Recibimos con gran emoción la noticia. Ayelén Manchento ya es profesional de la educación. Nos sentimos felices por su logro personal y recordamos aquellos momentos en que este medio, hacía pública la realidad por la que atravesaba la joven y toda su familia. Viven en una pequeña población rural, Tacuaras Yacaré a 22 kilómetros de la ciudad cabecera del departamento La Paz. Desde allí, con calles de tierra, sin haber tenido luz eléctrica y con su sueño de convertirse en docente, no bajó los brazos y hoy pueden llamarla «Seño Aye».
Un breve repaso por su historia de superación
Ayelén Manchento fue alumna del Instituto Superior de Formación Docente «Rogelio Leites» de La Paz, mientras cursaba el tercer año del Profesorado de Enseñanza Primaria y en medio de la propagación de la Covid-19, conocimos su historia de la cual, nos hicimos eco inmediatamente y decidimos contarla en el Blog (politicaconvos), hoy convertido en este sitio web.
“Tiene una vida llena de escasez material pero millonaria de esperanzas y valores. Te invitamos a conocer con nosotros su historia de superación”.
Las ganas de estudiar en tiempos de Pandemia
Esta tarde Ayelén recibió los apuntes de cuatro cátedras que no pudo llevar al día y que se lo alcanzo un profesor de Instituto hasta su casa. Ella vive en Tacuaras Yacaré a 22 kilómetros en zona rural. En la zona hay unas 20 casas y Ayelén vive frente a la escuela rural “José Sixto Álvarez” dónde su mamá es cocinera.
Tiene siete hermanos, de los tres más grandes ella es la única que estudia, las dos adolescentes que le siguen van al secundario y después están los mellizos que van a primaria. Todos se manejan con el teléfono de su mamá, aunque la que más lo necesita es Ayelén la estudiante terciaria que solo no puede ir al día en Matemáticas y Ciencias Naturales. Le cuesta bastante, pero porque en su casa no tienen luz, solo una pantalla solar que solo da el servicio básico. Por suerte el director de la Escuela les presta la heladera para guardar la carne y enchufar el celular.
Los días pasaron. Ya 90 del aislamiento social obligatorio y Ayelén nunca salió de Tacuaras. «Estamos todos juntos y estoy bien». La estudiante cuando había clases, estaba los cinco días en la casa de su abuelo en La Paz, pero no veía la hora que llegue el finde para ir a su casa. «Profe tengo que hacer un trabajo para la profesora Gabi». Claro, por un lado agradece los apuntes que hoy le llegaron, pero quiere aprovechar la luz para seguir al día en la mayoría de las materias. Mañana tiene que ayudar a sus hermanos con las tareas que también les alcanzan sus maestros hasta el campo.
Ayelén no habla del Coronavirus, sin televisión poco puede saber. Su mamá sigue dando la comida a los niños de la escuela y mucho no cambia su vida cotidiana porque seguirán sin el servicio eléctrico. Pero la estudiante sabe que en algún momento va a regresar a La Paz, porque anhela recibirse.
Tiene mucho para hacer de lo que enviaron sus profesoras. Y así sigue la escuela en tiempos de pandemia. Gracias a las profesoras y que prepararon el material, al profesor que viajo para alcanzarlo y estudiantes como Ayelén que enriquecen y dignifican nuestra tarea. Educación Pública siempre y para todos. (Texto compartido por la Profesora Fabiana Noemí García)
Lo que vino después de la publicación
Luego de haber publicado esta historia que relató una de sus docentes, la nota sumó más de 15mil visitas en solo unas semanas.
Quise saber un poco más de ella y de su entorno. Busqué y finalmente pude hablar sobre la historia de vida de Ayelén con amigos míos que forman parte de la Comisaría 23 de Tacuaras y las referencias que nos dieron acerca de la familia me emocionaban aún más. Todos hablaban maravillas de ellos.
“Viven frente a la Escuela, bien cerca de nuestra Comisaría. Son muy humildes, no tienen luz en su casa. Son muy respetuosos y todos los chicos en la familia son muy estudiosos”, me comentaban.
Allí radica un gran potencial y ejemplo de superación. Adolescentes y jóvenes cuyos anhelos no están condicionados por el presente que les toca atravesar y que solo es algo momentáneo. Son más fuertes esos sueños, tienen el germen de sus padres, humildad de buena gente. Seguramente, regados de sacrificios y esfuerzos, enraizados en el objetivo de todo buen padre, ver a sus hijos felices.
La vida, que atraviesa cualquier muro y entra sin filtro a las escuelas, con todo ese peso cargado de realidad, esa que a cada uno nos toca asumir, para experimentar lo extraordinario del hecho educativo. Hoy, al decir de los abogados, “se revierte la carga de la prueba”, y es el hecho maravilloso de la educación, el que resistiéndose se antepone a cualquier obstáculo, llega y entra a la casa de Ayelén, a su vida, la libera del yugo que puede significar la pobreza. Y si a veces se demora, ella saldrá a buscarlo, porque ya demostró que puede.
Yo no sé bien qué color tiene la esperanza, si es que tiene un color, pero sí podría especular con que tiene un nombre o varios. Uno de ellos, al menos hoy y al menos para mí, es Ayelén.
La familia Manchento se contactaba con nuestro medio a través de whatsapp y nos iba manteniendo al tanto de lo que sucedía con la joven estudiante.
