Los contextos de turbulencia económica, no sólo suelen exponer los puntos débiles o desequilibrios de una economía, sino que también, nos fuerzan a pensar sobre las herramientas con las que cuentan las sociedades y los Estados en un mundo globalizado e hiperconectado.

Por Camilo Soñez

En particular, uno se pregunta qué pueden hacer los estados subnacionales (gobiernos provinciales y municipales) que no cuentan con herramientas de política fiscal de la magnitud de un Estado nacional, o que no cuentan con herramientas de política monetaria, cambiaria, de control sobre el comercio exterior, o de entrada y salida de capitales, etc., pero que igual tienen una responsabilidad política sobre el bienestar económico de sus comunidades. Sabemos que todo presente económico es el resultado de dos cosas, de las características estructurales de la economía y de las condiciones coyunturales. Un país que tiene una estructura productiva primarizada, o sea que principalmente produce y exporta productos primarios, en una coyuntura de alza internacional de los precios de estos productos, se verá beneficiado de las nuevas relaciones de intercambio. Si por el contrario, los precios de los productos primarios se derrumban se verá perjudicado con las nuevas relaciones de intercambio. Exactamente esto último fue lo que le paso a la Argentina en 1930 y ocasiono el fin del modelo agroexportador. Y excepto para las grandes potencias, las “coyunturas económicas” se suelen imponer casi sin remedio, por ejemplo poco pueden hacer países como Argentina o Colombia para impedir una guerra en el centro de Europa que luego impacta en el precio de los cereales o de los hidrocarburos, pero incluso tampoco las grandes potencias escapan a las coyunturas económicas internacionales.

Si las coyunturas suelen escapársenos de las manos, con la estructura económica sucede otro tanto. O sea, si las principales actividades productivas de una económica son agrícolas, industriales, diversificadas, si cuentan con suficiente mercado interno o no, si cuentan con suficiente población como para hacer economía de escala, por dar algunos ejemplos, son factores que no siempre pueden modificarse, y en los casos en que si, nunca a resultado tarea sencilla hacerlo, ya que lleva tiempo, requiere mucha voluntad política por parte de las sociedades, además de que tienen que existir condiciones materiales propicias para que se pueda llevar a cabo. En la Argentina el último intento real de modificar la estructura económica fue el del primer peronismo, quien aprovechando el impulso que hubo a la sustitución de importaciones de la década anterior (Pinedo y Prebisch) y una coyuntura favorable (el fin de la segunda guerra mundial y un alto precio de los productos agrícolas), hizo todo lo políticamente posible para que la Argentina dejase atrás una estructura económica primarizada y se convirtiera en un país industrial, de ahí todas las hipótesis de conflicto con Brasil que pensó Perón, dado que el gigante sudamericano por ese entonces también emprendía un camino similar de industrialización. A pesar de los errores que hubiesen existido en ese intento peronista por modificar la estructura económica del país, a pesar de que la coyuntura favorable en un momento se termino, y a pesar de las limitaciones estructurales propias de la Argentina, Perón encabezo un intento genuino por construir un capitalismo industrial. Ya todos conocemos como termino ese intento, primero las condiciones favorables se terminaron, el proceso empezó a ralentizarse, y antes de poder iniciar un nuevo ciclo favorable, el gobierno del Perón fue derrocado. El intento anterior, y por cierto bastante más efectivo en su resultado de modificar la estructura económica argentina, fue el de la oligarquía de Buenos Aires y el litoral, la cual durante la segunda mitad del siglo XIX, hizo todo lo políticamente posible por insertar la producción agrícola ganadera en el mercado mundial. Para ello, y aprovechando también una coyuntura favorable para la inversión extranjera, se asociaron políticamente al capital europeo para poder construir puertos, caminos, ferrocarriles y frigoríficos, y así poder exportar toda la producción agrícola ganadera de la Argentina.

