La Bolsa de Rosario da cuenta de que con las lluvias de las últimas semanas, da por finalizada la situación de sequía en la zona pampeana.

En medio de las discusiones sobre un nuevo tipo de cambio diferencial para el complejo agroexportador, las estimaciones privadas dan cuenta de que todavía restan entre 3500 y 4000 millones de dólares de soja en silobolsas. En el sector sostenían que la baja liquidación actual responde a que buena parte de las ventas ya se había adelantado en las dos ediciones anteriores del “dólar-soja” y a que se mantiene un “pequeño” remanente para hacer frente a la demanda interna en un contexto de sequía. Sin embargo, la Bolsa de Cereales de Rosario da cuenta de que con las lluvias de las últimas semanas, da por finalizada la situación de sequía en la zona pampeana.

“El otoño llegó con importantes lluvias a la región pampeana y deja atrás a la histórica sequía 2021/2023. En los últimos diez días llovieron entre 20 y 175 milímetros en el centro de la región”, señala el informe, lo que traería alivio a los rendimientos del trigo, soja y maíz.

El último informe del mercado granario rosarino dio cuenta que, ante la expectativa de una nueva edición del dólar soja, el sector mantiene en silobolsas unas 5,2 millones de toneladas de la oleaginosa, mientras que desde la Secretaría de Agricultura estiman que ese remanente ascendería a unos 6,6 millones de toneladas. En todo caso, se trata de un equivalente sin liquidar de entre 3500 y 4000 millones de dólares. Desde la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) informaron que en febrero último las empresas del sector liquidaron apenas 644,9 millones de dólares; representando una caída del 74 por ciento con relación al mismo mes del 2022 y “un 30.5 por ciento menos que en enero de 2023”.

Desde el equipo económico que conduce el ministro Sergio Massa reconocen que está en estudio un nuevo programa de estímulo para la exportación agropecuaria que permita sortear la escasez de dólares en el Banco Central. La medida aún no aplicó porque será recién en mayo cuando se inicie la cosecha gruesa, mientras escasea la liquidación del trigo, la soja de primera y el maíz temprano; este último afectado por la sequía. El ingreso fuerte suele ocurrir entre mayo a julio, donde se registra el mayor pico de las ventas por la cosecha, por una cuestión estacional, la cual cambio por las pésimas condiciones hídricas que se registraron durante toda la primera parte del año.

Cambio de libreto

En la región pampeana, la siembra de trigo del año pasado comenzaba con el otoño más seco de los últimos 35 años: faltaban de 100 a 150 mm para llegar a las medias históricas de lluvias de la región. En particular, estaba muy afectado Santa Fe y gran parte del noreste bonaerense. Incluso, al analizar las estadísticas por localidades, los datos mostraban que en muchos lugares se trató del otoño más seco de los últimos 60 años: en Junín era el más seco desde 1963. “Por esto, comenzar el otoño con lluvias tan importantes, tanto por acumulados como por cobertura, es una señal fundamental para el próximo ciclo de trigo en Argentina”, señaló el informe.

En los últimos 10 días llovieron entre 20 y 175 mm en el centro de la región, lo que resultará en un factor clave para la próxima cosecha argentina de trigo, soja y maíz. “La peor sequía de Argentina en por lo menos los últimos 60 años ha llegado a su fin. El último día del verano fue el primer día de un nuevo libreto para el clima argentino. El centro de alta presión que venía limitando el desarrollo de tormentas desde el centro este del país se desplazó finalmente. Las tormentas que se desarrollaron entre el 19 y el 28 de marzo dejaron muy buena cobertura y acumulados importantes en el centro de la región pampeana”, señala el informe difundido este miércoles por la Bolsa rosarina.

Santa Fe, una de las provincias más castigas por la falta de agua, recibió esta vez la mayor carga. Un 20 por ciento de su superficie superó los 125 milímetros (mm) en precipitaciones. Esto sucedió en el centro provincial. Los registros más importantes fueron los de Súnchales (con 250 mm) y Rafaela (con 189 mm). Rosario recibió 118 mm de lluvias, seguido por Venado Tuerto (110 mm) y Álvarez (104 mm). En Entre Ríos, el 70 por ciento del territorio superó los 100 mm. Los registros más importantes fueron los de Concordia, con 209 mm y Paraná, con 137 mm.

