Algunos empresarios que vienen escuchando seguido en las últimas semanas a Patricia Bullrich sobre las medidas que tomaría en un eventual gobierno, se agarran la cabeza.
Han intentado -por ejemplo- explicarle que tal vez no sería lo más conveniente bajar a cero las retenciones a todas las exportaciones del campo, como se ha vuelto habitual que repita todo el tiempo en cualquier lugar.
«Las retenciones lo único que hacen es sacarle una parte importante de la renta al campo, en vez de quedar en los pueblos, en todo el país”. Ése fue el corazón de su discurso en las últimas semanas tanto en su paso por la feria rural ExpoAgro, como en reuniones privadas con referentes del rubro y hasta en comidas con sus posibles candidatos a intendentes en zona norte durante las últimas horas.
En un momento, incluso, la titular del PRO especificó que si con los impuestos actuales se calcula que la producción del campo crecería un 6% y sin ellos lo haría un 38%, “es obvio lo que hay que hacer, una política de shock”. Si bien la fuente casi siempre te la debo, es interesante ver qué pasa cuando un eslógan se dice frente a alguien que entiende de lo que se está hablando.
– No hay margen para que la producción agropecuaria crezca mucho con una baja de retenciones -le trataron de explicar algunos interlocutores. Chan.
Le acercaron más argumentos. “Esto no es Brasil, donde en su momento quedaba todo el Mato Grosso para desarrollar y entonces un estímulo de impuestos podía tener efectos concretos. Acá quedarán algunas pocas hectáreas más para producir, pero encima sería luego de desmontar y hoy el desmonte es mala palabra en el mundo y te saca mercados, entonces no vas a tener una disparada en la producción por eliminar las retenciones”, razonó un importante empresario luego de escucharla.
Le están haciendo cuestionamientos técnicos desde el sector al que ella quiere seducir, recitando lo que supuestamente quieren oír.
Ni siquiera le están haciendo observaciones que pudieran surgir de la experiencia que tuvo Mauricio Macri en el poder, que bajó los derechos a las exportaciones a cero el día uno y se le armó tal berenjenal macroeconómico que terminó reimponiéndolas antes de irse. Le están haciendo cuestionamientos técnicos desde el sector al que ella quiere seducir, recitando lo que supuestamente quieren oír.
El otro comentario que le devuelven ante su insistencia de la baja impositiva como respuesta a todo es que una medida así de generalizada puede terminar haciendo que la soja, el producto más rentable, desplace al resto de los cultivos. “Y eso sería pésimo”, le explicaron, “porque necesitás la alternancia en la siembra para proteger la biodiversidad y cuidar el suelo”. No hay mucha respuesta ante esos matices. A quién le importa. Vamos a la pausa y ya venimos con más La Nación Más.
Lluvia de ideas
Sin embargo, el momento más lisérgico en las recorridas de la titular del PRO y precandidata presidencial que las encuestas dicen que no para de crecer se dio cuando, claro, apareció el tema de la sequía histórica que está sufriendo la Argentina.
Con la misma suficiencia que cuando promete que eliminará las retenciones, aseguró que hay que ir hacia la “acumulación de agua cuando hay exceso”. “Hoy tenemos seca, pero en otros momentos tenemos inundaciones, entonces hay que tener un uso racional y usar la tecnología, y para eso hay que tener crédito”, afirmó sin titubear.
¿Se puede acumular agua cuando hay exceso de lluvias e inundaciones para utilizar cuando hay sequía como ahora?, pregunté a varios ingenieros agrónomos ante mi desconocimiento del tema, y porque sonaba totalmente simple. “Es una burrada”, me dijo uno. “Retención de aguas de caudales de grandes ríos por exceso de lluvias es una medida conocida, pero a ese nivel es un disparate”, explicó otro entendido.
Es más, un empresario me especificó que existen desarrollos de acuíferos, que son ríos subterráneos, que contribuyen a mejorar la humedad del suelo. Puso de ejemplo el mayor acuífero del mundo, el de Kansas, en Estados Unidos, pero desligó estas políticas de poder usarlas para combatir una sequía como esta. “Contra un fenómeno así, no podés hacer nada”, aseguró el hombre, que este año verá reducida su facturación a la mitad.
Bullrich también soltó casi con displicencia que contra la inflación aplicará “dos medidas”: “Gastar menos de lo que uno produce y dejar de emitir”.
Los que la bancan en su apuesta electoral dicen que “está en campaña” y que no importa tanto el fino de lo que dice, que lo relevante es que sus ideas de fondo lleguen y cope el debate como contraste a los que están ahora y a los más blandos del propio espacio, léase Horacio Rodríguez Larreta, su final del mundo en las primarias. Para las especificaciones de política económica y medidas sectoriales, pareciera, hay que hablar con Luciano Laspina, el diputado por Santa Fe y jefe de los equipos técnicos, cuyo contacto empieza a circular por los celulares del poder.
