Los dueños de la Argentina condenaron a Cristina, el pueblo no se movilizó y se adelantó el debate por los 40 años de la democracia

Sin lugar a dudas, el fallo de los jueces integrantes del TOF 2, Rodrigo Giménez Uriburu, Andrés Basso y Jorge Gorini, contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que sin sentencia firme la condenó a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos, adelantó el debate-balance por los 40 años de democracia, que transitará la vida política argentina durante el año clave del 2023, en el que se elegirá al próximo presidente.

En un juicio plagado de mentiras, que duró más de tres años y que por lo tanto se tornó imposible de seguir para el ciudadano de pie, parte del Poder Judicial en connivencia con los poderes económico, político y mediático, obtuvo su primera gran victoria: condenar a Cristina Fernández de Kirchner, a pesar de que no pudieron imponerle la figura de “jefa de una asociación ilícita”, tal como agitaron desde el año 2015 a la fecha.

En términos políticos, esta acción convalida una contraofensiva que rápidamente fue tomada por la segunda –y vital engranaje- de este sistema perverso que capta el sentido, y lo resignifica, para que la población se termine convenciendo de odiar a quienes representan y defienden sus legítimos derechos e intereses. A partir de ahora, el bombardeo mediático será tal, que la posverdad (como nuevo instrumento de dominación), acompañado por un peligroso estado de “desinterés” social por casi todo, se terminará imponiendo en amplios sectores de la población.

Como si fuera poco, y en honor a la verdad, en este escenario no podemos dejar de destacar que el pueblo argentino no se movilizó en defensa de la Vicepresidenta. Si algo demostró el peronismo, a lo largo de sus casi 8 décadas de existencia, es la espontaneidad a la hora de salir a las calles, sin esperar ser convocado por ningún sector ni dirigente. Así ocurrió en dos fechas míticas para el peronismo: 17 de octubre de 1945 y 12 de junio de 1974. En esta oportunidad, nada de esto ocurrió.

Al afirmar Cristina que no será “candidata a nada en 2023”, por estas horas suma al desánimo de aquellos sectores que le son más fieles, y la consideran su “conductora”. En una especie de desencuentro melancólico, más de un seguidor de Cristina se siente “desamparado” por su líder, en quien invirtieron su esperanza – o lo que queda de ella- para que los represente en una boleta el próximo año. Si bien la política es dinámica, y una característica personal de Cristina es caer invariablemente en la emocionalidad, existen chances de que esta situación cambie. Ya se verá.

Lo concreto, es que se adelantó el debate-balance por los 40 años de la recuperación -para siempre- de la democracia en nuestro país, a partir de este fallo. Son demasiadas las deudas en estos 40 años: hambre, pobreza extrema y creciente, destrucción progresiva del salario y las condiciones laborales, concentración económica, política, mediática y cultural básicamente en la ciudad de Buenos Aires –denostando al federalismo-, poderes fácticos que corroen y dominan los escenarios políticos, y las “cloacas” de la democracia: el accionar de servicios de inteligencia y la impunidad de los poderosos que alegremente reciben dádivas en la mansión del empresario inglés Joe Lewis, que secuestro el Lago Argentino, al que los argentinos hoy no podemos ingresar, son las ejes centrales de un debate que nos debemos como sociedad, si pretendemos retomar esa última (y más luminosa) concepción del general Juan Domingo Perón, quien tuvo la grandeza de cambiar su propia doctrina, para plantear que: “Para un argentino, no hay nada mejor que otro argentino”.

Todavía estamos a tiempo.

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