“En Córdoba, la cobertura fue menor pero no por eso menos importante. El 65 por ciento de su extensión superó los 75 mm. Hay algunas zonas aisladas de la franja central que superaron los 100 mm. Se destacan las localidades de Idiazábal con 150 mm, Marcos Juárez (113mm) y Córdoba capital (104 mm)”, señala el relevamiento.  Buenos Aires esta vez quedó al margen. Sólo norte y parte del este provincial recibieron lluvias por encima de los 10 mm.

Respecto a cómo sigue marzo y el resto del otoño, el informe señala que se estaría ingresando al cambio de estación “con un escenario de mejor comportamiento de las lluvias”. “No se puede garantizar que en un corto plazo se logren los elevados valores que requieren los perfiles para compensar tres años Niña. Pero, los condicionantes de escala regional han cambiado positivamente, favoreciendo el tránsito hacia un otoño con lluvias normales”, señala el informe privado.

Como consecuencia de la sequía extrema que azota la producción argentina y, sumado a ello, condiciones comerciales muy inciertas, prima la cautela en la comercialización de granos del mercado local. En maíz, el ritmo de compra de industriales y exportadores alcanza el volumen más bajo para esta altura del año desde la campaña 2015/16, en tanto que en soja alcanza mínimos en 20 años. A continuación, se desglosan estos resultados.

Ventas al mínimo

La liquidación de divisas por la exportación de maíz y soja se encuentra en sus mínimos históricos. En el caso del maíz, la comercialización interna, a pocas semanas de comenzada la campaña comercial 2022/23, registra el volumen más bajo en siete años. “Esto se debe principalmente a la gran incertidumbre productiva, con productores que no quieren quedar sobrevendidos, y a la opinión de que, si se continúan resintiendo las estimaciones de producción, los precios en el mercado interno pueden catapultarse”, destaca el relevamiento de la entidad granaria.

Amén de la escasa venta anticipada de maíz, la mayoría de lo que se lleva vendido del cereal nuevo se realizó con precios “a fijar”. Actualmente, el 51 por ciento de los negocios se realizó sin precio fijo, muy por encima del 34 por ciento que marcaba la campaña pasada al mismo momento del año, y 24 puntos porcentuales por encima del promedio de los últimos cinco años. El resultado es que solo 4,2 millones de toneladas de maíz 2022/23 tienen precio fijado.

Con un volumen de oferta total en torno a 41,2 millones de toneladas, compuesto por una producción proyectada de 35 millones y stocks al inicio que se estiman en 6,2 millones, quedaría remanente en el mercado un total estimado de 26,4 millones, por debajo de la campaña pasada y del promedio de los últimos cinco años. Además, el universo de mercadería con precio por fijar se ubicaría en torno a 30,7 millones de toneladas.

En cuanto a la soja, el volumen de soja de nueva vendida alcanza el mínimo en 20 años. De la campaña 2022/223 se llevan vendidas 4,8 millones de toneladas, algo menos de la mitad de lo comercializado en la campaña pasada a la misma fecha. En términos de porcentaje de la producción esperada, la comercialización alcanza el 18 por ciento, cuando el año pasado totalizaba un 24 por ciento –previo a la aplicación del primer dólar soja—y representa la menor proporción desde la campaña 2016/17.

Además del poco volumen comprometido, el grueso de los negocios se realizó con precios a fijar. “En total, 3,6 de los 4,8 millones de toneladas anotadas se realizaron en modalidades de negocios sin precio fijo, representando un inédito 76 por ciento del total, máximo en los registros”, reconoce el informe bursátil. Y agrega: “la operatoria se encuentra virtualmente paralizada por la posibilidad de nuevas intervenciones en el mercado por parte de las autoridades”.

Si a los 27 millones de toneladas que se esperan producir en la campaña le sumamos los stocks iniciales (5,2 millones) y le restamos lo que se lleva comercializado y la mercadería que no ingresaría al circuito comercial (pérdidas, uso para semillas, consumo propio, entre otros), se puede estimar un universo de mercadería por vender en torno a 22,8 millones de toneladas, 12 millones por debajo del promedio de los últimos cinco años.

Fuente: (El Destape) – Por Cristin Carrillo

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