Si bien nadie puede pensar la economía local de forma asilada al resto de la economía nacional o mundial, simplemente porque no se puede, de hecho ninguna región o ciudad puede desarrollarse económicamente por fuera de la macro economía de su país, base sobre la que se edifica toda economía nacional, no es menos cierto que han existido y existen ciudades que han logrado al menos mantener niveles mínimos de actividad económica, o sea de consumo, de ahorro e inversión, muy por encima de la media nacional, y esto ha sido gracias al desarrollo de ciertas actividades. Por supuesto no es lo mismo la prosperidad económica que puede darse en una pequeña ciudad como Añelo que se encuentra a minutos del yacimiento petrolífero Vaca Muerta, o en su momento la ciudad brasileña de Manaos que supo ser la capital mundial del caucho, a lo que se puede esperar de una ciudad que no tiene para explotar algo que es demandado directamente por el mercado mundial. Ahora, si coincidimos en que han existido y existen ciudades que lograron un perfil económico propio, y que como resultante de esto han alcanzado una relativa prosperidad económica, la pregunta que debemos hacernos es: ¿Quien sino el gobierno local de esas comunidades va ser el que impulse un perfil económico determinado para su ciudad?

Como ya dijimos, nuestro presente económico se desarrolla siempre dentro del resultado de combinar las condiciones estructurales de la economía y la coyuntura, ambas parecen siempre imposibles de modificar, al menos no como producto de nuestra voluntad inmediata, por lo tanto resulta pertinente para cualquier comunidad, preguntarse cómo hacer para construir un mejor futuro económico en el marco de variables que no controla ni puede controlar. En otras palabras, escapar lo más posible al determinismo económico que impone la realidad en cierto momento. Hay sobrados casos de ciudades, mayormente turísticas, aunque también existen otros ejemplos, que han podido crear condiciones favorables para desarrollar determinadas actividades dentro de ellas, actividades económicas que aseguran un piso mínimo de bienestar material, incluso cuando la coyuntura económica nacional o internacional no es favorable. Hablamos de ciudades que lograron consolidar un perfil de ciudad académica o vinculada a la industria del conocimiento, o vinculadas a los adelantos tecnológicos, o que han logrado consolidar un perfil de ciudad turística, ciudades que gracias a incentivos fiscales para la radicación de determinadas actividades productivas han podido desarrollar un nuevo perfil económico. Esto ha permitió en ocasiones asegurar una relativa prosperidad material en momentos de vacas flacas para la economía de sus países.

Es cierto que muchas ciudades adoptaron un determinado perfil productivo u económico por factores dados, como el perfil comercial de una ciudad portuaria que tiene una ubicación geográfica estratégica, o el perfil turístico de una ciudad que se encuentran en los márgenes de un lago o al pie de la montaña, etc., pero para el resto de la ciudades, o sea la inmensa mayoría, desarrollar un perfil económico es un desafío propio de esa comunidad, el cual no va estar exento de avances y retrocesos, de tropezones y caídas, de factores que ayuden a consolidarlo como tampoco de factores que lo dificulten. Pero más allá de que existan o no condiciones favorables dadas, o coyunturales, lo fundamental es la decisión política de dicha comunidad, expresada a través de su gobierno local y de sus representantes, de querer generar un desarrollo económico propio que le asegure las mejores posibilidades económicas. Por ejemplo, hay ciudades argentinas que incluso en periodos económicamente desfavorables para el turismo interno, lograron igual consolidarse como destinos turísticos y mantener niveles mínimos de actividad, y lo hicieron gracias a Estados que supieron invertir los recursos públicos en una mejor infraestructura turística, en capacitar a los agentes económicos para que ofrecieran mejores servicios, facilitando fiscalmente todo lo posible la tarea que le es propia a cada uno de los agentes económicos, etc.

