El desplome del poder adquisitivo durante el primer cuatrimestre del año no hizo más que profundizar las inequidades en la distribución del ingreso. Incremento de la pobreza e indigencia.

Por Mirta Quiles

Una vez más la realidad se empeña en contradecir las teorías y/o vaticinios del presidente Javier Milei. Al crecimiento en V que iba a tener lugar tras sumir a la economía en una feroz recesión, hasta ahora solo se asemeja a una definida L; al despegue de la economía con la nada delicada expresión de «va a crecer como pedo de buzo», sin todavía remontada evidente, le llegó el turno a la evaluación del desempeño gubernamental sobre la política social. En Praga, República Checa, en una de sus 10 excursiones para recibir «premios», el mandatario argentino no solo se regocijó del ajuste fiscal implementado para bajar la inflación, que su propia gestión duplicó al principio del mandato, sino que sostuvo que los pobres no son quienes están pagando el ajuste: «Lejos de cuestionarnos la política social, la ponderan porque entienden que, frente a un ajuste de este calibre, la política social ha tenido que ser extremadamente buena porque, si no hubiéramos actuado correctamente, hubiera sido una catástrofe». El timing del presidente tampoco parece ser uno de sus fuertes. Estos dichos tuvieron lugar justo un día antes de que el INDEC publicara su informe sobre evolución de la distribución del ingreso −medida por el coeficiente de Gini− durante el primer cuatrimestre del año.

Según las estadísticas de INDEC –que miden el ingreso de hogares y personas basadas en la Encuesta Permanente de los Hogares (EPH) y establecen el Gini– fue de 0,467 mientras que en el mismo período de 2023 alcanzaba 0,446, siendo 0 el valor que implica igualdad absoluta y 1 desigualdad total. Para hallar una desigualdad similar, hay que remontarse hasta 2016 −fecha del apagón estadístico del gobierno de Macri y cambio de medición− o incluso hasta 2008 cuando alcanzó una desigualdad semejante (0,463). Argentina hoy es un país más desigual que Chile.


Salarios e ingresos

El relevamiento mostró que entre enero y marzo la mediana del decil más rico recibió 15 veces más dinero que el decil más pobre, cuando un año atrás esa brecha era de 14. Si la relación es respecto al ingreso per cápita familiar, las familias más ricas cobran en promedio 23 veces más que una familia que se ubica entre el 10% más pobre de la población. Así, el 20% de los hogares de más altos ingresos concentran el 42,5% de la torta que se reparte en el país. Los hogares del decil 9 y 10 (el 20% de mayores ingresos) tuvieron en el período un ingreso medio de $945.325. Mientras que el ingreso medio del estrato bajo (deciles 1 a 4) llegó a $122.529. Por su parte, el grupo medio (deciles 5 a 8), registraron un ingreso medio de $327.862. El ingreso promedio per cápita del total de la población (29.593.119 personas), fue de $233.695 pesos en el primer trimestre del año, mientras que la mediana del ingreso per cápita llegó a $155.000 pesos.

En el caso de la población ocupada asalariada, el ingreso promedio fue de $361.445, mientras que el de las personas asalariadas con descuento jubilatorio fue de $449.382 (un aumento del 196,1% interanual), y en las sin descuento jubilatorio alcanzó los $197.467 (200,8% de aumento interanual). Cabe aclarar que la inflación interanual llegó a 273,5%, y los costos de la canasta básica alimentaria y la canasta básica total, que miden las líneas de indigencia y de pobreza, registraron incrementos anuales del 302,3% y del 287,6%, respectivamente.

En lo referido a ingresos laborales, en el caso de los hogares representaron el 76,8% de las remuneraciones totales, mientras que los ingresos no laborales fueron del 23,2% restante. El peso de estos últimos (jubilaciones, programas sociales, entre otros) es mayor para los deciles de ingreso total familiar más bajos.

«El grueso de la caída del poder adquisitivo se dio en el decil más bajo, si bien cayó a lo largo de toda la pirámide social. Los ingresos perdieron en el primer trimestre en promedio, un 24%. En el 10% más pobre llegó al 33%, y en el 10% más rico fue del 20%, por eso subió la desigualdad. Fue particularmente más aguda en los más pobres», sostiene el sociólogo Daniel Schteingart, miembro de la Fundación Fundar. Y recuerda que, en plena pandemia, en 2020, el poder adquisitivo del decil más pobre cayó 28%. «Los refuerzos de la tarjeta Alimentar, de la AUH, de poco sirven, no son ingresos mayoritarios. Los ingresos de las “changas” entre los informales son más relevantes que la AUH, y ese ingreso se hizo bolsa porque cayeron el Potenciar Trabajo, el Salario Mínimo Vital y Móvil, la jubilación minina, creció el desempleo, particularmente en los trabajadores menos calificados», señala. «La consecuencia de este escenario es un brutal salto en la pobreza e indigencia medida por ingresos. Del 38,7% en el primer trimestre de 2023, la pobreza habría crecido al 55,7% un año más tarde. La indigencia habría pasado del 8,9% al 18,3%. 17 puntos de suba en la pobreza y duplicada en indigencia. Son los valores más altos en 20 años. Hay que remontarse al 2004 para encontrar cifras similares».

Si bien el INDEC publicará los datos sobre pobreza e indigencia recién en septiembre próximo, un acercamiento a la situación del informe de la Dirección de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires, la más rica del país, sobre el primer trimestre de 2024 brinda algunos indicios. «En un contexto de reducción de la tasa de actividad y de empleo, la expansión de los ingresos laborales y no laborales no resulta suficiente para compensar los aumentos de precios. En consecuencia, las condiciones de vida de los hogares de la Ciudad se deterioran en forma generalizada, afectando el acceso a las canastas básicas y reduciéndose el peso de los sectores medios y acomodados», comienza el relevamiento porteño. Y agrega: «La pobreza −y en particular la indigencia− alcanzan las incidencias más altas de la serie iniciada en 2015 para un primer trimestre. En la comparación interanual, hay un aumento de 198.000 hogares y 410.000 personas en condición de pobreza (13,4 vs. 19,8%). El 35,5% no tiene ingresos suficientes para costear una canasta básica de alimentos. La indigencia casi duplica su incidencia respecto al mismo periodo del año anterior, tanto en hogares (10,8% vs. 5,5%) como en personas (15,3% vs. 8,4%). Unos 155.000 hogares y unas 364.000 personas de los sectores medios descienden en la pirámide de ingresos (una disminución de casi 12 pp.)».

«Prácticamente se duplicó la indigencia en CABA en el primer trimestre del año. Si bien no es comparable con el dato de pobreza a nivel nacional, es muy preocupante el salto». La cita es del economista Juan Manuel Telechea, Director del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala.

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