Decir que no, a los demás y a uno mismo también, es el límite que necesitamos cuando nos sentimos desbordados. Así encontraremos el espacio para reencontrarnos con nosotros mismos y conocer qué nos hace bien.
Por Alejandra Naudi
Todos sabemos de la importancia de aprender a poner límites para no sobrecargarnos de actividades o exigencia. Aprendiendo a decir que no a las demandas externas. Llenarnos de actividades nos puede llegar a agobiar y colapsar, y luego echamos la culpa o responsabilizamos a una cuestión externa y objetiva: «No tengo tiempo» para todo. Pero si nos animamos a observar nuestra vida más de cerca podremos descubrir que detrás de esa aparente falta de tiempo muchas veces puede encontrarse una dificultad para priorizar y decir que no. Y ese límite no vale solamente para situaciones externas u otras personas, sino también aprender a limitarnos a nosotros mismos.
La cantidad de tiempo y energía que dedicamos al trabajo, a las tareas o personas que no nutren nuestra vida. Cuando estás desbordado lo que podés hacer es aprender a decir más veces que no. Así como cuando te sentís muy estancado, lo que podés hacer es aprender a decir más veces que sí. Esto es algo que no solemos hacer de manera natural o instintiva cuando estamos muy cansados. Y es que, cuando estamos agotados o agobiados, como no queremos pensar (ya que pensar cansa), lo que tendemos a hacer es actuar por inercia, por automatismo. Por eso hacemos mucho, incluso podemos caer en hiperactividad, o muchos pensamientos en bucles constantes. El sistema nervioso se vuelve adicto a la actividad, al hacer, y así vivimos… haciendo y haciendo. Sobrecargados de actividades y con un alto nivel de stress, que sobrepasa nuestro umbral de tolerancia a los estresores naturales de la vida.
Y es que parar y conectar nos requiere también de energía, además puede mostrarnos un vacío subyacente. Por eso cuando entramos en el bucle de agotamiento solemos tomar malas decisiones, pues las tomamos por miedo o por cansancio. Solo frenando es cuando podemos conectar con lo que realmente sentimos y necesitamos, siendo respetuoso y compasivo con nuestras necesidades y situación actual.
Algunas señales de que estas cruzando tus propios límites psico físicos pueden ser:
- Estás frecuentemente irritable y no sabés porque te sentís así. Reaccionás de manera desproporcionada a situaciones cotidianas.
- Ante una pregunta simple o un comentario, lo tomás como crítica, reaccionás con enojo. Lo que te asombra y también sorprende a las personas que te rodean.
- Sentís que las personas se aprovechan de vos constantemente.
- Te sentís agotado y tenés la sensación de no tener tiempo para tu vida personal.
- Te enojás o sentís envidia cuando otras personas defienden sus puntos de vista o expresan sus necesidades.
- Vivís con dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, insomnio, irritabilidad, entre otros síntomas.
- Estás desconectado de vos mismo y de tus necesidades.
A veces nuestro interior nos asusta, detenernos implica reencontrarnos con una persona que apenas conocemos: nosotros mismos. Por eso el autoconocimiento es fundamental para la puesta de límites: ¿Qué necesito ahora mismo? ¿Con qué recursos cuento? ¿Qué es valioso para mí?
Detenernos en esa pausa de un «no hacer», parar, puede devolvernos un vacío en nuestra vida «demasiado ocupada». Y es que el vacío no es ausencia. Es presencia que muchas veces no sabemos cómo habitar. Vivimos corriendo en una rutina colapsada. No tenemos nunca tiempo. No tenemos nunca espacio. Y cuando tenemos un minuto elegimos la distracción. Nos desconectamos y cuando aparece algo parecido a un vacío, no sabemos muy bien qué hacer, sentimos angustia, frustración o ansiedad. No sabemos cómo usar ese tiempo cuando no estamos corriendo, y esa puede ser una de las razones por las que elegimos seguir diciendo que sí cuando no damos más: «Más vale sobrecargarnos de actividades a observar nuestra propia incertidumbre acerca de nosotros mismos».
Hoy podés elegir habitar tu vacío con amor, sin sobrecargarte de actividades, con consciencia, con curiosidad. Hoy podés hacer espacio y observar con atención todas esas veces que diciendo que sí necesitando decir que no, te decís no a vos mismo. Aprendamos a observar que los «no» dichos con consciencia y atención propician los «si» de mejor calidad, en sintonía con una vida que tiene sentido para mí.