Un día como hoy falleció un baterista que fue parte de las bandas de rock más importantes del país. Su nombre es sinónimo de historia a tal punto que en su homenaje se conmemora el Día del Baterista en Argentina. Pasen y lean el recorrido de Oscar Moro, uno de los músicos más influyentes de su generación.

Como todos sabemos, además de tantísimas cosas, la música es central y principalmente una vibración. Nuestras cuerdas vocales se convierten en una caja de resonancia de donde sale el sonido y de igual forma nuestros brazos funcionan como extensiones de los instrumentos musicales que usamos para hacerlos sonar. Cuando esa vibración es tan fuerte, tan palpable y profunda, cualquier cosa puede hacer las veces de instrumento.

A comienzos de la década del ‘60, quizás esto era un poco lo que le pasaba a Oscar Moro, un adolescente rosarino de 13 años que a falta de una batería propia utilizaba ollas de cocina para tocar en las fiestas junto a su amigo guitarrista, Kay Galifi. Al poco tiempo, conocieron a Litto Nebbia y a Ciro Fogliatta que estaban tocando en una banda que a veces se presentaba en Buenos Aires. Una vez disuelto el grupo, Nebbia le preguntó al baterista de ollas si se quería unir a un nuevo proyecto. Luego de aceptar, junto con Kay comenzaron a tocar los tres en un barcito under donde sonaba jazz llamado La Cueva. El resto es historia. Fue en marzo de 1967 donde decidieron armar un grupo llamado Los Gatos y con ello pusieron la piedra fundacional del rock argentino. Litto estaba en primeras voces y armónica, Kay en guitarra, Ciro en teclados y órgano, Alfredo Toth en bajo y en la batería Moro.

Con La Balsa, el primer hit de la historia del rock nacional y el toque beat que le daba con la batería, Los Gatos fue el comienzo del periplo musical de Moro. Pero la fama y el éxito no lo cegaron, al punto tal que una vez disuelta la banda y ante la falta de una salida material concreta, no tuvo ningún problema en trabajar como chofer de micros escolares. Lejos de encasillarse, Moro fue el baterista más solicitado por aquellos años. Es que el amplio espectro del baterista se amoldó sin problemas a Color Humano, al folk de PorSuiGieco, el sonido progresivo de La Máquina de Hacer Pájaros, la lírica de Serú Girán y a la contundencia rítmica de Riff. La versatilidad del baterista se convirtió en el alma de cada una de sus bandas y por eso también colaboró con solistas como León Gieco, Celeste Carballo, Charly García, Fabiana Cantilo, Nito Mestre y Pedro Aznar entre otros.

Sin embargo, la agitada vida del rock provocó que se fuera antes de tiempo. Con varios problemas de salud y alejado ya de los escenarios, falleció el 11 de julio de 2006. Tenía apenas 58 años pero para entonces su impronta se había convertido en referencia indiscutible de varias generaciones. En su homenaje, se instauró en esa fecha el Día del Baterista.

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