El Gobierno no encuentra candidato que se despegue del resto en medio de una fuerte fragmentación electoral en tres fuerzas. La estrategia del miedo y las expectativas por lo que decida Cristina Kirchner.
Por Stella Gárnica
La inflación fue del 7,7% y el número sobrepasó todas las expectativas del Gobierno. Con ese panorama de incertidumbre político y social, en la Rosada y en el kirchnerismo, siguen debatiendo cómo encarar el año electoral. Reconocen que «no está definido un candidato o candidata» que despegue en las encuestas y garantice hoy que el Frente de Todos entrará al balotaje.
La estrategia del kirchnerismo sigue siendo hoy instalar a Cristina Kirchner para que sea ella la que decida la estrategia y la fórmula presidencial del sector. Ya no se descarta a ella misma pueda asumir el riesgo de ser candidata como última instancia, si se caen la opción Massa-Wado De Pedro.
El ministro de Economía se muestra en Estados Unidos -y próximamente en China-, con una agenda casi presidencial, y se desvive por conseguir dólares para contener la incertidumbre ante rumores de corridas bancarias y de una nueva disparada del dólar ante la escasez de divisas.
No está descartada tampoco la candidatura de consenso de Massa. Pero el problema es el impacto que tendrá en la imagen del ministro el fenómeno de la inflación.
Por otro lado, asoma el embajador ante Brasil, Daniel Scioli, a quien apoya Alberto Fernández y se muestra con propia impronta alejado de los polos del FdT. Massa y Scioli son dos candidatos que se muestran con capacidad de aglutinar apoyos de los distintos sectores, por izquierda y por centro. Pero entre ellos no se pueden ni ver.
Wado De Pedro, el candidato más K, comenzó a caminar para instalarse para el momento en que la jefa del kirchnerismo tenga que tomar una decisión para anunciar la fórmula.
Según admiten en el kirchnerismo duro, hoy ninguno de todos ellos supera el 10% de la intención de voto. El único que estaría por encima es el gobernador Axel Kicillof -que mide cerca del 30%- pero lo prefieren para retener la provincia de Buenos Aires.
Cristina se reserva la definición del kirchnerismo. Aunque Alberto Fernández le pone los límites de la lapicera e insiste en una competencia en las PASO entre dos o tres fórmulas para darle más volumen al electorado del Frente de Todos. El que pierde, acompaña, es la consigna.
La cuenta regresiva en el Frente de Todos
Nada está decidido todavía, admiten en las distintas terminales del Frente de Todos. Cada sector arma su juego y espera que avance el cronograma electoral, midiendo encuestas sobre la evolución económica y la imagen de los candidatos que ya están anotados.
Mientras tanto, el oficialismo prepara varios actos para ir definiendo sus posiciones.
El 1 de mayo, la CGT como histórica «columna vertebral» del justicialismo, prepara un acto en apoyo al ministro de Economía, Sergio Massa, como su posible candidato. El mismo día, los movimientos sociales K como la UTEP, se movilizarán en contra del FMI.
El 25 de mayo, los gremios afines al kirchnerismo nucleados en la CTA impulsan un acto masivo en la 9 de julio para encumbrar a Cristina Kirchner como la candidata para encabezar la fórmula del oficialismo. O en su defecto, como la gran electora del Frente de Todos.
La inflación, la inseguridad y la estrategia del «miedo» al caos
Mientras tanto, desde las usinas de la Casa Rosada, la reacción ante la crisis interminable de la inflación fue el discurso del miedo al caos si llegara a ganar las alianzas de derecha de Juntos por el Cambio y los libertarios de Javier Milei.
Ante la bomba de la inflación de marzo, la vocera presidencial solo atinó a decir que «el número que vemos hoy representa el peor momento del impacto de la guerra en los precios internacionales y la peor sequía de la historia del país». Pero reiteró la postura de Alberto Fernández en prometer que «lo peor ya pasó» y que «comenzó una tendencia a la baja que esperamos ver reflejada próximamente».
El objetivo de máxima es contener la inflación mensual en el 5%. Pero la realidad vuelve a golpear de frente los vaticinios del Gobierno, que vaticinaba 3% para marzo y terminó en 7,7%.
La primera semana de abril los aumentos en alimentos, según algunas consultoras privadas, estaría disparando un 8% de inflación, lo que supera el cálculo anual del 104% y cubre con un manto de incertidumbre las expectativas de una salida a la crisis.
En este marco, los ministros Aníbal Fernández, Agustín Rossi y Cerruti actuaron como los «halcones» de la Casa Rosada para advertir sobre un caos, «sangre y represión» si gana el «proyecto de ajuste» de la oposición.
La estrategia de la Casa Rosada, de jugar con fuego, tuvo por objetivo meter miedo ante la inminente derrota del oficialismo en las urnas.
Desde los movimientos sociales más cercanos al kirchnerismo, como el sindicato de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), salieron a advertirle a Alberto Fernández: “Queremos que el Fondo no nos joda más”, dijo Esteban «Gringo» Castro, que junto con las organizaciones sociales y al movimiento obrero organizado preparan una «gran marcha el 1° de mayo, por día del trabajador».
«Para poner freno a esa ruptura social que quiere el fondo y todos los países imperialistas que están detrás es con el Gobierno, se va a poder apoyar en las organizaciones sociales y el movimiento obrero organizado”, señaló Castro.
Solo de esa manera, se entiende el duro discurso de Alberto Fernández el jueves desde el CCK contra el FMI, mientras el ministro Sergio Massa participaba de la asamblea de primavera en Washington, y negociaba más financiamiento y cambios en las metas con el organismo multinacional.