Nadie más agradecido que Macri con el inútil conflicto universitario que decidió abrir Milei. La satisfacción de mantener el veto le salió al Presidente muchísimo más caro que el 0,14% del PBI que supuestamente se ahorró.
Por Ignacio Fidanza
El famoso take over del gobierno que Macri anticipó meses atrás, está ocurriendo. Sólo que el líder del PRO tuvo la gentileza de ponerle silenciador a la Sig Sauer con la que va ejecutando funcionarios de Milei. Y hasta ahí nomás silenciador, porque este jueves cuando los periodistas lo atropellaron en Mar del Plata a la salida de Sarasanegro, Macri no pudo con su genio y dijo: «Nos han pedido colaboración en términos de reforzar el equipo de Energía». Es evidente que la venganza se ubica entre los principales placeres del ingeniero.
La nueva secretaria de Energía, María Tettamanti, fue directora general de Gas Camuzzi, la empresa de Alejandro MacFarlane, uno de los socios de Macri en el mundo de los negocios. Como se sabe, para el ex presidente la política es un medio tan bueno como cualquier otro, para reconstruir el poderío económico que su familia perdió.
Luego de sacarse las ganas, Macri mandó a los suyos a bajarle el tono a su declaración. «Dejen que corran que la puso Bullrich, no pasa nada», fue la instrucción que burlonamente circulaba en el PRO.
Macri completa con la Secretaría de Energía una influencia determinante en el área económica. Sólo en ese mundo de fantasía que viven los libertarios es posible creer que toda la primera línea de la conducción económica del gobierno de Milei son ex funcionarios de Macri, pero que ya no reportan ni tiene vínculos con Macri. Es como ser un indio rodeado de cowboys y creer que son todos indios porque andan a caballo.
Toto Caputo, Santiago Bausili, Pablo Quirno, Vladimir Werning, Juan Pazo, Daniel González, todos fueron funcionarios de Macri y más allá de los tuits de barricada -que nunca se le niegan a un libertario-, piensan como funcionarios de Macri. Para decirlo fácil: son liberales, no libertarios. Creen que el Banco Central es un resorte clave de la política económica, como quedó claro en las recientes jornadas monetarias.
Macri también ubicó, en este jueves de ajuste de cuentas, a Eduardo Bustamante como número dos de la Cancillería. Siguiendo el libreto de la Casa Rosada, los libertarios y la prensa amiga también dirán que es de Patricia Bullrich. No cambia nada.
Pero la avanzada no termina allí. Macri está trabajando el ingreso de Luciano Laspina al Banco Nación y de Martín Maquieyra a YPF. El problema es que ambos son diputados y el ex presidente quiere ver con lupa quien asumiría en su lugar. De eso se está encargando Cristian Ritondo que fue clave en el aterrizaje del acuerdo entre Macri y Santiago Caputo, para blindar el veto universitario.
El mago del Kremlin esta vez fue por lana y terminó esquilado: se quedó con los universitarios del país insultando a Milei y Macri con los cargos. En el gobierno incluso se comentaba que pronto el líder del PRO podría coronar su otro objetivo: la Hidrovía. Un disgusto para Fernando Cerimedo y su socio Agustín Romo, que como muchos libertarios encuentran su lugar bajo el sol en la confrontación con el ex presidente. «Basta Mauricio Macri no te vamos a dar la Hidrovía», escribió Romo.
Como sea, este desembarco de Macri fue una sorpresa sólo para los que gustan ser sorprendidos. Hace dos semanas LPO reveló que Sandra Pettovello, la ministra favorita de Milei, corrió a ver a Macri para pedirle ayuda ante sus problemas judiciales. El ex presidente le puso a Germán Garavano a coordinarle los abogados y empezó a desplegar su lobby judicial. A cambio, Pettovello le entregó cargos claves en su mega ministerio, donde Macri ya había puesto un pie con el secretario de Trabajo, Julio Cordero. La camporista devenida en ultra pettovellista , Leila Gianni, fue víctima de ese giro.
Es curioso como se dan las cosas. Sandra Pettovello y Victoria Villarruel, dos de las tres mujeres más poderosas del gobierno de Milei, se reportan con Macri. Sólo falta que la hermana se acerque a Los Abrojos.
Sin embargo, nada de esto es inesperado. Milei es un presidente débil en términos de estructura y cometió la torpeza de exhibir esa debilidad con la innecesaria pelea del veto universitario. Al inicio de su gobierno se abrió la duda si ante su primer crisis seria, buscaría un acuerdo de gobernabilidad con el peronismo o con Macri. Estiró todo lo que pudo la indefinición, pero hasta acá llegó. Y aunque parezcan años, pasaron apenas diez meses.