El 2021 estuvo atravesado por la aplicación masiva de la vacuna contra el Covid, los comicios de renovación legislativa, el grave problema inflacionario y la negociación con el Fondo Monetario. El gobierno intenta frenar los aumentos de precios con evidentes desórdenes internos.
Por Miguel Croceri
En el año que finaliza dentro de pocas semanas la humanidad siguió/sigue soportando la tragedia del Covid-19. Dentro de ese contexto, Argentina llevó/lleva a cabo los operativos de vacunación más grandes jamás realizados y tampoco nunca imaginados. Fue/es una de las características más destacadas y con dimensiones históricas que tiene este 2021, aunque poco se hable de ello en los diferentes análisis de la realidad nacional (excepto la información que da a conocer la aplicación de nuevas dosis, turnos y modalidades respectivas, etc.).
Otro hecho saliente del año fueron los comicios legislativos de mitad de mandato -en el medio del periodo gubernamental que va de diciembre/2019 hasta diciembre/2023- en sus dos etapas: las PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias) del 12 de septiembre, y la elección general del 14 de noviembre. (Las fechas originales de votación previstas por ley no eran esas, sino que mediante una ley especial se dispuso una postergación debido a la emergencia sanitaria causada por la pandemia).
Los resultados adversos para el Frente de Todos, que de todos modos celebró haber reducido en la segunda instancia la desventaja que había sufrido en la primera, dejaron a la coalición gobernante a nivel nacional sin mayoría en las dos cámaras Congreso, lo cual agrega nuevos obstáculos para desempeñar el segundo bienio de su gestión.
Este 2021 fue también el año donde volvió a agravarse la inflación, uno de los problemas más difíciles y persistentes de la economía nacional, que afecta cotidiana y dramáticamente a las economías familiares de las clases sociales bajas y medias.
Muy probablemente el Índice de Precios al Consumidor (IPC) anual será superior al 52 % (en los próximos días se conocerán los datos oficiales de noviembre, a los que luego se deberán agregar los de diciembre). Las cifras probables serían prácticamente iguales a las que dejó el gobierno de Mauricio Macri, de casi 54 % (53,83 %) de inflación en 2019.
Al concluir sus cuatro años de mandato el macrismo había llevado los precios a su nivel más alto en tres décadas, desde la hiperinflación de los años 1989 y 1990. (Precisamente cuando terminaba la etapa de Cambiemos, el portal Infobae, aun siendo propagandista de esa gestión, destacó el récord inflacionario de entonces. Nota del 08/12/2019).
Economía y salud en simultáneo
Aparte (o en realidad, además) de los asuntos hasta aquí mencionados como sobresalientes de lo que ocurrió/ocurre en 2021 en Argentina, este mes de diciembre probablemente deparará novedades acerca de otro de los gravísimos daños perpetrados al país por el régimen de derecha que encabezó Macri: la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Informaciones de acceso público y análisis de especialistas indican que en los próximos días o semanas podría concretarse un pre-acuerdo entre el gobierno nacional y el “staff” -como se denomina en el argot del poder a los “técnicos” del Fondo, es decir al segundo nivel de decisión que está por debajo del “directorio ejecutivo”- de la institución financiera que representa los intereses del capitalismo mundial y de todas las superpotencias (no solo Estados Unidos, sino también China y Rusia).
Los términos de dicho pre-acuerdo serán sometidos a consideración del Congreso a través de un proyecto de ley denominado “Plan económico plurianual para el desarrollo sustentable”, según anunció el presidente Alberto Fernández en el discurso que emitió -previamente grabado- la noche del domingo de elecciones, mientras se hacían públicos los resultados del comicio. (Reporte de la agencia de noticias Télam, nota del 15/11/21).
La concreción de un pronto entendimiento entre las autoridades argentinos y el Fondo Monetario es una posibilidad se develará con el transcurrir de los días o semanas venideros. Como es habitual en este tipo de asuntos, las negociaciones son reservadas.
En caso de hacerse efectivo el acuerdo, será un tema excluyente de la agenda pública en el final de este año donde la vacunación -que hasta el momento permitió una fortísima disminución de la gravedad de la pandemia-, las elecciones, la inflación y la deuda con el FMI atravesaron a la sociedad, a la política y a la economía.
Todo ello ocurrió y ocurre en simultáneo con la tragedia cotidiana pero anónima de las personas que mueren por Covid, con el sufrimiento de aquellas que enferman gravemente, y con la angustia y preocupación de quienes se contagian aunque sin padecer consecuencias serias o importantes.
Junto con esa realidad difícil para la salud de miles de familias y dolorosa al extremo cuando se pierde la propia vida, el conjunto de las clases sociales populares confronta diariamente con distintos problemas económicos que perjudican su bienestar o incluso su subsistencia.
