México reafirma la soberanía nacional y de la región. Peligra en Chile la aprobación de la Constitución en el plebiscito. Bolivia se defiende del golpismo y el gobierno de Perú está bajo asedio. Ante las elecciones en Colombia y Brasil, se temen posibles atentados contra el candidato Gustavo Petro y contra Lula.

Por Miguel Croceri

Dejando de lado, en este comentario, la situación específica de Argentina, otros países de América Latina exhiben una dinámica política vertiginosa, donde semanifiestan algunos avances de las fuerzas populares y soberanistas, ysimultáneamente amenazas a los procesos democráticos y hasta peligro de atentados criminales contra el candidato colombiano Gustavo Petro y el brasileño Lula Da Silva.

En México, una de las dos naciones latinoamericanas más importantes tanto por su extensión territorial como por lacantidad de habitantes y el tamaño de su economía -la otra es Brasil-, el presidente Andrés Manuel López Obrador(AMLO) está ejerciendo un liderazgo continental en la defensa de los recursos naturales, los bienes públicos y la soberanía política y económica.

La más trascendente decisión al respecto es la nacionalización del litio, dispuesta por una reciente ley que declaró “de utilidad pública” a ese mineral. Ello implica que cesarán las concesiones a empresas privadas, licencias, contratos para su exploración y explotación, etc., todo lo cual quedará reservado al Estado. (Reporte de la plataforma informativa alemana DW, edición en castellano. Nota del 20/04/22). 

Además, en la semana recién transcurridaAMLO anunció que no concurrirá el mes que viene a la llamada “Cumbre de las Américas”, si no son invitados a participar Cuba, Venezuela y Nicaragua. Posteriormente se expresaron en la misma dirección otros/as mandatarios/as, entre ellos el de Bolivia, Luis Arce, y la de Honduras, Xiomara Castro. (Tema detallado por Forbes-México, nota del 12/05/22). 

El presidente argentino Alberto Fernández, durante su gira europea, también reclamó que todos los países del continente sean convocados a participar, aunque aclaró que concurrirá al encuentro.

La “Cumbre de las Américas”, patrocinada por Estados Unidos (EU), es una nueva edición de otras como la realizada en Mar del Plata en 2005, cuando líderes populares gobernantes en ese tiempo -como Hugo Chávez y Néstor Kirchner- rechazaron la conformación del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Esta vez las deliberaciones tendrán lugar el 6 de junio en la ciudad norteamericana de Los Angeles.

La determinación de López Obrador constituye un acto de autonomía nacional de México ante EU, pero su potenciación por parte de otros gobernantes de América Latina lo convierten en un gesto -modesto pero valiente- de reafirmación soberana de la región.

Chile, después de cinco décadas

En el sur del continente, Chile vive dos fenómenos políticos simultáneos que ocurren por primera vez en casi cinco décadas, desde el golpe cívico-militar contra el presidente de izquierda Salvador Allende en 1973. Uno es que el gobierno está a cargo de una coalición progresista, que posee también una fuerte impronta de renovación generacional y además una perspectiva feminista, y otro es el proceso de elaboración de una nueva Constitución.

El presidente Gabriel Boric asumió el pasado 11 de marzo y su gestión es objeto de las presiones, obstaculización y sabotaje, paso a paso y como era previsible, tanto de la derecha político-institucional como de las corporaciones empresariales y mediáticas.

La Convención Constitucional, a su vez, lleva adelante un formidable trabajo que podría darle al país una Carta Magna democrática, de avanzada social, con perspectiva feminista, y con bases jurídicas para respetar los derechos y territorios de los pueblos originarios.

Pero un peligro atraviesa todo el proceso, debido a que una vez finalizada su redacción, la nueva Constitución debe ser aprobada al menos por las dos terceras partes de los/las votantes en un plebiscito el próximo 4 de septiembre. En caso de que ello no ocurriera, se mantendrá el texto constitucional vigente, impuesto en 1980 -con simulacro de plebiscito incluido- bajo el terror de la dictadura de Augusto Pinochet.

La posibilidad de que no se logre la difícil mayoría de dos tercios, tiene hoy una considerable probabilidad. El bloque de poder económico, social, mediático y militar-policial (en Chile la fuerza policial son los llamados “Carabineros”) que mantuvo su dominio aun bajo gobiernos con rasgos democratizadores como los de Michelle Bachelet, hace propaganda ideológica las 24 horas de cada día para impedir la sanción de una nueva Constitución.

(El diario chileno La Tercera publicó días atrás un análisis acerca de sectores del electorado que en el plebiscito de 2021 aprobaron la redacción de un nuevo texto, pero que en septiembre próximo optarían por rechazar la propuesta de los/las constituyentes. Nota del 08/05/22). 

Golpismo en Bolivia y Perú

La actualidad latinoamericana exhibe en el gobierno de Bolivia a una fuerza política popular, democrática, indigenista y anti-imperialista, que recuperó el poder en noviembre de 2020. Había pasado justo un año desde su desalojo mediante la violencia cívico-militar que derrocó a Evo Morales e instauró al régimen de facto encabezado por Jeannine Áñez.

El Movimiento al Socialismo (MAS), fundado y liderado por Evo y que hoy está representado por el presidente Luis Arce, hasta el momento mantiene un firme arraigo social que le permite resistir los embates del golpismo.

