Sin reunión bilateral, el presidente argentino participó de un almuerzo de trabajo en Washington donde el presidente estadounidense Donald Trump, le ofreció apoyo financiero, pero solo si logra sostener su poder político.

Un encuentro sin foto oficial pero con mensaje político
El presidente Javier Milei no logró concretar su primera reunión bilateral con el mandatario estadounidense Donald Trump. La esperada foto en el Salón Oval no se produjo. En su lugar, el libertario argentino fue invitado a un almuerzo de trabajo en Washington junto a miembros de ambas comitivas, en el que se abordaron cuestiones económicas y políticas.
Desde el entorno de Milei, la reunión fue presentada como un “éxito diplomático” que reafirma el respaldo de Washington a su programa de ajuste. Sin embargo, el encuentro dejó más dudas que certezas sobre la magnitud y las condiciones de ese apoyo.
Agradecimientos y justificaciones desde Buenos Aires
Fiel a su estilo, Milei utilizó la ocasión para agradecer “el enorme trabajo del secretario (Scott) Bessent para ayudar a superar el problema de liquidez que tenía la Argentina como consecuencia de los ataques políticos que recibimos de nuestros opositores”.
Durante su breve exposición, volvió a culpar a los sectores “que no quieren que la Argentina abrace las ideas de la libertad sino otras perimidas que conducen al socialismo”. La retórica, repetida en cada foro internacional, fue bien recibida por los halcones del trumpismo, aunque en la práctica no hubo anuncios concretos de nuevos desembolsos ni programas conjuntos.

El respaldo condicionado de Trump
Donald Trump, por su parte, fue explícito al condicionar la continuidad del apoyo económico estadounidense a los resultados políticos de Milei en las elecciones legislativas del 26 de octubre. “Estamos acá para darte un apoyo para las próximas elecciones. Si no gana, no contarán con nosotros. Si pierde, no seremos generosos”, advirtió, según consignaron medios como Reuters y La Nación.
El expresidente republicano, que busca regresar a la Casa Blanca, también envió un mensaje geopolítico: “No quisiera que se hicieran tantas relaciones con China… eso me disgustaría”. La frase fue interpretada como una advertencia directa a Buenos Aires sobre el margen de autonomía que tendrá su política exterior si persiste en la búsqueda de inversiones del gigante asiático.
Entre el alineamiento y la dependencia
La foto del almuerzo reflejó la asimetría entre ambos líderes: un Trump que marca las condiciones y un Milei que agradece sin cuestionar. Lejos de fortalecer la posición argentina en el escenario internacional, el encuentro exhibió una subordinación política y económica que preocupa incluso a sectores del establishment local.
Si el respaldo financiero depende del resultado electoral, el mensaje es claro: la política exterior argentina se supedita a la interna norteamericana y al calendario electoral doméstico.
La ilusión del respaldo
Milei buscó mostrarse como socio estratégico de Trump, pero volvió con poco más que una promesa condicionada. No hubo reunión bilateral, no hubo acuerdos firmes, y las definiciones sobre ayuda económica quedaron atadas al triunfo republicano.
En los hechos, el presidente argentino regresará con una foto de segundo orden y una frase de compromiso incierto. La diplomacia de la “libertad” parece reducirse, una vez más, a un acto de fe ideológica más que a una estrategia de Estado.