Ahora bien, que una ciudad adquiera determinado perfil económico puede ser el resultado fortuito de la voluntad de los agentes económicos que encontraron conveniente invertir en determinado rubro en esa ciudad, ya sea porque existen estímulos que lo favorecen, como una ubicación estratégica, etc, o por el contrario puede ser el resultado del esfuerzo colectivo de una comunidad, la cual por ejemplo esté dispuesta a que se inviertan recursos públicos en rubros “estratégicos”, para buscar consolidar determinado perfil de ciudad, antes que en otras cosas seguramente más urgentes. Nos referimos a asignar recursos pensando en el mediano y largo plazos, y no en el cortísimo plazo. Si bien, América Latina se caracteriza por el hecho de que sobran las urgencias que atender, por el contrario, existen ejemplos en la región de ciudades pobres o con altísimos niveles de desigualdad, con poco o nulo desarrollo en infraestructura, que apostaron a consolidar primero zonas estratégicas (zonas con valor histórico o paisajístico) para atraer turismo, u otro tipo de actividades. Y esto ha sucedido en países como Perú, con un patrimonio arqueológico inigualable, pero también en el Uruguay, donde tal vez es más fácil vernos reflejados y buscar modelos donde inspirarnos. No se trata de la teoría del derrame, sino de buscar soluciones nosotros mismos como comunidad a los problemas que tenemos, se trata de pensar formas para que la iniciativa privada se expanda y haga sustentable el Estado que todos deseamos y necesitamos. Ya que es falsa la dicotomía, entre si donde hay una necesidad nace o no un derecho, de lo que se trata es de generar condiciones para poder financiar esos derechos que como sociedad creemos necesarios garantizar.

El actual gobierno de la ciudad de Paraná en estos más de dos años y medio de gestión, ha logrado que el Estado municipal cumpla mejor que antes con las obligaciones que le son propias, ha mejorado la calidad de todos los servicios, hizo un verdadera revolución en cuanto a la recolección de residuos sólidos urbanos, no solo ha mejorado el mantenimiento general de las calles, sino que pudo gestionar recursos nacionales y provinciales para concretar proyectos urbanísticos que vienen a modernizar arterias claves de la ciudad, obras de infraestructuras que son y serán necesarias para una ciudad que en las últimas tres décadas creció mucho y rápido, y con pocos gobiernos municipales que hayan apostado de verdad a la planificación. La actual gestión ha sabido invertir los recursos públicos en proyectos de infraestructura que vienen a solucionar problemas históricos, como el suministro de agua en las zonas más alejadas y altas de la ciudad, etc. También ha hecho enormes esfuerzos fiscales para cubrir con recursos propios problemas vinculados al subsidio que recibe el transporte público de pasajeros, esto en un marco regulatorio que se fijo durante la gestión anterior y que dejo prácticamente maniatada a la actual gestión municipal, ya que está claro para cualquiera, que el sistema de transporte públicos requiere a futuro ser replanteado totalmente, se necesita una nueva ecuación económica que permita mejorar la inversión de las empresas concesionarias del servicio. Nunca debemos obviar que los costos que aseguran una rentabilidad acorde al capital invertido y al riesgo asumido, también está vinculado al nivel y tipo de actividad económica que tenga la ciudad, en otras palabras con más pasajeros por recorrido la ecuación precio-calidad seria otra. Todas estas son obligaciones propias de cualquier Estado municipal, pero no por ello dejan de representar enormes desafíos, que históricamente la mayoría de los gobiernos fracasaron en poder cumplirlas, inclusive en contextos económicos mucho más favorables que los que le han tocado a la gestión actual, que no solo heredo un municipio financieramente quebrado e institucionalmente anarquizado, sino que también tuvo que gestionar en el marco de una pandemia, y con una economía llena de turbulencias de todo tipo, muchas de ellas heredadas de gobiernos anteriores.

