El paro de transporte y el presentismo, un ejemplo real para pensar. Massa en acción, el candidato y el ministro. San Juan, tercera victoria opositora en provinciales, algo que cambió. Bullrich y Larreta, la pelea que no cesa. Patricia y Baglini, una novedad en charlas informales. Milei odia lo que antes amó.
Se declara paro de colectivos en zona metropolitana. En un confuso episodio se agrega un corte de vías promovido por trabajadores ferroviarios. La acumulación perjudica a millones de argentinos que viven o se transportan en el AMBA. La muchedumbre padece el desbaratamiento del orden cotidiano, se envenena su día. La cobertura mediática dominante transforma la jornada en “caos”, el conflicto metropolitano en nacional. Las radios y los canales de cable hegemónicos transmiten el episodio en cadena voluntaria. Gritan, se sacan, putean. La indignación en el mensaje. La famosa “crisis de representación” entra en pausa: comunicadores afamados hablan en nombre de “la gente”, la representan, echan espuma por la boca por los que quieren laburar y no pueden. “Pobres contra pobres” dictaminan profesionales ricos por ingresos registrados o grises o ensobrados o mixtos. “Van a perder el (plus por) presentismo” detallan. Los movileros, oh sorpresa, dan con personas comunes que podrían perderlo. Son todos los entrevistados, parece. Cosecha asombrosa porque en la Argentina los trabajadores formales son minoría, los que tienen pactado presentismo una fracción de ese conjunto. Los comunicadores sociales gritan, braman, escudriñan: “¿vos votaste al peronismo?”. La furia se propala, surca el aire.
Dirigentes y candidatos cambiemitas empalman de volea a la contingencia. El problema tangible reenvía a soluciones amplias, programáticas. Prohibir las huelgas de servicios esenciales, encarcelar dirigentes, terminar con el kirchnerismo, hacer una reforma laboral adivinen con qué sesgo. Salpimentado todo con enojo en nombre de los laburantes despojados. Este cronista en ejercicio del deber hace zapping radial: se empacha con contenidos berretas, datos falaces y alaridos. Ocasionalmente pierde la chaveta, se comporta como oyente raso: le grita a la radio, a quienes están al aire. “¿Por qué no les piden a sus empresarios amigos que sean gauchos y paguen el presentismo?” El autor de esta nota fue abogado laboralista: aj, puaj, sospechoso de ser Pyme del juicio.
A la tarde el ministerio de Trabajo nacional decide en uso de sus facultades que las ausencias del día obedecieron a fuerza mayor y que las empresas no deben computarlo como ausente imputable al trabajador. Es justo, sencillo, ajustado a derecho. Basta una Resolución. Los periodistas derechosos y los dirigentes cambiemitas jamás tomaron en cuenta dicha solución homeopática, sensata, disponible: quedaba afuera de su radar, de sus designios, de su visión del mundo.
La anécdota reseñada vale como fresco de la actualidad. La polémica sobre presentismo y representación podría servir de argumento a quienes señalan (señalamos) que siempre hay diferencias entre los reflejos de un gobierno peronista y uno de Juntos por el Cambio (JxC). Incluso con un peronismo diluído que ha dejado flancos criticables, promesas incumplidas mechadas con algunos aciertos mayormente fechados (ay) en los primeros años del mandato presidencial.
Massa con cartera: El ministro de Economía Sergio Massa reaccionó a su modo respecto del paro. Apremió al ministro de Transporte Diego Giuliano para que actuara con visibilidad, allanándole el camino a su jefe político, el precandidato Massa. Este responsabilizó de viva voz a los empresarios por el desquicio, mientras se ponía al mando de las negociaciones. Los condicionó haciendo gala de decisionismo y liderazgo. Estuvo en movimiento filmado todo el día. La medida de fuerza se levantó a partir de las cinco y media de la tarde descomprimiendo el regreso de los ciudadanos-pasajeros.
El Superministro practica el curioso rol de funcionario-candidato oficialista pero distinto al presidente Alberto Fernández… u ofi-opositor, si usted prefiere. No es novedad absoluta desde 1983. Eduardo Angeloz se diferenciaba del presidente Alfonsín para las elecciones de 1989. Hasta se permitió desestabilizar a Juan Vital Sourrouille, ministro de Economía preferido de Alfonsín, forzando su renuncia. Massa no podría repetir la movida porque, a diferencia de Angeloz, integra el Gabinete nacional. El doble papel constituye el karma y el recurso de “Sergio” quien habita el ecosistema de la gestión, su lugar en el mundo. Actuando, hablando, mirando con fijeza a las cámaras o a sus interlocutores, luce distinto al presidente. Una convicción aúna a dirigentes empresarios y sindicales: Massa ocupa el espacio de Alberto Fernández, está al timón. La capacidad de trabajo, la voluntad, la ambición de poder son virtudes leídas por sus contertulios, los que mandan.
El enigma sigue siendo el electorado. Una de las preguntas claves es cómo se asocia (o disocia) a Massa de los desempeños económicos del oficialismo. Este columnista no tiene la respuesta, a menudo ni la intuye. Sí presume que el candidato-ministro precisa que los compañeros de gestión y de campaña aporten a su centralidad, lo ayuden a ser protagonista principal: el papel que mejor sabe y que más le gusta. El que, por si hiciera falta, “está condenado” a desempeñar. En el elenco de gobierno le será fácil. Habrá que ver si en campaña sucede igual. Hasta ahora fue tormentosa y autodestructiva la convivencia interna en el ex Frente de Todos y en Unión por la Patria. De acá en adelante, habrá que ver.
