La investigadora Daiana Capdevila ganó la cuarta edición del Premio Fima Leloir 2023 por su investigación. «Hacer ciencia en Argentina es pasión y compromiso con la sociedad», declaró.
La doctora en Química Daiana Capdevila, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA, CONICET-FIL) ganó la cuarta edición del Premio Fima Leloir «a la excelencia de Jóvenes Investigadores» por sus investigaciones en unas proteínas clave para la adaptación de las bacterias al medio, lo que a futuro puede llevar a múltiples desarrollos como nuevos antibióticos, métodos de diagnóstico y sensores ambientales. Se trata de un certamen impulsado por Josefina «Fima» Leloir, sobrina y ahijada del Premio Nobel de Química en 1970 que tiene por objetivo estimular las carreras de quienes investigan en la Argentina.
La jefa del Laboratorio de Fisicoquímica de Enfermedades Infecciosas de la FIL, donde dirige un grupo de siete personas, estudia a nivel atómico la resistencia de bacterias patógenas a los antibióticos y el sistema inmune. «La ciencia es un fenómeno colectivo que no lo hacemos sólo los científicos, sino los comunicadores, los educadores, las instituciones públicas y privadas», declaró Capdevila tras el premio recibir el galardón.
¿De qué trata la investigación?
Recibida en la Universidad de Buenos Aires, Capdevila descibió su investigación: «Las bacterias patógenas se enfrentan a distintos tipos de estrés al colonizar el hospedador humano. En mi laboratorio nos interesa comprender cómo la evolución bacteriana le permite la supervivencia a pesar de estas condiciones adversas o, incluso, en presencia de antibióticos. Las bacterias exitosas son capaces de obtener y acumular compuestos que les proveen protección”. «Por un lado, nos hacemos preguntas biofísicas muy fundamentales sobre cómo funcionan estas proteínas que nos pueden dar respuesta de cómo las bacterias responden a situaciones de estrés; y, por otro, lado tenemos preguntas más biomédicas porque descubrimos muchas de estas proteínas nuevas son importantes para que las células se adapten a condiciones en las que hay mucho azufre», concluyó la doctora.
«Este nuevo premio llega en un momento de mucha incertidumbre en Argentina, sobre todo en el ámbito científico-tecnológico, y que haya personas e instituciones apostando a científicos jóvenes en nuestro país es sumamente valioso», cerró la científica de 36 años en la ceremonia donde también recibieron menciones especiales los doctores Matías Capella, del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) en Santa Fe; y Luis Ibarra, del Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud, del Conicet y la Universidad Nacional de Rio Cuarto, Córdoba.