En Casa Rosada lo rechazan tanto como lo necesitan. Perfil de un oficialista empedernido que ordena las negociaciones parlamentarias y facilita el avance libertario en el Congreso.
Por Lucía Aisicoff
Miguel Ángel Pichetto fue un hombre clave durante el debate, tratamiento y aprobación de la Ley Bases de Javier Milei, aprobada en la madrugada del viernes por la Cámara de Diputados, aunque en una versión mucho menos ambiciosa que la que se había presentado inicialmente. El diputado peronista, un «planta permanente» de la política, impuso sus condiciones y se mostró como el dueño de la llave para que avanzaran los proyectos del oficialismo. Un socio incómodo para la Casa Rosada, donde lo necesitan y rechazan, casi en igual medida.
Sus tres décadas en el Congreso lo convirtieron en un experto en el reglamento legislativo y en una voz autorizada sobre temas parlamentarios. Su distancia con Cristina Fernández de Kirchner no le impidió ser uno de los máximos detractores de su desafuero. Pichetto quiso explorar una tercera vía, coqueteó con Roberto Lavagna, Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey, y dio un salto al macrismo antes de que pudieran probar ese experimento en las urnas. Ahora, desde una oposición dialoguista, fue blanco de las críticas de algunos seguidores de Milei, pero se mostró dispuesto a darle «herramientas» para gobernar.
Ayuda para las bases
La Ley Bases y el paquete fiscal fueron los primeros triunfos legislativos de Milei, quien reclamaba la aprobación de las normas para la firma del Pacto de Mayo que tiene previsto sellar con los gobernadores en una fecha patria diferente a la elegida inicialmente: será el próximo 9 de Julio en Tucumán. Allí, el presidente buscará relanzar su Gobierno y plasmar en una foto el inicio de una segunda etapa. Pero la aprobación de las leyes no fue un camino fácil; tuvo muchos traspiés.
La primera versión de la Ley Bases fracasó en el período de sesiones extraordinarias. El oficialismo debió modificar la iniciativa, pero también necesitó entrar en un proceso de diálogo, que tuvo al entonces ministro del Interior, Guillermo Francos, como uno de sus protagonistas. Con el PRO como aliado formal del Gobierno, la negociación del funcionario se enfocó, principalmente, en los opositores dialoguistas. Pichetto, desde Hacemos Coalición Federal, fue la cara de ese sector y puso los votos para garantizar la luz verde a la ley. Insistió en reiteradas oportunidades con que era «importante» que el Ejecutivo tuviera su ley, aunque siempre aclaró que no a cualquier costo. El proyecto que votó en esa instancia sufrió cambios en el Senado. Cuando volvió a Diputados, Pichetto sostuvo que no había que volver a la redacción original sino mantener los cambios hechos por los senadores. Eso fue finalmente lo que terminó ocurriendo: Diputados dejó afuera del paquete de empresas a privatizar a Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino y Radio y Televisión Argentina, no insistió con la recuperación del capítulo previsional que eliminaba la moratoria y aceptó tanto las modificaciones al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) como el ajuste en las facultades delegadas al presidente.
La última semana, Pichetto fue blanco de los ataques de los libertarios por afirmar que no aceptaría el listado original de privatizaciones. Fue el primero en pincharle a Milei la ilusión de insistir con la redacción original aprobada el 30 de abril. Eso le valió insultos de los seguidores libertarios en redes. Pichetto salió a cruzarlos: «Que nadie se confunda: fue la Libertad Avanza quien entregó las privatizaciones de Aerolíneas Argentinas, Correo y RTA, como parte de un acuerdo para lograr la aprobación del Senado. Mal podría insistir Diputados con un tema retirado por el propio Gobierno». Y también pidió «no dramatizar», sugiriéndole al oficialismo que podría insistir con las privatizaciones de esas empresas si presenta un proyecto de ley por cada una de ellas.
Los roces con la Rosada no son nuevos. Tras la media sanción de la Ley Bases, Milei les agradeció «especialmente» a tres diputados: Pichetto, Cristian Ritondo (PRO) y Rodrigo De Loredo (UCR); pero la relación tuvo altibajos. A las pocas semanas, Diputados sorprendió al votar un proyecto opositor para cambiar la fórmula previsional. En ese mismo debate Pichetto bloqueó la posibilidad de eliminar las jubilaciones de privilegio como quería Milei. El presidente, sin nombrarlo, lo atacó puntualmente: «Los de la casta se creen que pueden hacer las cosas mal, total tienen un seguro. Se les terminó. Que se caguen de hambre por ser una mierda», lanzó.
Distintas lealtades
Pichetto estudió Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, y se recibió de abogado en 1976, a los 26 años. Con el inicio de la dictadura militar, se mudó a Río Negro, donde se desempeñó en el ámbito privado hasta el retorno democrático. Fue legislador provincial por Río Negro en dos oportunidades: desde 1987 hasta 1991 y reelecto desde ese año hasta 1993, año de su desembarco en el Congreso.
En su vida política siempre se mantuvo dentro del peronismo, aunque lejos del barro, priorizó la vida de palacio. Sin embargo, también intentó una construcción territorial: perdió la carrera para la gobernación de Río Negro en tres oportunidades: 2007, 2011 y 2015. En su recorrido tuvo distintas lealtades; fue fiel al expresidente Carlos Menem, luego a su rival Carlos Ruckauf, más tarde a Eduardo Duhalde y después a Néstor Kirchner. Su apego a los oficialismos se cortó con Cristina, con quien tuvo una distancia que se profundizó con el tiempo y estalló con su ruptura del bloque en el Senado en 2017, ya con Mauricio Macri en el poder. En ese entonces, armó Argentina Federal con la mayoría de los senadores que se oponían al kirchnerismo.
En 2019 amagó con armar el espacio de Alternativa Federal, que proponía una «tercera vía» entre Macri y Cristina, e integraban el salteño Juan Manuel Urtubey, el cordobés Juan Schiaretti y el líder del Frente Renovador, Sergio Massa. Pero Pichetto no confió en la ancha avenida del medio y desarmó su incipiente construcción antes de testearla en las urnas, al aventurarse como candidato a vice de Macri.
Si bien Macri perdió contra Alberto Fernández, el acompañamiento de Pichetto tuvo una retribución: en 2020 asumió, elegido por la entonces oposición, como titular de la Auditoría General de la Nación (AGN) después de 26 años como legislador en el Congreso.
En la campaña de 2023 fue candidato a diputado en la lista de Horacio Rodríguez Larreta, que perdió la interna contra Patricia Bullrich. No obstante, él se aseguró su retorno al Congreso, esta vez a la Cámara Baja: desde 1993 hasta 2001 fue diputado nacional y desde 2001 hasta la 2019 se desempeñó como senador.
La presidencia de Milei lo encuentra en su hábitat, el Congreso, un lugar que conoce a la perfección. Pichetto es un dialoguista que tiende puentes con legisladores de distintos espacios. Explica el reglamento a los libertarios, a quienes trata de inexpertos. Un juego zigzagueante que lo convirtió en una figura clave que ayuda y también le pone un freno a Milei.