“Hay que estar bien para atender a los familiares de los difuntos”

“Acá se hace todo a pulso; son tres punteadas bien hechas, de dos metros veinte por ochenta de ancho, y lleva un metro de hondo. Es para un solo cuerpo. En enero, con los calores, hemos tenido que hacer fosas también”. La frase corresponde al testimonio de Roque Fernández, un trabajador municipal en el Cementerio de la Santísima Trinidad, de donde está por jubilarse después de treinta años de trabajar como sepulturero. Precisamente en el Día del Sepulturero, radio “Costa Paraná” dialogó con él, en una entrevista donde comentó algunas singularidades de esa labor.

El Día del Sepulturero es el 17 de marzo y las razones para esa efemérides hay que encontrarlas en la tradición cristiana y, específicamente católica debido a que se refiere al santoral registrado por la Iglesia de Roma: esta jornada se recuerda a San José de Arimatea, a quien se identifica como el propietario del sepulcro donde, según tales creencias, fue depositado el cuerpo de Jesús de Nazaret, durante los tres días en que permaneció muerto, antes de la resurrección y ascenso a los cielos.

Lo cierto es que el 17 de marzo el gremio encontró en esas razones una buena fecha para recordar, homenajear y reconocer la labor de trabajadores funebreros en general, y de sepultureros en particular.

“Uno de los principales trabajos que hoy día tiene un sepulturero es el de los traslados de restos. Y para eso deben cavar las tumbas y retirar los restos hasta el rodado que los lleva a los cementerios privados, como lo indica la modalidad de este tiempo”, contó Fenández en la charla radial. Y agregó, en referencia a la labor: “También está lo que se llama reducciones en tierra. Todo se hace a pulso; con pala de punta. Puntear, sacar, reducir el cuerpo y depositarlo en una urna, para llevar a Parque de la Paz o Solar del Río o, por ahí, lo ponen junto a otro familiar”.

El trabajador contó en el programa “Para empezar”, que trabaja hace unos 30 años en el cementerio municipal, y que acreditaba experiencia de trabajador municipal una década antes de eso, cuando desarrollaba tareas de recolector de residuos. Contó que era la época de los tachos de basura que se vaciaban en los tractores municipales que recorrían la ciudad.

¿Cómo es trabajar con la muerte tan cercana? Eso se quiso saber desde el estudio radial. “Uno se habitúa como cualquier trabajo. Pero uno siempre tiene que estar bien y atender bien porque la gente viene dolorida en ese momento de los sepelios. Antes de ser sepulturero fui carrero y ahí tenía que atender a la gente. Tenía que estar siempre tranquilo porque ellos (los deudos de las personas difuntas) vienen mal, con una muerte tan cercana”, testimonió.

Contó algunas anécdotas y dijo que el que se desarrollaba en ese momento fue el segundo reportaje que respondió en su vida. Otro fue cuando un canal de televisión local quiso saber de un perro que se quedó a vivir en el cementerio el día que sepultaron a su dueño. Y contó, a pedido, nuevamente la historia esa. “El perro se quedó un tiempo al lado de la tumba, y acá lo antendíamos, le dábamos de comer y se quedó acá como el Viejo Negro”, contó.

Roque Fernández naturalizó el cementerio y sus características como quien naturaliza su propio trabajo. Eso hizo que pueda recorrer los 9 kilómetros de superficie, de noche, sin ningún temor, miedo, sugestión.

“Ando de noche pero nunca sentí miedo. Incluso -contó- viví por Ameghino y entrábamos por detrás, lloviendo, tronando pero gracias a Dios nunca sentí miedo, ni vi nada extraño. Siempre le digo a la gente que el miedo hay que tenerle a los vivos, no a los muertos”.

Algunas cosas que contó del cementerio es que cuenta con un policía destacado toda la noche, que son unos 40 trabajadores en todo concepto: administrativo, sepultureros, maestranzas, serenos, entre otros rubros, y que para hacer las tumbas en tierra hay unas 12 personas, que se reparten en dos grupos, y que sendos grupos trabajan, de modo alternado, en turnos matutinos y vespertinos. Dijo además que el servicio de sepultura se da los 365 días del año porque, se sabe, la muerte no repara en feriados, recesos, ni fines de semana.

Fuente: (Radio Costa Paraná)

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