Pero me preguntaba, después de haber hecho pública la historia, ¿cómo podríamos ayudar a que el objetivo de esta joven de convertirse en docente se concretara?, y claro -me dije- incomodar un poco a todo el arco de dirigentes políticos que tienen influencia directa o indirecta en esa zona recóndita de la provincia…siempre y cuando, no sea mucho incomodar.
Eran tiempos en donde el Presidente del CGE (Consejo General de Educación), mucho hablaba de la brecha digital, la inclusión informática, conectividad y todo eso que para alguien que aún no tenía ni siquiera la posibilidad de encender una lámpara con luz eléctrica, significaba el abismo de la incomprensión.
No estaba allí el Estado, o por lo menos no estaba como uno quisiera. Se demoraba (otra vez), y dejaba sueltos un montón de derechos vulnerados. “No importa…ya llegará, algún día llegará. Mientras tanto, está Ayelén y su gran ejemplo de dignidad”, publicaba este medio en aquel entonces.
Algo comenzaba a cambiar
Son siete hermanos, de los tres más grandes, Ayelén era la única que estudiaba en el nivel terciario, las dos adolescentes que le siguen, van al secundario y después están los mellizos que van a primaria. Todos se manejan con el teléfono celular de su mamá, aunque la que más lo necesitaba era Ayelén que, pese a todas las dificultades, solamente se atrasaba con trabajos de Matemáticas y Ciencias Naturales. El motivo principal siempre fue la necesidad de contar con el servicio de energía eléctrica en su casa.
Hasta que por fin, como a los dos o tres meses aproximadamente de publicada la historia en Politicaconvos, algo comenzaba a cambiar.
Después de 12 años, la casa de Ayelén recibía la instalación de la luz eléctrica. Cabe hacer mención que, las instituciones que nombramos que se encuentran alrededor de la casa de la joven, sí contaban con corriente eléctrica. Incluso la escuela que estaba ubicada en frente a la casa de la familia Manchento. Ahí radicaba lo curioso de la demora en brindarles este servicio elemental y básico.
Fue aquella publicación de una de sus profesoras lo que visibilizó la historia de Ayelén. A partir de allí, este medio de comunicación replicó una y otra vez un relato cargado de emotividad y esperanzas. La familia Manchento comenzaba a soñar con poder tener luz eléctrica en su hogar después de muchos años de espera.
El paso fundamental lo inició el Sr. Sebastián Cañete, un joven técnico de La Paz, miembro de UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores), quien redactó la nota solicitando a la Cooperativa de servicio eléctrico de La Paz, la bajada de la línea eléctrica que pasaba delante de la casa, alimentaba de energía la Escuela, la Sala de salud, la Comisaría ubicada un poco más adelante pero no cubría la casa de Ayelén.
Las gestiones realizadas por Cañete fueron encaradas en los despachos de los legisladores provinciales por el departamento, además de entregar copia en la Junta de Gobierno en Tacuaras Yacaré.
Finalmente, en agosto de 2020 se hizo la luz y fue la madre de Ayelén, Roxana Paniagua, quien en aquel momento dio la noticia a Políticaconvos.
“No tengo palabras de agradecimiento. Estamos muy felices”, expresó a este medio.
EL RELATO COMPARTIDO CON PCV
“12 años que luché y no lograba conseguir una solución. Era la única que no tenía luz eléctrica, vivía a velas o candil (solar) y en el 2017 me dieron una pantalla que solo nos servía para alumbrar y no podía poner heladera, o freezer o cualquier electrodoméstico nada, solo luz para un ambiente”.
Roxana agradeció al Sr. Sebastián Cañete y confirmó que, él fue la persona que intervino por la familia al conocer el caso y gestionó la posibilidad de conexión del servicio eléctrico.
“No lo conozco personalmente pero es un buen chico, una gran persona. En junio comenzó con toda esta movida, estamos en agosto y ya tenemos luz eléctrica”, nos remarcó en esos días.
Hoy hay que agradecer a todos los que asumieron sus roles y cambiaron para siempre la realidad de esta familia. Desde la docente que compartió en su cuenta de facebook lo que estaba viviendo Ayuelén, el Presidente de Junta en Tacuaras, a cada operario de la Cooperativa de Luz, sus autoridades y logicamente, cada intermediario que se sumó a la iniciativa.
VALIÓ LA PENA
Hoy, Ayelén completó su etapa de estudiante y se ha convertido en docente.
No tengo dudas que fue una estudiante con una inmensa responsabilidad. Seguramente nacieron y se constituyeron en su blindaje, sentimientos de empatía, solidaridad, amor y resistencia por los sueños posibles. También creo, que junto a lo aprendido, esas constituirán las armas de las que dotará a sus futuros estudiantes frente al aula. Y nadie se lo tendrá que contar…ella vivió lo suficiente como para sensibilizarse ante las dificultades que puedan surgir en los suyos.
Es fácil decir o expresar lo que significa ser un profesor ejemplar, pero es difícil llegar a serlo. No tengo dudas que, Ayelén tiene el mejor punto de partida, haber sido una estudiante ejemplar.
Hoy recibe felicitaciones de muchos que quizá no conocieron su trayectoria, su peregrinaje, su lucha, o tal vez sí. Y a la espera de su título que ya comenzó a gestionar, su cara pareciera devolver lo mucho que su familia le ha dado, huellas de pasos firmes, muchas veces tristes, pero muchas más….felices.
Politicaconvos se suma a las felicitaciones y agradece a la familia Manchento por habernos compartido parte de sus vidas.