El más dramático y terrible es no tener para alimentarse. Pero aún para quienes tienen cubiertas las necesidades básicas, los aumentos de precios son una complicación que genera, a su vez, un malestar social generalizado y con efectos políticos que pudieron observarse en los resultados electorales.
Precios y funcionarios
Desde hace casi dos meses el gobierno viene intentando una nueva estrategia ante el problema de los precios. La etapa actual tiene nombre y apellido: Roberto Feletti, el secretario de Comercio Interior designado en ese cargo el 13 de octubre, justo un mes después de las PASO.
El funcionario es un militante político y economista de probada honestidad, capacidad técnica y larga experiencia en cargos públicos. Su misión es ciclópea, porque consiste en tratar de poner límite a la voracidad y rapiña de los grandes conglomerados capitalistas que dominan los mercados de artículos esenciales.
Apenas asumió, puso el foco en el precio de los alimentos y luego de los medicamentos. La eficacia de las medidas dispuestas aún no puede evaluarse cabalmente por el corto tiempo transcurrido, pero al menos su nombramiento y su desempeño constituyen señales de que las máximas autoridades del país pretenden abordar con mayor firmeza un desafío que es, al mismo tiempo, económico y político.
Pero el combate contra la inflación, y dentro de ello la estrategia en materia de precios, requiere de una fortaleza política que excede en mucho a las condiciones o intenciones de un funcionario. Y en ese sentido, Feletti sufre una visible carencia de poder real dentro del propio elenco gubernamental.
La semana pasada fue desautorizado, en los hechos, al no poder continuar en su cargo Débora Giorgi, la subsecretaria que él había elegido para que integrara su equipo. También con larga experiencia en altísimas funciones -nada menos que ministra de Industria en el gabinete de Cristina Kirchner, por ejemplo- Giorgi dejó el cargo luego de ejercerlo por más de 50 días pero sin haber recibido en ese tiempo el efectivo nombramiento por parte de la presidencia de la Nación. Versiones periodísticas coincidentes afirman que no contaba con el respaldo del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. (Algunas referencias al caso fueron publicadas por Página 12, nota del 03/12/21).
Al día siguiente del “episodio Giorgi”, tuvo lugar por primera vez una reunión -al menos que se haya informado públicamente- entre el secretario Feletti, su superior institucional que es el propio Kulfas, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, junto con su viceministro Fernando Morra. (Información de elDiarioAr, nota del 04/12/21).
Quizás ese encuentro entre cuatro responsables determinantes de la política económica, algo que debiera ser habitual en un equipo de gobierno que esté funcionando con un buen nivel de articulación interna, haya sido un intento por reparar evidentes desórdenes entre funcionarios y áreas de gestión en la presidencia de Alberto Fernández.
Próximos dos años
De los temas abordados en este artículo, puede afirmarse que la vacunación contra el Covid es un tema ajeno a los discursos públicos. En parte porque la derecha mediática y política así lo quiso. Lo cierto es que nunca se reflexiona sobre la prioridad absoluta que tuvo y debe seguir teniendo la inmunización colectiva, así como la imprescindible inversión económica que representa la compra de las vacunas, y el gigantesco esfuerzo organizativo del Estado, en sus niveles nacional, provinciales y municipales, para aplicarlas al conjunto de la población.
En tanto, las elecciones han dominado por su propio peso gran parte del corriente 2021, y sus consecuencias marcarán los próximos dos años de la política nacional. Durante esta semana -jurídica e institucionalmente a partir del viernes- las cámaras del Congreso Nacional empezarán a funcionar con la nueva composición surgida, parcialmente, del reciente proceso electoral.
La inflación amenaza con persistir o eventualmente agravarse en el corto o mediano plazo. El gobierno despliega un intento por frenar la escalada de precios pero los poderes económicos que debe enfrentar son inmensos, y además semejante tarea se complica por los propios conflictos entre funcionarios y áreas que debieran actuar en conjunto.
En torno de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional puede haber novedades en el término de días o semanas, o tal vez ya avanzado el verano. En cualquier caso, las consecuencias de esa catastrófica deuda determinarán la vida del pueblo argentino durante un tiempo inevitablemente largo.
El Frente de Todos trata de fortalecerse para el ejercicio del poder en los próximos dos años. Por eso, por tercera vez en menos de dos meses convoca a una movilización popular en plaza de Mayo este 10 de diciembre. Cuando se celebre el Día de los Derechos Humanos y se cumplan 38 años del fin de la dictadura genocida.
En esa jornada, además, estarán faltando diez días para otra efeméride de la historia reciente: los 20 años del estallido social de 2001.
Fuente: (Va con Firma)