El dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos y principal impulsor del proyecto que busca implementar en Argentina el salario básico universal, se refirió a la forma en que se gestó un aporte significativo destinado a los sectores que se encuentran por debajo del nivel que establece la indigencia. Resaltó el rol de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el acuerdo.

Lo expresado por Juan Grabois

«Pocas horas antes del intento de asesinato de Cristina, recibimos directamente de ella el compromiso de que los hombres y mujeres sin ingresos registrados ni ayudas sociales de ningún tipo recibirían un refuerzo de ingresos en octubre, noviembre y diciembre. El financiamiento de ese refuerzo de ingresos vendrá de las retenciones a percibir por exportaciones de soja. Los beneficiarios serán millones, al menos los 2,1 que están en la indigencia y el monto será el equivalente a la canasta básica alimentaria por adulto, unos 16 mil pesos. Durante esos tres meses, se tratará la ley de Ingreso Complementario elaborada por la senadora Di Tullio y presentada por el conjunto de los integrantes del Frente de Todos para dejar como derecho permanente este piso de ingresos para cualquier persona en situación de extrema vulnerabilidad social.

El plan de lucha que venimos desarrollando junto a distintas organizaciones populares tenía como objeto el mejoramiento de la situación de trabajadores asalariados de bajos ingresos, jubilados de la mínima, cooperativistas del potenciar trabajo y sobre todo personas que no tienen ningún ingreso regular. La salida del bloque oficialista de los diputados del Frente Patria Grande, más allá de las diferencias que tenemos con la orientación económica y otros aspectos de la gestión, tenía como causa fundamental la falta de medidas redistributivas para éste último sector, los más pobres de los pobres. Estas medidas, tardíamente, aparecieron. Por eso, nuestro plenario de ayer iba a evaluar la ruptura del bloque del Frente de Todos a raíz de la intervención de Cristina para abrir una vía de solución. La posición mayoritaria de la conducción era permanecer en el bloque ya que había un resultado concreto -insuficiente pero significativo- en relación a nuestro principal reclamo. Desde luego, el intento de magnicidio de Cristina lo cambió todo y en ese contexto aún sin aquel compromiso hubiéramos suspendido el tratamiento de la moción de ruptura.

Hoy se publicó el Decreto 576/2022 que en su artículo 9 establece que lo recaudado “Una prestación monetaria extraordinaria no contributiva y de alcance nacional” para las personas en situación de extrema vulnerabilidad. Esto es, dicho sencillamente, un refuerzo de ingresos como el que planteábamos. Es similar al Salario Básico sólo que con otro nombre y para menos personas de las que consideramos necesario, pero es un piso desde el que podemos pelear. Ahora debemos seguir atentamente que la implementación sea en tiempo y forma; que a nadie se le ocurra utilizar esos fondos para otra cosa que no sean los pobres.

Esta conquista, producto de la lucha social y política, permitirá que millones de familias salgan de la indigencia y puedan tener una vida un poquito mejor. Son los nadie de los nadie, los más pobres de los pobres, aquellos y aquellas donde ni siquiera hemos llegado las organizaciones sociales. Nada nunca va a alcanzar hasta que no quede un solo pobre en la Argentina, pero podemos al menos sentir la satisfacción que la acción colectiva firme y consecuente rinde frutos para construir justicia social, aún en un contexto en el que el sentido común creado por los mismos que fomentan discursos de odio y violencia va contra las políticas redistributivas que reciben los más pobres. Algún día vamos a entender que la riqueza de nuestro país no es producto de los meritorios, los empresarios, los poderosos, los propietarios: es producto de los bienes comunes que ninguno de nosotros creó, del trabajo de toda la sociedad aunque muchas veces ese trabajo no sea reconocido como empleo, es producto de la universidad pública que muchos naturalizan como derecho pero no tienen en cuenta a la hora de reconocer su deuda con la sociedad, es producto de generaciones y generaciones de laburantes que hicieron avanzar la ciencia, la técnica y la tecnología. Algún día, todos vamos a entender que la apropiación por parte de unos pocos de toda esta riqueza natural, social e intergeneracional es una injusticia que afrenta a la humanidad y genera violencia.

