Sr. Presidente: estas líneas se dirigen a usted con motivo de la reaparición de ese vetusto golpista carapintada que, pretendiendo erigirse en “reserva moral”, ahora convoca a un golpe de Estado, tara en la que lo acompañan algunos delirantes que por esencia gorila tienen bloqueada la razón pero no el oportunismo.
Por Mempo Guardinelli
Esto sucede en un momento de severa crisis económica y grave peligro institucional. De ahí que lo que en cualquier otra circunstancia hubiese sido risible, ahora es muy grave porque la situación política, económica y social de nuestro país es extremadamente delicada, lo que envalentona a payasos representativos no del afán de alzamientos militares facciosos como en 1987-88, pero sí del fascismo violento que vienen reviviendo ex-radicales que ofenden su memoria partidaria junto a tipos y tipas de la peor derecha política, casi todos resentidos, ladrones y cipayos como se comprobó cuando fueron gobierno entre 2015 y 2019.
El problema ahora es mucho más grave, y basta ver la soberbia de la incalificable Corte Suprema Protectora de Chorros, verdadera infección de las democracias argentinas que usted como jurista bien conoce. Y que por eso mismo sorprende que no proceda a aplicar los diversos recursos legales posibles para cambiar esa Corte, cuyo accionar emparda y acaso supera al de la Corte de los Milagros del fenecido cipayo riojano.
Lo cierto es que parece evidente en su gestión, Sr. Presidente, una tolerancia políticamente suicida en algunas indecisiones y demoras. Por caso, a muchos nos parecería importante que medite usted sinceramente, por ejemplo, por qué jamás se aplican sanciones ejemplares a quienes ofenden a la democracia. Y por qué no se deconstruye de una vez la infame «justicia» que padecemos 47 millones de compatriotas. Y por qué no se frenan ni desarticulan las mafias de latifundistas evasores, contrabandistas y fugadores de divisas que, sin dudas, son el otro peor problema que padece nuestra República.
Y claro, la pregunta del millón es por qué no se derogan de una vez, y por lo menos, las leyes de Entidades Financieras (de Martínez de Hoz) y de Inversiones Extranjeras. Que son dos cánceres que desde hace casi medio siglodestrozan a la economía argentina. Y leyes, a la vez, que son aún más peligrosas cuando inexorablemente operan contra gobiernos de decisiones lentas. Y dicho sea esto a la vez como opinión y como esperanza, también, de una reacción suya que frene de una vez las incitaciones a la violencia y encabece la reparación política, jurídica, y sobre todo social y moral de nuestra Patria.
Es urgente detener el golpe que viene propiciando el cipayaje y que es imperativo reconocer porque es la sombra golpista la que hoy perturba a nuestra nación. Y no sólo por acción de los canallas locales sino y sobre todo por el influjo de poderes extranjeros que no dejan de serrucharle el piso a su gobierno, Presidente, sobre todo cuando, dicho sea con toda franqueza, muchas veces usted parece creerles y esperanzarse con sus mentiras y falsas promesas.
Lo cierto es que son gravísimas —e inadmisibles— las amenazas y esa guillotina exhibida en la Plaza de Mayo. Y también el fogoneo mediático de la telebasura, el cacareo infame de ex-periodistas billetereados que maligna e irrespetuosamente se burlan de usted, así como el estímulo a formas de violencia que tanto nos costó erradicar.
Por eso muchos habitantes de este país empezamos a temer que puedan volver las «desapariciones» de personas, los secuestros de niños y demás bestialidades. Y todo acompañado del endeudamiento perverso que en realidad no es tal pero se lo admite como tal. Y encima esos canallas cacarean y ensucian el concepto que much@s venimos restaurando: Soberanía Nacional.
Como sea, lo seguro es que las amenazas a su gobierno jamás provendrán del pueblo trabajador, ni de las organizaciones gremiales, ni de las justas demandas salariales y mejor calidad de vida que con todo derecho reclaman 47 millones de argentinas y argentinos.
Por eso por momentos resulta chocante la Argentina que usted describe como una en la que ahora se destaca una «reactivación». La cual, aunque modesta y cierta, no alcanza para esperanzar a nadie más que a usted y a algunos miembros de su gabinete que no ven la calle como no ven el interior del país, al que no conocen y sólo tienen la ilusión de que sí. Y es que, estimado Presidente, el federalismo, como la Soberanía, si no se ejerce con conocimiento, firmeza y patriotismo no pasa de ser una buena intención.
Y sobre todo si no se conoce cómo viven, sobreviven y malviven millones de compatriotas que por puro hartazgo repudian ahora a la política y hasta son capaces muchos y muchas de ir a votar a sus verdugos la próxima vez, por la única razón de que están con hambre y enojados. Y es que nadie acepta ser mendigo en tierra ubérrima, y mucho menos sometidos amillonarios fugadores y explotadores, y encima soberbios.
Por eso cuando desde abajo se ve que se hacen anuncios sobrados de optimismo, se siente enojo por la sencilla razón de que anuncio no mata apetito y lo que sí se ve es un Estado sometido, incapaz de plantarse y tomar decisiones para cambiar el rumbo de miseria que somete ya a la mitad de la población mientras sobran feroces negociados inmobiliarios en la capital de la república.
Esta columna lamenta puntualizarlo, pero ésa es la razón profunda por la que a usted hoy tanta ciudadanía no le cree, convencida de que su gobierno le rompió la ilusión de 2019. Y también es por eso que a esta columna no le interesa conjeturar acerca de su buena, mejor, mala o peor relación con la Vicepresidenta. Eso es pasto sucio para los charlatanes de la violenta telebasura y los pasquines mentirosos.
Lamento ser duro, que no irrespetuoso, querido Alberto, pero a muchos y cada vez más nos parece alarmante que usted no se dé cuenta del verdadero y calamitoso estado de millones de ciudadanos/as, ni del contrabando que hacen las grandes corpos que son además las que acaparan dólares y le destrozan, a usted y al pueblo, ilusiones y posibilidades.
También por eso sería bueno que se admita de una vez, como país soberano, que la así llamada «deuda» en realidad fue un robo y no se va a pagar. Porque no se debe, y menos al costo infame del hambre popular. Mejor decirlo y ordenar la auditoría que se reclama desde hace años. Y así empezar a darle la espalda a los empresarios abusadores, mirando de frente al pueblo y diciéndole la verdad.
Y además y para concluir, con todo respeto esta columna lo exhorta a darse cuenta de que el drama esencial y básico de esta república es la pérdida de Soberanía en todos losaspectos, lo que se expresa en el sometimiento a superpoderes extranjeros y en los ofensivos besamanos y cínicos discursos de empresarios, banqueros y ladrones que gobiernan el mundo, emprenden guerras miserables con tal de sostener sus industrias bélicas y en la Argentina parecen ser los que verdaderamente mandan porque siempre son escuchados y nunca se les pisa ni un meñique.
Malo sería que sus cercanos lo convenzan de que el pueblo lo va a acompañar igual, por miedo a los bestias. No vaya ser que, al contrario, vote a las bestias por puro desengaño.
Dicho sea todo con el debido respeto, Sr. Presidente, y con los mejores deseos para usted y su familia en lo personal.
Fuente: (Página 12)