Existen muchas personas pobres y vulnerables que cuando logran obtener un trabajo fijo, un contrato, una chamba o se han ganado una fracción de la lotería, rápidamente, manifiesta menosprecio por el resto de sus “vecinos, amigos, colegas o
familiares” y les molesta el hecho que el resto tenga oportunidades de progreso o bienestar.

“El síndrome de Doña Florinda” es el título de un texto escrito por el autor argentino del Río de la Plata, Rafael Ton, escrito en el año 2016, en el que hace una crítica a la clase media de la actual Argentina haciendo una analogía con los personajes creados por el escritor, actor y comediante Roberto Gómez Bolaños.
Doña Florinda es un personaje interpretado por la actriz mexicana Florinda Meza,
en el más popular programa de televisión mexicano “El Chavo del Ocho”, este síndrome, según el autor, consiste en el desprecio o rechazo a las personas de escasos recursos económicos, por parte de un grupo poblacional que cree pertenecer a una clase social alta, a la que realmente no pertenece.
El “síndrome de Doña Florinda” también se da en Colombia
Existen muchas personas pobres y vulnerables que cuando logran obtener un trabajo fijo, un contrato, una chamba o se han ganado una fracción de la lotería, rápidamente, manifiesta menosprecio por el resto de sus “vecinos, amigos, colegas o familiares” y les molesta el hecho que el resto tenga oportunidades de progreso o bienestar; les molesta que su vecino compre un carro nuevo, un apartamento nuevo, una casa finca o que los hijos de sus amigos estén estudiando en una Universidad de prestigio nacional; presume que las personas que viven a su alrededor no les importa y que a nadie le debe agradecer nada cuando a ella le va bien, son personas desabridas que no tienen empatía con sus vecinos, son individuos a los que no les importa lo que pase a su alrededor; los vemos en Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat, Tumblr, Telegram, YouTube, WhatsApp y otras redes sociales, defendiendo a las personas adineradas que la ignoran y pide pena de muerte para el ladrón de barrios pobres o humildes; cree y reproduce a través de sus redes sociales toda clase de noticias falsas no importa de donde vengan, no triangula la información pero la reproduce a como dé lugar, come Espagueti guisado pero eructa sierra, lomo fino o pargo rojo; todas sus metas y objetivos se basan únicamente en su bienestar, su idealización sería ser parte de clase alta o superior y usa ese aspecto como excusa artificiosa para no comprometerse con su propia familia o vecinos; se adjudica desde su mundo imaginario ser inmaculada, merecer más de lo que tiene, trabajar más de lo que debería y tener tanta cultura y sabiduría que nadie
puede engañarla.
Tiene varias tarjetas débito y crédito, pero éstas están con saldo en rojo, tienen un carrito viejo, pero muchas veces no lo usa porque no hay recursos para la gasolina, impuestos o el mantenimiento. No les interesa el bien de la comunidad, disimula, pero siempre brota su desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado y su egolatría, nunca se detiene a replantear sus opiniones, es asalariada o vive del rebusque, lo que gana todos los meses no le alcanza a cubrir sus necesidades básica insatisfechas, fue a la Institución Educativa Pública en su barrio, recibió el carnet del Sisbén, recibe el subsidio de familias en acción, recibió una vivienda de interés social, sin embargo la tiene arrendada, porque vive en un barrio de clase media aparentando que es de clase alta, su familia se vacuna en el Hospital Público, su hijo asistió a una universidad pública, tiene a su alrededor personas que tienen mejor estatus o posición social que él, pero rebuzna en contra de su país y asegura que es de los “pupis” de la sociedad.
Alcibíades Núñez Manjarres
Docente universitario, contador público, Magister en gerencia financiera