El conductor radial, presentador, humorista y guionista Carlos Barragán, se expresó en redes acerca de lo que denominó «la clausura del encuentro», refiriéndose a una de las tantas secuelas pos intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner.
Fue hace poco, y fue en otro siglo parece. Venían del conurbano y desde las provincias, de cualquier edad, con ropa mejor o peor, con sus libros para que ella los firmara, para darle un beso, para acercarle un regalo, una carta, un aguante, o un “te queremos, Cristina”. Ella se tomaba el tiempo que fuera necesario antes de entrar a su casa, las chicas y los chicos agolpados y saltando, y los más viejos con actitudes de chicos. Los cantitos, las batucadas y la alegría de verla, y la alegría de ella de saber que no es toda la sociedad la que tiene la cabeza tomada por otras cabezas. En casa todavía no habíamos ido a verla, era un plan “para la semana que viene”. Sabíamos y sabemos que estar cerca de ella no es fetichismo, es que así funcionamos, así nos gusta ser, así entendemos que es la política. Es algo humano hecho con gestos y acciones de humanos entre humanos. Estábamos a cuatro días de ir a verla, estaban hechos nuestros cálculos, hay que saber a qué hora sale del Congreso, qué día, o podemos preguntar, los compañeros siempre saben. Pero esa noche de entre los chicos y las chicas, de entre las manos compañeras se asomó una pistola. Fue un segundo, un clic, no hubo disparo. No hubo un disparo. Hubo la clausura del encuentro y de la fiesta de estar juntos con ella. Ya no podemos tocarla, pedirle que nos firme el libro, darle una gorrita, llevarle un regalo. No podemos ir a gritarle que la queremos, que no afloje, que la acompañamos siempre. Ellos nos quitaron eso también. Ahora estamos averiguando quién pagó para que no podamos estar con Cristina. Como si no supiéramos. Y leemos los diarios como si existiera algo misterioso en lugar de esta realidad que la tenemos en la memoria y en los huesos.