Mientras tanto, seguimos en lucha por el Salario Básico Universal porque creemos que todo trabajador y trabajadora tiene que tener un piso de ingresos garantizado sean del sector público, privado o popular; estén en la formalidad o en la informalidad; trabajen en relación de dependencia o en forma independiente; tengan tareas reconocidas económicamente como la de un bancario o totalmente desconocidas como las tareas de cuidado que realizan fundamentalmente las mujeres. La universalización del salario de ninguna manera es incompatible con el fomento de la economía popular organizada, el sector sumergido que puede generar el trabajo que ni el mercado ni el estado genera. Es, por lo contrario, su condición necesaria ya que el primer derecho de un trabajador es el salario.

La Argentina sangra. Tiene las venas abiertas. La fuga no es solo de dólares. Como las vaquitas ajenas, también se van todos los frutos de la tierra y en general poco queda para el desarrollo integral de nuestra nación. El Estado sigue siendo neoliberal. La política tiene mucho de casta y es mezquina con los de abajo. Hay indiferencia y desprecio por los humildes. No hay planificación… no hay una visión humana de la Argentina. No hay una visión verdaderamente federal que le dé a cada persona, a cada provincia, a cada pueblo garantías de tierra, techo y trabajo. Para colmo los profetas del odio logran transformar sus palabras en acción y atentan contra la vida de nuestras dirigentes. Nuestro gobierno pareció el Sargento García tomando vino en la cantina antes, durante y después del atentado… De verdad, de corazón, queremos que mejore y vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que así sea porque sabemos que lo que hay del otro lado es muchísimo, muchísimo peor. La más elemental ética de la responsabilidad indica que frente a lo verdaderamente malo, hay que elegir lo imperfecto. Pero también sabemos que, haciéndonos los distraídos, no hacemos más que contribuir a que los errores, las negligencias, las agachadas, las indiferencias se cristalicen y se consoliden como lógica política en nuestro campo. Hay que sentir, en serio, el peso de la responsabilidad y quienes más poder tienen, más deberían sentirlo y actuar en consecuencia.

En este contexto, algunos no paran de hacerle injusticias a los más pobres. La última fue dar de baja miles y miles de compañeros que cobran el Potenciar Trabajo con la excusa de que también cobran el Progresar. Un programa sociolaboral en el que contraprestás 15 horas semanales por un salario social complementario de 24 mil pesos o 30 horas por 48 mil pesos. Alguien tocó un botón y le robaron su salario indiscriminadamente a sesenta mil personas, sin verificar si los compañeros trabajaron o no durante todo el mes. Eso no fue producto de ninguna auditoría, alguien se le ocurrió tocar un botón que hizo desaparecer el pan de miles de mesas. Hay que ser más cuidadosos con los botones.

Por eso, frente al refuerzo de ingreso que con poco entusiasmo se anunció el domingo, no podemos festejar nada… y sin embargo algo ganamos. Para algunos será poco, para otros, innecesario. Son los que no pasaron hambre ni sienten como propio el hambre ajena, la desesperación de estar seco a pesar de yugarla en la economía popular e informal. Son los indiferentes que ejercen una violencia gigante por omisión. Tal vez también son los que ven a los pobres como un medio y no como un fin en sí mismo.

Quiero reconocer a cada uno de los que bancó la parada -en las calles y en la política- en medio de las dudas, la difamación, los miedos, los riesgos, las operaciones, porque sabíamos de la justicia de la causa y la firmeza de nuestra estrategia. A todos lo que estuvieron en los puentes, las rutas, frente a las grandes empresas, en miles de asambleas, reclamando por el derecho de los más humildes. No digo que no exista, pero yo no conozco mejor militancia que la nuestra. En esta forja se templa el acero para las luchas por venir».

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