A enorme diferencia de agosto de 2020, ahora tenemos vacunas. La gran campaña –inédita a nivel global, nacional y provincial, aún con la enorme y vergonzosa desigualdad en la distribución mundial-, nos coloca en una nueva etapa de la pandemia.

En agosto de 2020, cuando aún las cifras de contagiados y fallecidos por Covid-19 no se habían disparado exponencialmente en nuestra provincia, opinábamos en otro medio de difusión local, https://www.rionegro.com.ar/ser-o-no-ser-contacto-estrecho-esa-es-la-cuestion-1477501/, que era muy relevante, que quienes estaban a cargo de la comunicación social en estos tiempos, trabajen en el concepto de “contacto estrecho” y como mostrarle a la comunidad que debe/puede hacer en distintas situaciones para no transformarse en un contagiado más.

Ser contacto estrecho, ahora ya lo sabemos todxs, implica que debemos aislarnos. De lo contrario, podemos –aún sin quererlo ni saberlo- contagiar con una enfermedad que puede resultar mortal, a seres queridos o a desconocidos. En nuestra experiencia en epidemiología en terreno sobran los ejemplos de esto último: la desazón que experimentan nietas/os que contagiaron abuelas/os que terminaron su vida en terapia intensiva han sido huellas imborrables de estos tiempos.

Decíamos entonces, a 5 meses de iniciada la pandemia, que “los contagios sostenidos aumentan la posibilidad de que sean contagiadas algunas personas que pueden sufrir gravemente la enfermedad. Ello acarreará más pacientes graves y más muertes evitables”. No era difícil aventurar esas opiniones, aun cuando preferiríamos habernos equivocado.

También opinábamos que “es difícil imaginar que, sin cambio alguno, la tasa de casos y muertes disminuya. Ello solo sucederá si logramos un distanciamiento social eficaz para evitar la propagación del virus…” y recalcábamos ya en ese momento que ello “implicaría un estrés, sufrimiento y contagios del personal de salud -que en algunos casos ya está al límite- incalculables”.

Nos seguimos preguntando un año y medio más tarde: ¿Cómo hacer para que nuestra comunidad aprehenda y haga propios los cuidados necesarios para “evitar ser contacto estrecho”? ¿Cómo hacer para vivir sin miedo, pero con la precaución permanente de mantener las normas recomendadas de distancia y protección solidarias? ¿Cómo trabajamos comunicacionalmente esto?

Aun cuando las variantes actuales parecen ser más benignas y mientras las recomendaciones oficiales van en sentido de relajar medidas de aislamiento para contactos con vacunación al día, no debemos olvidar que no transformarse en contacto estrecho es posible. Las responsabilidades son individuales, institucionales, sociales y gubernamentales.

Recapitulamos: podemos tener acceso a información de calidad. La hay en las fuentes oficiales. También hay información valiosa en redes sociales, pero no siempre es sencillo separar paja de trigo, aun para ojos avezados; y lo más relevante, debemos tener posibilidades de recrear esa información y readecuarla a la cotidianeidad familiar, laboral y social. Como todo mensaje general, el mismo debe ser readecuado a las situaciones concretas en que habitan las personas, con sus particularidades culturales y comunitarias: esto es premisa básica de la comunicación comunitaria/territorial, y debemos admitir –no sin enorme pesar- que poco de esto ha sucedido en nuestra región.

A enorme diferencia de agosto de 2020, ahora tenemos vacunas. La gran campaña –inédita a nivel global, nacional y provincial, aún con la enorme y vergonzosa desigualdad en la distribución mundial-, nos coloca en una nueva etapa de la pandemia. Reforzar la cobertura universal es tan relevante en esta fase como esa educación para la salud para evitar los contagios, que no hemos podido construir hasta ahora.

Ya habrá momento para reflexionar acerca de las responsabilidades oficiales en relación a los modelos comunicacionales elegidos, con escasa/nula participación comunitaria y con inapreciable segmentación y adecuación territorial/etaria/social/cultural.

Hoy, y como siempre, la tarea sigue siendo proteger a los más vulnerables, aquellos que pueden sufrir gravemente una enfermedad que pronto pasará a ser una más de las infecciones respiratorias estacionales, con vacunas disponibles –y posiblemente tratamientos eficaces- para morigerar su efectos.

Fuente: (Va con Firma)

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