La derecha y la ultraderecha boliviana lanzaron una fuerte ofensiva de protestas en octubre de 2021, cuando Arce y el MAS aún no habían cumplido un año de mandato tras la efímera dictadura. (Crónica del elDiarioAr, nota del 11/10/21). Sin embargo, el ataque desestabilizador no ha crecido en volumen desde entonces, y así el gobierno logra mantener una aceptable solidez.

Todo lo contrario ocurre con el presidente de Perú, Pedro Castillo, quien es objeto de un asedio permanente a pesar de que desempeña la función hace recién nueve meses y medio.

El mandatario asumió con una debilidad política extrema: ganó el balotaje (ante Keiko Fujimori) por apenas el 0,05 % de los votos, sin un partido fuerte que lo respaldara, contó con solo 37 parlamentarios propios en un Congreso unicamercal de 130 miembros (y encima luego su bloque se dividió), y carecía de toda experiencia en cargos públicos (tenía trayectoria como sindicalista docente) así como de cuadros técnicos y políticos para ocupar los múltiples puestos que requiere la conducción del Estado.

Su gobierno es prácticamente insostenible en un país habituado a la inestabilidad institucional, y donde el modelo capitalista salvaje normalmente llamado “neoliberal”, si bien no alcanza el extremo de los 50 años que está por cumplir en Chile, fue implantado hace 30 años por la dictadura de Alberto Fujimori, quien tras haber sido elegido por una mayoría electoral a fines de 1989, dio un auto-golpe de Estado en 1992 y se mantuvo como presidente pero sostenido por el terrorismo militar-estatal.

La oposición partidaria de derecha y ultraderecha impulsa en el Congreso continuas mociones de “vacancia presidencial”, lo cual significa, según la Constitución peruana, destituir al jefe del Estado. Hasta ahora nunca consiguieron la mayoría de votos requerida para echar a Castillo, pero la embestida es continua. (Cada 52 días, en promedio, se presenta en el Parlamento una moción de “vacancia” contra Castillo o de “censura” contra su gabinete, según informó a fines de marzo el diario peruano La República. Nota del 28/03/22). 

Colombia y Brasil: candidatos en peligro

Las perspectivas de cambios democratizadores en América Latina podrían crecer, durante este año, si en las elecciones de Colombia primero y de Brasil después, triunfan respectivamente los candidatos Gustavo Petro y Lula Da Silva. Sin embargo, esas posibilidades están atravesadas por el temor a que pueda haber atentados terroristas contra la integridad física y la propia vida de alguno de ellos, o de los dos.

Petro, ex alcalde de Bogotá y actual senador nacional, se postula al máximo puesto político del país por una alianza de centroizquierda llamada “Pacto Histórico”. A comienzos de este mes, el aspirante presidencial suspendió actividades de campaña y denunció que una banda delictiva planeaba un ataque criminal en su contra. El gobierno derechista de Iván Duque, como formalidad, salió a decir que iba a reforzar la protección de Petro. (Información de France-24, nota del 04/05/22). 

Su candidata a vicepresidenta es la militante anti-racista, feminista y ambientalista Francia Márquez Mina, una mujer afrodescendiente de 40 años, que con esta postulación llega a los primeros planos de la política nacional. (Acerca de su perfil público y su larga trayectoria, puede consultarse la página web de Francia Márquez Mina). 

El “Pacto Histórico” tiene como principal rival a Federico Gutiérrez, quien compite en representación de una alianza denominada “Equipo por Colombia”. Se trata de un ex alcalde de Medellín, quien le saca ventaja en las encuestas a los demás postulantes de derecha o ultraderecha, y es el que más se acerca en intención de voto a la fórmula del progresismo. Una de sus principales frases de campaña es evitar que su país “se convierta en Venezuela”.

La primera vuelta electoral se realizará el domingo 29 de mayo (dentro de dos semanas), y si ningún candidato/a obtuviera la mitad más uno de los votos, la definición en segunda vuelta será el 19 de junio.

Brasil, por su parte, no tiene la historia de violencia política que caracteriza a Colombia desde mediados del siglo pasado, pero durante el régimen de Jair Bolsonaro las condiciones han empeorado gravemente. Hoy existen alertas sobre las posibilidades de un magnicidio contra el ex presidente y actual candidato Lula Da Silva. (En los últimos meses el tema ya es mencionado en forma pública, como lo ejemplifica un artículo del mes de febrero del diario español El País, titulado “¿Está en peligro la vida de Lula?”. Nota del 18/02/2022). 

Los comicios presidenciales se realizarán el 2 de octubre, y un posible balotaje se disputaría el 30 del mismo mes. El popular ex mandatario obtiene ventaja según todas las encuestas, y ha planteado una estrategia electoral de máxima amplitud política e ideológica, que además haría posible la gobernabilidad en caso de ganar la votación.

Con el propósito de impedir la reelección del ultraderechista Bolsonaro, y eventualmente conseguir después los apoyos necesarios en un Parlamento fragmentado y con altísimos niveles de corrupción y transfuguismo político, Lula y su partido -el PT, Partido de los Trabajadores- avanzan en la formación de una alianza con sectores conservadores anti-bolsonaristas.

Es por ello que su candidato a vicepresidente será Geraldo Alckmin, un dirigente de centroderecha que ocupó altos cargos (por ejemplo, fue gobernador del estado de San Pablo), e incluso compitió contra Lula en 2006 por la presidencia de la República.

Fuente: (Va con Firma)

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