.

“El retiro del Estado hace que el narcotráfico entre con mucha más fuerza. Las personas tienen deudas, tienen que comer, tienen hijos enfermos, y un sistema de salud colapsado. Cuando se vacían las políticas públicas de asistencia en general y con perspectiva de género en particular, se generan territorios liberados”, explicó Victoria Aguirre, vocera nacional de Mumalá (Mujeres de la Matria Latinoamericana).

La militante feminista apuntó también contra el tratamiento mediático del caso: “Nos encontramos con un retroceso donde el morbo es la diva de los noticieros. Las víctimas son juzgadas, llamadas ‘trabajadoras sexuales’ o ‘vinculadas a carteles’, cuando su edad y su condición social anulan cualquier posibilidad de consentimiento. Se las culpa por estar en el lugar donde fueron asesinadas”.

Aguirre explica que la sociedad hace una distinción entre víctimas “buenas” y “malas” y que esa clasificación se repite en cada caso de violencia de género ligado al crimen organizado. Las jóvenes pobres, las que habitan barrios periféricos o sobreviven en economías informales, suelen ser deslegitimadas por el mismo sistema que debería protegerlas.

La violencia de género como eje del narcotráfico

Las organizaciones feministas vienen advirtiendo hace años que el narcotráfico no puede analizarse sin perspectiva de género. No solo porque cada vez hay más víctimas mujeres sino porque también ocupan los lugares más precarios dentro de las estructuras criminales“son utilizadas para el menudeo, para transportar droga o como escudos humanos. Y cuando se las percibe como una amenaza o un obstáculo, se las elimina”, explicó Rico.

Esta violencia es estructural. El narcotráfico funciona como todos los aparatos patriarcales, que sostienen las mismas u otras formas de explotación y disciplinamiento para sus miembros. Por eso el Observatorio María Zambrano (dependiente de La Casa del Encuentro) introdujo desde 2022 una categoría específica de “femicidios en contexto de narcocriminalidad”, para reconocer esas particularidades y exigir políticas que se adapten a las diferencias.

“El narcotráfico es un delito complejo, en el que intervienen múltiples variables, cuyo análisis debe incluir la perspectiva de género”, sostiene el organismo y agrega: “Las desigualdades estructurales del patriarcado posibilitan que las redes narco utilicen a las mujeres como objetos para sus propósitos, hasta la muerte misma”. Desde Mumalá, tienen registros desde hace 5 años: 196 femicidios vinculados al narcotráfico entre 2020 y 2025, que impactaron con más fuerza en mujeres pobres o con vínculos familiares con personas detenidas por causas de drogas. En la mayoría de los casos, no había protección judicial previa ni contención estatal posterior.

El costo del desmantelamiento estatal

La violencia de género no se combate con indiferencia, pero es lo único que ofreció hasta ahora el Gobierno Nacional. Con el gobierno de Javier Milei, los programas de acompañamiento y asistencia a víctimas sufrieron recortes presupuestarios de más del 60%, y el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad fue vaciado hasta su mínima expresión.

Aguirre advirtió que: “en la Argentina asesinan a una mujer cada 35 horas, y hay un intento de asesinato y 5 intentos de femicidio por día. Estamos a niveles de México si estos intentos se concretan, y no somos México en población. Es grave la situación en la que estamos. Nosotras vamos a seguir exigiendo la declaración de Emergencia de Violencia de Género”.

El Informe 2025 de La Casa del Encuentro detalla que 25 de las víctimas habían denunciado a su agresor, pero solo 9 femicidas tenían medidas de protección activas. Además, 16 femicidas pertenecían o habían pertenecido a fuerzas de seguridad. Es decir que las mujeres y diversidades se encuentran atrapadas entre 2 violencias: la machista y la institucional. Lo peor es que esta doble opresión se da en un territorio dominado por el narcotráfico. (NeaHoy)

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