La inauguración del gasoducto Néstor Kirchner un 9 de julio podría ser el mejor día de la semana que se va para Massa. No depende exclusivamente de la medida ni del futuro que se abre.
Un lugar común periodístico describe como “foto” los actos de unidad, la firma de pactos, los reencuentros. Les baja el precio a acontecimientos no convincentes o hasta no verosímiles. La diferencia entre la foto con pose y la señal de unidad o de acuerdos no está prefijada ni garantizada. No la garantiza el registro gráfico ni la palabra de los protagonistas. El impacto dependerá, perdón si uno es hincha, de las lecturas de los argentinos que decidirán en el cuarto oscuro. Sólo una minoría entre ellos seguirá en vivo el acto esta tarde. El imaginario colectivo se forma de modo distinto y en tiempo diferente al de los grupos politizados.
La rabia, bandera y programa: Bullrich imagina que ganó las Primarias Abiertas (PASO) por lo que se explaya en su terreno, con agresiones y derechazos. El Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta parece imaginar que va perdiendo, se radicaliza y re- maquilla sin convencer. Festejaron separados el resultado en San Juan, riñeron el resto del tiempo.
El desarrollo de la campaña nacional cambiemita pone en estado de asamblea a los manuales de especialistas. Las agresiones se propalan por radios y tevé, no suelen enriquecerse con argumentos. Tamaño internismo pinta disfuncional, divisivo, espantaría en vez de sumar según los textos canónicos. La reconciliación posterior al combate puede fallar porque no queda en manos de dirigentes sin autocontrol sino de los votantes que pueden migrar en las elecciones generales.
El diputado Javier Milei es defenestrado por los mismos medios que lo entronizaron, divulgaron y embellecieron meses atrás. El libertario olvida aquel paraíso perdido, se encoleriza por el ataque actual. Son dos caras de una misma moneda, un economi(ci)sta como él tendría que darse cuenta. Varios consultores que profetizaron la votación en tercios y luego una caída ahora matizan; el hombre frenó el derrumbe, la intención de voto se habría amesetado, un piso alto. En fin. Creer o reventar. Por ahora, el firmante de esta columna escoge reventar.
Bullrich se desplaza como ganadora. Se esmera por convencer a personalidades del norte de Corea del Sur o de Corea del Centro. Promueve charlas personales, sugiere en su jerga propia que cumplirá con el teorema de Baglini, a medida que pase el tiempo y conforme se sucedan las votaciones. Sería dura en las PASO, más transigente en las generales, tolerante en segunda vuelta. Baja el decibelímetro, querrá aventar dudas sobre la gobernabilidad. Los popes empresarios la escucharon con temor, la notaron excitada e imprecisa, temen que se quiebre la paz social. Bullrich vaticina en los cara a cara que será herbívora, que dialogará con jefes sindicales (que ya lo hace). El futuro es abierto, quien quiera oírla que oiga. Este cronista piensa que es una candidata peligrosa, violenta e intolerante. Capaz de ordenar represiones letales en la Patagonia. Los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel no la sacaron de la cancha, al contrario, son precedentes funestos. Debe preocupar el formato de una presidenta que promueva políticas antipopulares y motive protestas sociales. Capaz de “ofenderse” contra la realidad que no encaje en su modelo y de reprimir con saña.
Baglini, caramba, era radical. Patricia viene de otros orígenes y se acomodó a la derecha de PRO,
Primeros recuerdos de provincias: La elección en San Juan acentuó la tendencia insinuada en las votaciones provinciales. Predominan los oficialismos locales aunque van tres distritos en los que vence la oposición: todos con la casaca amarilla de JxC. Neuquén puede ser el quiebre mayor, a mano de un candidato que era oriundo del vencido Movimiento Popular Neuquino.
El gobernador electo en San Luis, Claudio Poggi, proviene de las filas del peronismo de los Rodríguez Saá. Astilla del mismo palo también.
En San Juan el batacazo fue doble. Caída del peronismo y derrota interna del sector de gobernador Sergio Uñac a manos del diputado José Luis Gioja.
En cada elección hay color local, linajes únicos, peripecias especiales. Con el diario del lunes después de la elección postergada es factible suponer un rosario de errores tácticos de Sergio Uñac. Al inicio, creer que la Corte Suprema de Justicia lo dejaría hacer porque no adhirió al pedido de juicio político de los demás gobernadores. Trascartón no haber postergado todas las elecciones dejando solita su alma a la de gobernador. Haber colocado a su hermano José Rubén como suplente.
Con fallas del mandatario o sinmigo, San Juan puede significar una inflexión. Los radicales cambiemitas comandan tres provincias: ya conservan Corrientes y Jujuy, son fija en Mendoza. La gente de PRO tiene en la CABA un bastión fiel. Son pocas, podrían conservar todas.
El peronismo está jaqueado en Santa Fe. Los vaticinios el clima, la gestión del gobernador Omar Perotti, alimentan el entusiasmo cambiemita y la cautela peronista. Las PASO serán el domingo 14, estarán para alquilar balcones. Los cambiemitas riñen mucho con Carolina Losada como principal fighter. En su rincón, la alienta Patricia Bullrich quien predica con el ejemplo.
Derroche de intransigencia, opina el cronista. Los comportamientos provinciales trasuntan un tono distinto en los ciudadanos y los competidores. No prima la rabia, nadie en los territorios nacionaliza la contienda. El futuro gobernador sanjuanino Marcelo Orrego fue calmo en el festejo. Alberto Fernández y Sergio Uñac lo felicitaron como si fueran noruegos. Para malos perdedores, alcanza y sobra el senador Luis Juez.
Fuente: (Página 12)