Se trata del lugar ubicado en Peatonal y Uruguay. “Estoy acostumbrado, desde el vientre de mi madre, a trabajar”, dijo el dueño. Su esposa afirmó: “Es injusto lo que nos están haciendo”.

El municipio de Paraná intimó a los propietarios del kiosco de diarios y revistas que está ubicado en Peatonal San Martín y Uruguay de la capital entrerriana. Según expusieron a Elonce los responsables de lugar, fueron notificados de que deben desalojar ese sitio.

Aníbal relató a este medio que “estamos hace 25 años. Tomamos posesión del quiosco, porque antes trabajábamos con quien era la dueña, que falleció y nos dejó esto a nosotros”.
Aseguró que “tengo papeles que demuestran que empecé con ella como repartidor de diarios. Estudiaba y trabajaba también de chofer, de lo que venga. Nunca me hice de lado del trabajo”, afirmó.
Señaló que con esta tarea diaria “hicimos mejoras en nuestra casa y el sacrificio de costearles los estudios a nuestros hijos. El mayor, que es licenciado en Economía, trabajaba acá a la mañana y con eso se costeó el estudio”.

«Esto viene de hace rato que nos quieren sacar de la Peatonal. Muchas veces uno no puede venir, porque mi señora está con un problema de salud, se le declaró Parkinson, está en tratamiento y uno no dispone el horario de atención. Nadie se siente obligado a trabajar 16 o 18 horas”, remarcó y acotó: “Los dos estamos jubilados, yo empecé a cobrar en febrero”. Ambos perciben “la mínima”.

El hombre contó que en la víspera “nos intimaron a que saquemos el quiosco para liberar el paso. Pero cómo puedo saber si no va a venir otro a instalarse”, expresó.
Comentó que no le ofrecieron instalarse en otro lugar y que “la estructura y todo es mío. Lo compramos en 2002/2003, cuando era el tiempo de los federales. Hicimos bastante sacrificio para poder pagarlo”.
«Anoche no pudimos descansar, a uno le trabaja la cabeza de que podíamos llegar a las 6.30, como todos los días y encontrarnos con que habían levantado la estructura. El medidor de electricidad está a mi nombre y tendría que pedir la baja”, manifestó preocupado. Y continuó: “Actualmente es muy poca la venta. No se gana como para tirar manteca al techo. Nosotros venimos igual. Entiendo a los inspectores que reciben órdenes. Me hicieron la notificación, pero yo no la firmé”.
Mientras tanto, Teresa expresó entre lágrimas: “Estoy amargada, porque es injusto lo que nos están haciendo. No nos dejan trabajar tranquilos”.

Enseguida Aníbal retomó la palabra y puso de relieve que “estoy acostumbrado, desde el vientre de mi madre, a trabajar. Tenía 9 años y andaba en la calle vendiendo diarios”.
Finalmente expuso que el encargado de la decisión “le diría que se vea internamente. Uno, con muchos años de sacrificio tiene esto. Queremos seguir trabajando. No molestamos a nadie. Tenemos la intención de trabajar hasta el último día de respiro que tengamos. No sabés la satisfacción que da cuando pasan las criaturas y la gente nos saluda y pregunta si necesitamos algo. A uno esto le duele mucho”, completó.
Fuente: (Elonce)