Sábado a la siesta. Un sol hermoso me acompaña camino al hospital. No estoy de guardia, vengo como visita nomas. Atravieso los pasillos vacíos y me dirijo a las piezas del fondo.

Por Ramón Belén López
Ayer cerca del mediodía le prometí a su mamá (una persona mayor, muy preocupada por su hija) que iba a venir. “Dotorcito, le pido que la vea. Yo no sé nada, pero no la veo bien”. Entro a la pieza y la cama está elevada para que descanse mejor y por el suero pasa el analgésico que la libera del dolor. Su abdomen prominente indica que lo que tiene es una “ascitis”, es decir acumulación de líquido en toda la cavidad. La saludo y ella me sonríe cuando le digo que me gusta su remera (tiene una vieja y desteñida camiseta de Boca). Comenzamos a charlar.
Me cuenta en breves segundos, su historia. Tiene 41 años, es viuda, una de sus hijas falleció, la otra tiene 17 años y un chico de 10. Vive lejos, en el Barrio Feria. Su hogar tiene solo una pieza, donde duermen los tres, pero como solo hay dos camas, la adolescente duerme en el suelo. Cobra de asignación unos 26 o 27 mil pesos. “Cuando cobro pago la luz, la garrafa y lo que pido fiado…me quedan 1.500 pesos para todo el mes”.
La adolescente me dice que discontinuó la secundaria, pero tiene problemas para anotarse este año y a lo mejor “ya deje del todo”. El niño come en la escuela. En un momento se pone a llorar y me dice “me quiero ir a mi casa”. Le explico que hay muchas cosas que hacer, transfusiones de sangre por la anemia, estudios de tomografía para evaluar el hígado que no funciona y sobretodo la tranquilidad de saber que está controlada y atendida. En un momento miramos el sol que entra por el ventanal de la habitación, como una manera de escaparnos de allí. Le pregunto si tiene fe y me dice que sí; que siempre reza y le pide a Dios que la ayude.
En estos tiempos, el sistema de salud, además de su misión específica, cumple además una función social; por lo que vamos a activar la contención y el acompañamiento desde lo humano. Me despido diciéndole que pasaré mañana y ella me dice “lo espero”.
En este finde largo de carnaval, el clima es de fiesta, música y diversión. Mientras tanto pasan cosas. Volviendo por la rotonda, paso el Cabayú, mientras voy masticando sensaciones encontradas. Tres generaciones de mujeres, atravesadas por la marginalidad y la exclusión. Caídas, fueras del sistema. Olvidadas…hay mucho por hacer. Ahora. Cada uno desde el lugar que le toque.
Ramón Belén López, médico, especialista en Ginecología y Obstetricia.