A propósito de la violencia narco vivida en las últimas horas, en un país marcado por profundas desigualdades, las palabras del presidente Javier Milei se vuelven más que meras provocaciones.

(imagen ilustrativa – pasillo de la Villa 31)

Por Roberto García

El mensaje peligroso desde la cima del poder

Cuando el mandatario asegura que “los códigos de la mafia son mejores que los de la política”, lo que transmite es una legitimación de la violencia, de la intimidación y de la ley del más fuerte como regla de convivencia. Esa frase, lanzada con la liviandad que lo caracteriza, no solo deslegitima a las instituciones democráticas: también habilita, simbólicamente, a que en los márgenes de la sociedad se impongan lógicas de sometimiento y miedo.

Dólares sin origen y la sombra del narcotráfico

El oficialismo libertario ha insistido en que los ciudadanos deben poder disponer de dólares sin tener que dar explicaciones sobre su procedencia. La propuesta, presentada como una defensa de la libertad individual, esconde un costado inquietante: la habilitación de un circuito financiero donde el dinero del narcotráfico, la trata de personas o el contrabando puede blanquearse con facilidad. En un país donde el crimen organizado avanza cada día más sobre los barrios populares, esa política no es neutral: es combustible para estructuras mafiosas que se alimentan del silencio estatal.

La sociedad fisurada y la ausencia del Estado

El triple femicidio en Florencio Varela expuso crudamente lo que significa vivir en una sociedad fisurada. Tres mujeres asesinadas en un contexto de precariedad, con un Estado ausente que no protege ni previene, son el espejo brutal de lo que ocurre cuando la política se retira y deja el terreno libre a la violencia estructural. La falta de políticas públicas, de empleo, de proyectos de vida, de dispositivos de cuidado y de intervención temprana son también responsables de un crimen que no puede explicarse únicamente como un hecho individual.

(imagen ilustrativa – mural del triple crimen de Chipolletti)

Reflexión necesaria

Los femicidios, el narcotráfico, la marginalidad y la violencia no surgen de la nada. Son el producto de una combinación peligrosa: un discurso oficial que relativiza la democracia y normaliza la mafia, una economía que habilita el dinero sin controles y un Estado que abandona a los más vulnerables.

Si aceptamos que los códigos mafiosos son “mejores” que los democráticos, si naturalizamos que el dinero puede circular sin preguntar de dónde viene, y si toleramos que la violencia se multiplique en los barrios olvidados, entonces ya no estamos hablando solo de una sociedad en crisis: hablamos de una sociedad rota.

El triple femicidio de Florencio Varela no es un hecho aislado. Es una advertencia.

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