El gasoducto Néstor Kirchner se financiará, en parte, con fondos de una ley que el MPN rechazó en el Congreso. Sigue la disputa por la construcción de una épica petrolera. La insumisa relación con los poderes reales que propone Cristina incomoda al partido provincial.
Por Gerardo Bilardo
Con parte de los fondos de una ley que el Movimiento Popular Neuquino rechazó en el Congreso de la Nación apelando a argumentos antidistributivos y de protección a los sectores económicos más concentrados de la economía, avanza el proyecto para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, una obra de 3.400 millones de dólares que se hará en dos etapas y que pondrá fin al actual tapón que tiene la producción de Vaca Muerta para salir a los principales centros de consumo.
«Está en el podio de las tres obras de desarrollo energético, económico y social del país», dijo con pragmático entusiasmo Gutiérrez en aquel discurso ante los diputados. Poco más de un año antes, el exgobernador y principal referente del sector oficialista en el MPN, Jorge Sapag, se había expresado en contra del proyecto del aporte solidario de las grandes fortunas.»Tenemos que apuntar a los que no contribuyen, a los que evaden, a la economía en negro», opinó en octubre del 2020 con tono liberal, y un mes después su partido materializó ese rechazo con el voto en contra de la iniciativa a través de su hermana, la exdiputada Alma Sapag.
En las filas del oficialismo provincial y alrededores ya no se escuchan voces que cuestionen a un gasoducto que se financiará parcialmente con recursos que salieron de los bolsillos de los más ricos del país, fruto de la medida más importante en materia de redistribución de recursos tomada por el gobierno de Alberto Fernández hasta el momento. El aporte solidario gravó con el 2%, y por única vez, a las personas físicas con patrimonios superiores a los 200 millones de pesos. Fue una respuesta del Estado para atender las urgencias derivadas de la pandemia, pero además la ley estableció que un 25% de los fondos recaudados serían destinados al desarrollo del sector hidrocarburífero; y en eso andan Alberto Fernández y su secretario de Energía Darío Martínez.
El próximo jueves estará en Neuquén el Presidente en el yacimiento de Loma Campana, la primera experiencia a gran escala del fracking motorizada por YPF en asociación con Chevron. Ya estuvo en ese lugar en el 2020, cuando puso en marcha una nueva etapa del Plan Gas, incentivo estatal a la industria. Y Fernández viene ahora para el lanzamiento formal del nuevo gasoducto troncal, según lo anunció Gutiérrez durante la semana que pasó. Se espera la difusión de algunos detalles de la licitación de la primera etapa que implica una inversión de más de 1.500 millones de dólares.
La fecha de la visita coincide con el mes aniversario de las decisiones encadenadas que tomó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que culminaron con la reestatización de YPF en 2012, una medida política que tuvo resistencia inicial del entonces gobernador Jorge Sapag que mantenía, al igual que su antecesor en el cargo Jorge Sobisch, relaciones bien aceitadas con la española Repsol, por entonces dueña de la mayoría de las acciones de la petrolera nacional.
El apellido Kirchner hace tiempo que provoca rechazo en las filas del oficialismo. Sienta mejor el de Massa o el de Fernández, en ese orden. Y la construcción del Frente de Todos los ha desorientado un poco, como a la derecha argentina que trabaja incansablemente por romperlo desde el momento de su creación. Pero si se trata de Cristina, el esfuerzo por digerir el apellido es mayor dentro del MPN, a pesar de que en el 2011 el partido provincial, en una decisión inédita, la incorporó como candidata a presidenta en su boleta electoral.
El estilo de relación insumisa que propone Cristina con los poderes reales es uno de los motivos que provoca esta incomodidad. Los poderes reales están muy presentes en esta provincia y ahora muy concentrados en Vaca Muerta. «Las desigualdades no nacen por un orden natural sino que son producto de decisiones políticas o de falta de decisiones políticas», dijo la vicepresidenta el miércoles en el discurso de apertura de la sesión plenaria de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana. La frase de amplio espectro se puede aplicar en diferentes escenarios. Vaca Muerta puede servir para profundizar o achicar las desigualdades en la provincia y en el país. Dependerá de las decisiones políticas.
El proyecto que Mauricio Macri anunció y no hizo, y cuya licitación frenó después de perder las PASO en el 2019, ahora tiene nombre y apellido, aunque el gobernador, en el discurso del 1 de marzo en la Legislatura, lo llamó «gasoducto a Salliqueló», una «ninguneada» de aquellas que permite ver cierto desagrado del oficialismo provincial con la denominación elegida (tal vez el MPN pensaba en ponerle el nombre de algún Sapag).
Fuente: (Va con Firma)