Sucedió en el predio del Polideportivo Municipal, donde un grupo de vándalos prendieron fuego, rompieron baños, cañerías, bancos, mesadas, entre otras instalaciones del lugar. Gran indignación en la población desde donde denuncian que, se sabe quiénes son los autores de estas acciones, solo que no se hace nada. Denuncian circulación de droga en la ciudad como uno de los factores influyentes en este tipo de actitudes.

Los desmanes sucedieron entre fin de año y el comienzo de esta semana, incluso anoche (martes). El lugar es utilizado por los vecinos de la localidad de Bovril para compartir en familia o con amigos ya que ofrece la oportunidad de esparcimiento en un agradable escenario natural a lo que se le suman los servicios de quincho con sus respectivos baños y sector de parrillas.

“Da pena ver cómo están dejando el lugar”, comienza diciendo un ciudadano bovrilense preocupado e indignado.

Esta mañana se encontraron nuevos desmanes, quemaron una palmera ubicada en el sector de parque, no conforme con eso lo vándalos avanzaron destrozando los bancos, en el busto a la madre que se encuentra dentro de dicho predio,  además de los bancos y mesas en el interior de los quinchos. “Rompieron hamacas de la plaza central y los instrumentos de la pista de salud. Pero esto no se detiene”, no dice el vecino y agrega que, “los mismos actos de violencia se repitieron en la Terminal donde destrozaron un inodoro”.

Las actitudes podrían estar relacionadas a bandas que disputan territorio y parece que esta modalidad de romper con todo lo que encuentran a su paso, sería una de sus marcas. Otras versiones relacionan lo sucedido con el aumento preocupante del consumo de droga en la pequeña localidad del departamento La Paz.

Bovril está en una constante lucha para volver a recuperar el prestigio de antaño, cuando era mencionada por la calidad de sus polos madereros y el desarrollo productivo ligado a la agroindustria. Sin embargo todo parece cuesta arriba cuando se escriben páginas que la ubican con serios problemas en su franja etaria de entre los 16 y 25 años de edad que lejos de aquel legado cargado de sueños de sus ancestros, hoy pide a gritos que atiendan las profundas desigualdades sociales que crecen a pasos agigantados. Gran tarea para aquellos que no solo analizan este tipo de actitudes como una problemática policiaca  posiblemente resuelta desde lo punitivo.

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