Macri desplazó a Bullrich de la conducción del partido y bloqueó la fusión con La Libertad Avanza. La delgada línea entre la búsqueda de cierta autonomía y el apoyo sin reparos a Milei. 

Por Lucía Aisicoff

Mauricio Macri hizo una demostración de fuerza en una semana crítica para el Gobierno nacional. Fue una jugada en dos tiempos: primero le marcó la cancha a la Casa Rosada con un mensaje que anticipa que su apoyo tiene condiciones, y luego bloqueó la fusión del PRO con La Libertad Avanza (LLA), desplazando a Patricia Bullrich de la conducción del partido. El expresidente imagina el inicio de una nueva etapa con mayor «autonomía» respecto a Javier Milei; un desafío complejo de ejecutar junto a dirigentes que hasta ahora apoyaron al oficialismo sin reparos.

Cuando decidió volver al mando del PRO, Macri hizo un pacto con Bullrich que consistía en elegirla como presidenta de la asamblea. Se trata de un órgano importante porque es el que habilita, entre otras cosas, los posibles acuerdos electorales. Además, en el marco de esa alianza, Bullrich ubicó a su ladero, el diputado Damián Arabia, como vicepresidente segundo del PRO, detrás de la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, vicepresidenta primera y representante de Jorge Macri en la mesa chica.

El trato entre Macri y Bullrich entró en una zona gris el último tiempo, por las diferencias notorias entre ambos, y estalló el jueves a la mañana en una reunión en el Hotel Abasto, en la que ninguno estuvo presente, pero siguieron desde sus casas el minuto a minuto. En ese encuentro, los alfiles del expresidente traicionaron el acuerdo con la funcionaria de Milei y eligieron al diputado Martín Yeza como presidente de la asamblea.

Bullrich se anticipó a la jugada de Macri y publicó un rato antes un descargo en sus redes sociales para ratificar su compromiso con Milei. «No podemos quedarnos, una vez más, a mitad de camino», dijo en una crítica dirigida al expresidente.

Cuando se concretó la jugada del macrismo, Arabia arengó a los suyos para abandonar el salón. Se fueron todos, entre gritos e insultos, en lo que simbolizó su desplazamiento del PRO. Pablo Walter, un dirigente del riñón de Bullrich, expresó el grado de malestar: «Se quedan con un partido chiquito, el partido de los amigos, el partido de los perdedores».

Idas y vueltas
El último domingo de junio, Milei celebró el acompañamiento que recibió de diputados como Cristian Ritondo, Diego Santilli y María Eugenia Vidal, entre otros, y aseguró que el PRO y LLA iban camino a una «fusión». No hubo respuesta formal del macrismo, pero las discusiones se aceleraron puertas adentro.

La primera acción de Yeza como presidente de la asamblea fue poner a consideración una moción para prohibir la posibilidad de que el PRO se fusionara con otro partido de cara a las elecciones legislativas de 2025. La decisión partidaria, aprobada por unanimidad, se reflejó en un comunicado el mismo jueves por la tarde. Fue el primer mensaje contundente luego del desplazamiento de Bullrich, quien les aseguró a los suyos que no se irá del PRO, aunque quedó en evidencia que su corriente interna estará marginada, muy lejos de la toma de decisiones.

«Apoyamos al Gobierno de Milei y a todas las iniciativas que acompañen el cambio que la Argentina votó», aclara el comunicado del PRO, que no cierra la puerta a la posibilidad de que haya alianzas electorales o competir en internas con el oficialismo en las elecciones de medio término, algo que Macri mira con buenos ojos ya que confía en que su estructura partidaria nacional le garantizaría buenos resultados frente al incipiente armado libertario.

Apenas tres días después de que Milei hablara de «fusión», Macri usó sus redes sociales para presionar a la Casa Rosada pidiéndole que cumpla con la cautelar de la Corte Suprema por la coparticipación que recibe la Ciudad de Buenos Aires. «El sacrificio que están haciendo todos los argentinos requiere de un Gobierno ejemplar, que cumpla la ley de la misma manera que la exige. Vamos en el camino correcto, no podemos desviarnos», advirtió el mensaje.

No fue una intervención casual. Desde hace al menos dos meses, el expresidente anticipó que empezaría a hacer algunos gestos de «autonomía» –la palabra que más se repitió en el PRO– frente al Gobierno nacional después de aprobarse la Ley Bases.

Yeza. Al frente de la asamblea partidaria, hizo aprobar una moción de rechazo a una eventual fusión con La Libertad Avanza. 

Hubo un ensayo en relación a la emancipación de la que habla Macri, que fue el último documento publicado por la Fundación Pensar, el think tank del PRO que dirige Vidal. El texto, que también lleva la firma de Macri, afirma que en el rumbo del Gobierno «hay más interrogantes que certezas». Si bien dice que la macroeconomía «empieza a ordenarse» con el déficit cero y la baja de la inflación, también resalta que «los ingresos no le ganan a la inflación», en una desmentida a la recuperación en V de la que hablan en la Rosada. Otra crítica apunta a Bullrich, ya que indica que los piquetes acumulan «cuatro meses de suba», a contramano del discurso de la funcionaria que se jacta de tener «la calle ordenada».

Los próximos pasos

El expresidente eligió con precisión el momento para volver a la escena pública. Quienes lo tratan en privado, coinciden en que sus críticas al Gobierno son bastante menos piadosas que las advertencias que lanza en las redes sociales. Repite en distintos ámbitos que a Milei le faltan equipos y experiencia política. Un cuestionamiento que en parte responde a su propia decepción, ya que imaginaba que el oficialismo necesitaría de los cuadros del PRO y que su integración se resolvería en una negociación suya con Milei. En ese sentido, desde un principio, Macri se encargó de subrayar que tanto Bullrich como Luis «Toto» Caputo negociaron los cargos por su cuenta, sin la intervención del partido.

El expresidente está invitado a la celebración del Pacto de Mayo el próximo 9 de julio en Tucumán. Hasta el momento, en el PRO daban por hecho que asistiría, aunque su ruptura con Bullrich y las últimas críticas lo dejan parado en un lugar incómodo.

Macri osciló durante los últimos meses entre dar un apoyo explícito a Milei y quedarse en silencio, convalidando así las medidas del Gobierno. Ahora busca empezar a hacer notar sus diferencias, pero quiere hacerlo desde un equilibrio que no quiebre su condición de aliado. El expresidente planifica un acto para principios del mes de agosto que podría convertirse en una nueva instancia para marcar la independencia del PRO. Será una tarea difícil desde lo personal y también desde lo colectivo, ya que está rodeado por dirigentes que hasta ahora votaron y defendieron con entusiasmo cada medida del Gobierno.

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