Pero además de todo esto, que como dijimos vienen a ser las obligaciones propias de cualquier Estado municipal, la actual gestión hizo una fuerte apuesta por el desarrollo económico local, ha destinado recursos públicos a consolidar y mejorar el desarrollo de actividades turísticas, sólo basta con ver la agenda de actividades culturales y artísticas los fines de semanas, y en particular los fines de semana largos y en vacaciones, la cual no tienen precedente en la historia de la ciudad. Hablamos de planificación, inversión y articulación público-privado, que significa la decisión política de asignar recursos públicos a esos objetivos. Se aposto a consolidar un corredor turístico en la ciudad como nunca antes, uniendo la costanera y el Thompson, o el paseo del Islote Curupi, ampliando así no solo la posibilidad de disfrute de los paranaenses sino también de quienes nos visitan y eligen a Paraná como destino, dejando en la ciudad recursos económicos que han permitido sostener un nivel de actividad todo el año. En esto último, también se ve reflejado la articulación entre el sector público y privado para desplegar una oferta de actividades que se distribuya de forma equilibrada, asegurando un piso de demanda todo el año, algo que le permite planificar e invertir mejor al sector privado. Pero además, la actual gestión municipal, apostó a consolidar a la ciudad como el principal polo industrial de la provincia, haciendo inversiones con recursos municipales, pero también gestionando recursos nacionales y provinciales, para mejorar la infraestructura general del Parque Industrial, que le permite hoy al municipio pensar en ampliarlos y que siga aumentando la radicación de empresas en el mismo. Tendencia que, por cierto, ya vienen consolidándose, con nuevas inversiones y generando nuevos puestos de trabajo, casualmente en un mundo en que pareciera suceder lo contrario, confirmando así lo que decimos, que el perfil económico de la ciudad juega un papel fundamental en la posibilidades de desarrollo material de una comunidad. La otra gran apuesta ha sido apuntalar el Distrito del Conocimiento, que no solo ya es sede de importantes empresas, sino que también permite el desarrollo de startups, las cuales marcan la senda futura de la actividad económica, en otras palabras, por ahí pasa y pasaran la inversión y la generación de empleo, y esto ya está atrayendo un tipo de inversión que hasta ahora no solía existir en nuestra ciudad. Así también, podríamos enumerar la apuesta al emprendedurismo, la generación de circuitos de comercialización alternativos como son las ferias que se realizan casi a diario en la ciudad y que son fundamentales para la venta de productos locales, e inclusive la articulación con sectores de la llamada “economía popular”, la cual sabemos representa hoy casi el 50% de empleo en nuestro país.

En fin, la idea no es enumerar cada una de las políticas y acciones de la gestión municipal actual, no se trata de hacer propaganda ni proselitismo, sino de marcar la importancia que tiene para cualquier comunidad desarrollar un perfil económico y productivo que le permita un mejor presente, y sobre todo proyectar un mejor futuro. Sabemos que en economía las expectativas suelen volverse profecías autocumplidas. Como ya dijimos, existen muchos ejemplos de ciudades que en su momento decidieron emprender su propio camino para buscar y consolidar un perfil económico, para mejorar el bienestar material de dicha comunidad. En el caso de Paraná, este camino lo emprendió el actual intendente Adán Bahl, que ha sabido acompañar al sector privado en post del desarrollo económico de la ciudad, que ha sabido articular con el gobierno provincial y nacional financiamiento para este objetivo, y como la ciudad no se termina ni en 4 ni en 8 años, sino que continúa en el tiempo, tenemos un desafío político como “comunidad”, y es lograr que esta visión se la apropien todos los que algún día aspiran a ser gobierno en Paraná, y el primer paso que deben dar, empieza por reconocer todo lo realizado por la gestión actual, ya que si quienes pretenden ser gobierno no tienen la humildad de aprender a rescatar las políticas estado y quieren empezar todo desde cero, significa que no aprendimos y entonces volveremos a retroceder. Es mucho lo que los paranaenses hemos logrado en estos últimos años, de lo que se trata ahora es de consolidarlo para poder seguir avanzando.

Coordinador de Derechos Humanos de la Municipalidad de Paraná

Fuente: Análisis Digital

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