El río Paraná sigue siendo un tema de preocupación para muchos, es que desde hace meses sigue bajando y con pocos repuntes que no hacen a la solución de la problemática ya tratada a nivel nacional por el Gobierno.
La bajante del río Paraná genera ya un dramatismo en el comienzo de 2022 en las autoridades. El río lleva más de 290 días con niveles inferiores al límite de aguas bajas a pesar de las mejoras registradas en octubre, afirmó Juan Borús, subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA). En las costas de la capital entrerriana se pueden ver los grandes bancos de arena, que dejan en claro que la bajante sigue y algunos la naturalizaron sin analizar el real problema que trae. El primero: el normal abastecimiento de agua a la ciudadanía. En Paraná se registran cortes de agua y poca presión en varios sectores de la ciudad. Eso se debe al poco caudal de agua, y otro tema importante es el derroche que se realiza a diario sin analizar el problema que está presente desde hace casi dos años si se tienen cuenta las primeras bajantes.
Las mismas se detectaron en el invierno de 2020 y llamaron la atención de los especialistas, que pusieron el ojo en las pocas lluvias y poco control en líneas generales. Esto dificulta las prácticas portuarias y la vida de los ecosistemas que habitan las aguas del Paraná.
Además, buena parte de la actividad agropecuaria del país depende del río Paraná para trasladar su producción, lo que complica aún más el panorama económico meses antes de la temporada alta de cosecha.
Los distintos especialistas coinciden en que la sequía actual es “en casi toda la cuenca del Plata”. Esto da como resultado “un déficit hídrico que se fue agudizando, reduciendo la disponibilidad del recurso en todos los países de la región”, deja en claro un informe elevado por el Gobierno.
En la ciudad de Paraná el río descendió los últimos siete días de 26 centímetros a 0, muy por debajo de su nivel de aguas bajas (2,30 metros) y de su altura promedio para diciembre (3,07 metros). Los especialistas esperan que las lluvias que se registraron por estas horas traigan un alivio a la constante baja. Pero solo es un alivio porque la bajante depende de las lluvias que se den en Brasil, que son casi nulas.
Esta disminución del caudal del Paraná tiene un impacto directo también en la generación de energía y la navegación, entre otros. Manteniéndose el período de sequía se dificulta la reproducción y alimentación de la fauna y se condiciona fuertemente toda la logística relacionada con el mantenimiento de la vía fluvial y la logística de la navegación, además de los procesos de potabilización del agua urbana. En Paraná se presentan los cortes y poca presión.
En todos los meses transcurridos desde entonces se observó por parte de los especialistas con frecuencia una sequía que predominaba en casi toda la cuenca del Plata. Como resultado, el déficit hídrico se fue agudizando, reduciendo la disponibilidad del recurso en todos los países de la región, dejó en claro un informe del gobierno nacional.
Los caudales entrantes al tramo compartido del río Paraná con Paraguay sufrieron una fuerte reducción al comienzo de marzo de 2020, motivando al INA a realizar un seguimiento especial ante un escenario muy poco frecuente, que pronto se constituyó en extraordinario. Se han realizado por parte del Gobierno reuniones bilaterales con Brasil y con Paraguay para hacer frente a la problemática común y acordar acciones para su mitigación.
Por parte de Argentina se definió que el descenso de niveles fluviales frente a las tomas de agua urbanas sería el impacto principal a ser considerado en la atención de la bajante, así como las oscilaciones de niveles en aguas extremadamente bajas.
Por ahora el panorama es preocupante, sobre todo porque la ciudadanía no cuida el recurso. La llegada del calor hizo crecer el consumo y también el derroche en cada hogar sin analizar la situación.
Fuente: Diario Uno de Entre Ríos