Xiomara Castro es la primera presidenta de Honduras. Feminista, favorita del voto joven, heterodoxa y pragmática. Fundadora de fuerzas políticas y de otras formas de hacer política: parece interpretar los desafíos que el progresismo tiene en nuestra región. Llega para gobernar un país cruel. Antes del golpe de Estado que derrocó a Mel Zelaya, fue primera dama. Pero Xiomara es Xiomara como lo fue, de alguna manera, Cristina Fernández con Néstor Kirchner.
Por Esteban De Gori
Doce años después del golpe de Estado de 2009 la alegría vuelve a las calles de Honduras.
Xiomara Castro (62) es la primera presidenta de su historia. Logró ese triunfo con un piso histórico de participación (68%), con un enorme apoyo del voto joven y un resultado electoral (53%) que ningún hombre había alcanzado. Llega con una alianza heterogénea y con una expectativa social que no se ve desde hace tiempo.
El país se empapeló con su cara y esos gestos que la caracterizan: firmeza y persistencia. Está preparada para gobernar un país cruel.
El laboratorio político de resistencia al golpe de Estado en 2009 que derrocó a Mel Zelaya, su marido, impulsó a la nueva presidenta a construír una plataforma política competitiva y diversa tanto en el territorio nacional como en el mundo de los acuerdos internacionales. Incorporó movimientos campesinos, ambientalistas, sindicatos, feministas y disidencias sexuales. En el mundo empresarial fue logrando, a través de los años, mayores adhesiones. Estableció nuevas trayectorias y conversaciones más allá de Centroamérica. Tomó cierta distancia del espacio “bolivariano” y logró el apoyo de los demócratas norteamericanos (preocupados, entre otras cosas, por sus caravanas migratorias, la corrupción y un narcotráfico instalado en el corazón del Estado). El hermano del presidente saliente Juan Orlando Hernández (Partido Nacional) está preso “de por vida” en Estados Unidos por tráfico de drogas. Y se sospecha que este mandatario se encuentra implicado.
Xiomara Castro no es una política outsider. Menos un “producto novedoso” de la resistencia al golpe en 2009. Proviene, al igual que su marido y expresidente Mel Zelaya, del tradicional Partido Liberal. Empresaria. En los 80 tuvo un rol central en la conformación del movimiento femenino de ese partido. Su participación en la campaña electoral de 2005 que llevó a Zelaya al poder fue significativa, como su intención en el polémico rol de primera dama.
Es una lideresa que se afirmó y se posicionó en decisiones audaces. Que entendió e intervino en una dinámica política beligerante y en mutación. Siempre estuvo asediada. Sabe hacer política bajo presión.
Meses antes del último proceso electoral (2021) existieron amenazas de golpe y fraude por parte del gobernante Partido Nacional y de las Fuerzas Armadas. Amenazas que fueron desactivadas por un funcionario del gobierno de Joe Biden. Este gobierno entendió que la apuesta del trumpismo a políticos como Hernández terminó perjudicando a la política norteamericana. Xiomara se vuelve más confiable, sobre todo en momentos en los que Washington mantiene relaciones tensas con Guatemala, El Salvador y Nicaragua. La nueva presidenta y su alianza política ganaron en el momento indicado. La presencia de la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris en el acto de asunción se explica, en parte, por la posición estratégica que asume Honduras para el proyecto de los demócratas.
Si consideramos toda su trayectoria desde los años 80, es recién a partir de 2009 que en su vinculación con la movilizacion callejera y social se transforma en una dirigenta de alcance nacional. En ese año se producen movilizaciones sociales inéditas en todo el país contra el golpe. Ella dirige el Frente Nacional Resistencia Popular (2009) y, además, logra establecer con Zelaya y otros referentes que dejaron el Partido Liberal una nueva estructura partidaria denominada LIBRE (Libertad y Refundación, 2011) que representará la desestructuración de un bipartidismo que persistió más de 100 años. 2009 es un momento creador de espacios politicos. No solo surgirá LIBRE de Xiomara sino también el PAC (Partido Anti Corrupción) de Salvador Nasralla.
El golpe de Estado contra Mel Zelaya despertó el rechazo de varios gobiernos de la región, de la OEA y de su Secretario General Jose Miguel Insulza. El presidente hondureño que fue llevado a la fuerza por los militares a Costa Rica intentó regresar al país desde Estados Unidos en un vuelo en el que lo acompañarían Cristina Fernández de Kirchner, Fernando Lugo y Rafael Correa. En la asunción de Castro, solo está CFK para representar al gobierno argentino. Es la única que ha logrado persistir en el poder institucional de todos aquellos presidentes y presidentas que marcaron un ciclo progresista en la región a principios del 2000.