Le van a pedir especificaciones. Bullrich también soltó casi con displicencia que contra la inflación aplicará “dos medidas”: “Gastar menos de lo que uno produce y dejar de emitir”. “Es lo que hizo Macri en su último año y duplicó la inflación”, recordó el economista Emmanuel Alvarez Agis esta semana por radio. Hay dilemas. ¿Qué más incluirá el plan? ¿Cómo empalmarán con el atraso de algunos precios como las tarifas o los combustibles, cuya actualización pega en precios? ¿Cómo atacarán el problema de la inercia?
Dado que la Argentina es un desafío tanto para los no-pasa-nada del progresismo como para los cancheros pro mercado, vale preguntar: ¿Tienen pensado en su equipo qué se hará con el tipo de cambio? “Hay que tener una única moneda porque con un dolarcito soja no hay forma de tener previsibilidad”, resumió Bullrich entre chacareros. ¿En cuánto tiempo? ¿Levantarán las restricciones cambiarias de un saque, al mismo tiempo que eliminarán las retenciones? ¿Todo junto? Esta semana en tevé insistió con que el país necesita “un solo tipo de cambio de manera urgente” pero señaló que su cotización estará dada por “un precio que pondrá el mercado con una intervención inteligente del Banco Central”.
La grieta y el modelo
A propósito, una figura que reaparece ganando espacio dentro de Juntos por el Cambio y que asoma en las cercanías de la propia Bullrich es el ex jefe de la autoridad monetaria, Federico Sturzenegger, cada vez más cómodo en la defensa de posturas extremas. Hace unos meses pintaba más para ser funcionario en un gobierno de Javier Milei, la extravagante figura del liberalismo y la extrema derecha que amenaza con llegar a un tercio del electorado. De hecho, participó de un acto del Wolverine argento en un teatro en calle Corrientes.
Pero la publicación de una nota inverosímil en PERFIL en la que decía que si ahora llegaran al poder habría que expropiar el canal de noticias C5N y los hoteles de los Kirchner para sacarle financiamiento al adversario político lo ha vuelto a poner increíblemente en consideración de los más duros del espacio.
Desde allí, trabaja en hacer llegar a los presidenciables la lista de los pesos pesados del establishment que considera que se benefician del esquema de creación de riqueza de la Argentina, ahí donde una protección del Estado deriva en ingresos para una corporación. Los señala como cómplices del sistema que quieren romper.
Se enfoca entre otros en el régimen de promoción industrial en Tierra del Fuego, que este año tiene presupuestado un gasto tributario de $ 519 mil millones. Y también hace hincapié en la industria farmacéutica. “Factura localmente, según el INDEC, casi 920 mil millones de pesos, beneficiándose de un mercado poco competitivo que le permite en algunos casos cobrar los remedios seis veces más que las versiones genéricas”, escribió en aquél artículo.
Lo gratis que se la llevan los que en definitiva son tan beneficiarios del gasto público y la emisión monetaria como los que reciben planes sociales y son blanco de los editoriales más encendidos del periodismo.
Los bolazos económicos que suelta Bullrich y el hecho de que Sturzenegger tenga menos humildad y autocrítica que pelo no quitan que en este último punto puedan tener razón respecto de lo escandalosa que es la sociedad Estado-empresarios en algunos casos. O de lo gratis que se la llevan los que en definitiva son tan beneficiarios del gasto público y la emisión monetaria como los que reciben planes sociales y son blanco de los editoriales más encendidos del periodismo. Debería ser un llamado de atención que sólo los outsiders extremos tipo Joker terminen siendo los que ponen en agenda ese yeite, tal vez porque al centro izquierda le pese quedar marcados como contrarios a la industria nacional o quién sabe qué. Pero es tema de otra nota.
Lo que sí, para un abordaje completo, habría que desgranar que esos dos sectores que están como ejemplos del tongo estructural cuentan con la llave del éxito en el país de la grieta. En la isla de los electrónicos conviven Rubén Cherñajovsky (NewSan), de buen diálogo con el peronismo, con Nicolás Caputo (Mirgor), hermano de la vida de Macri. Entre los laboratorios nacionales, pesan como pocos Hugo Sigman, de llegada inigualable a lo nacional y popular, y Daniel Sielecki, anfitrión del ex presidente cuando descansa en el sur. Ambos son socios en el gigante Elea.
Fuente: (Diario con vos) – Por Jairo Straccia