La potencia de la calle en momentos de postgolpe, la gravísima crisis social y la conglomeración de diversas demandas populares la impulsaron a la construcción de un espacio de izquierda amplio, heterogéneo y con una voluntad de diálogo cada vez mayor.
Xiomara algutinó a los espacios políticos críticos de la experiencia autoritaria del Partido Nacional, de las propuestas conservadoras y de las prácticas de corrupción. Emprendió esta odisea con audacia y cálculo político. Supo cuándo encabezar el binomio presidencial y cuándo acompañar. Se presentó en las elecciones de 2013 y 2017, y la tercera fue la vencida.
Paciencia, audacia y (re)construcción son parte de un recorrido biográfico que se amalgamó en la polarización que dejó el golpe, en la deslegitimación del dominio del Partido Nacional (espacio que se mantuvo en el poder desde 2009) y en la profundización de la pobreza y desigualdad durante la pandemia.
Su biografía politica indica que Xiomara Castro participó en las grandes rupturas politicas del siglo XXI hondureño. Con el proceso de resistencia al golpe se rompió el histórico bipartidismo (Partido Liberal versus Partido Nacional). Esto implicó la ruptura con el Partido Liberal y la conformación del Partido LIBRE (Libertad y Refundación). Castro no sólo interrumpe la continuidad de hombres en el poder: construye una dupla política eficiente y de paridad con Mel Zelaya poniendo en duda las miradas conservadoras. Xiomara es Xiomara, como lo fue, de alguna manera, Cristina Fernandez con Néstor Kirchner.
Otra virtud que le da profundidad a su haber dirigencial: la capacidad de realizar alianzas y volverse confiable para un amplio sector empresarial y para países como Estados Unidos. El acuerdo político con Salvador Nasralla –hoy su vicepresidente-, jefe del Partido Salvador de Honduras (fundado en 2021), le permitió ampliar adhesiones en sectores que desconfiaban de LIBRE y de la izquierda pero ven la incorporación de Nasralla como parte de un giro moderado. Xiomara, a diferencia de Mel Zelaya en su experiencia presidencial, logró una mayor base de sustentacion nacional como internacional.
No será fácil la gobernabilidad en un país arrasado. La situación social es acuciante, y más después de la pandemia. El 70% de la población hondureña es pobre. Tienen una de las tasas más altas de homicidios en el mundo. El déficit fiscal y el endeudamiento colocan al Estado hondureño en una institución incapaz de sostener políticas públicas.
Desde su triunfo en noviembre de 2021, Xiomara se reunió con diversos grupos sociales. La agenda es amplia y urgente. También lo son las demandas ambientales y de derechos humanos. Los asesinatos de la militante ambiental Berta Caceres (2016) y de la activista trans Thalia Rodriguez (2022) son parte de un universo de violencias que la nueva presidenta deberá contrarrestar. El debate por la legalización del aborto tiene un cepo en el Congreso hondureño, pero algunas legisladoras y legisladores de LIBRE están dispuestxs a darlo.
El estilo de liderazgo que Mel Zelaya imprimió a su gobierno y que Xiomara Castro continúa podría definirse como una combinación de heterodoxia y pragmatismo. Esto la llevó a establecer alianzas sociales con espacios que no podrían referenciarse directamente con el universo progresista.
La decisión de no invitar a su asunción a los presidentes de Venezuela, Nicaragua y Cuba tiene dos lecturas posibles: una, no tensionar la relación con Estados Unidos y otra, comenzar a establecer nuevas referencias del progresismo latinoamericano. El recién electo presidente chileno Gabriel Boric, el peruano Pedro Castillo y Alberto Fernández también manifestaron distanciamientos o “prudente distancia” con Nicolás Maduro y Daniel Ortega, y puede que este gesto se extienda a dirigentes como el colombiano Gustavo Petro, que este año vuelve a candidatearse a la presidencia de Colombia.
La asunción de Xiomara marca un día histórico para Honduras. El ciclo trágico abierto por el golpe de Estado empieza a cerrarse. Ojalá que la audacia, el cálculo político y la fortuna la acompañen.
Fuente: (Revista Anfibia)