El IMFC (Instituto Movilizador de Fondos Cooperativo), emitió una Declaración para conmemorar el primer gobierno patrio en la que llama a «asumir el reto de despojarnos de la cultura de la dependencia».

«Celebramos junto a nuestro pueblo un nuevo aniversario de la Revolución política que dio lugar al nacimiento de la Patria. Aquellos hombres y mujeres tuvieron conciencia que debían tomar la historia en sus manos y había llegado la hora de rebelarse contra un orden colonial caduco, en pos de abrir paso a un nuevo tiempo americanista, signado por procesos revolucionarios de independencia nacional y anticolonialistas». Así comienza la Declaración emitida por el consejo de administración del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos para conmemorar el 25 de Mayo de 1810.


En otro tramo, el escrito recuerda los festejos de los 200 años de la Revolución, en la que se afirmaba que «aquellos constructores de la Argentina naciente se nutrieron con lo más avanzado del pensamiento de su época. Su mirada fue más allá de la encrucijada histórica que les tocó vivir y su gran mérito fue incidir sobre el sentido común dominante y acumular fuerzas para que las utopías emancipadoras se hicieran realidad. Como en la actualidad, las ideas de justicia distributiva han tropezado con los intereses del privilegio y las pretensiones hegemónicas de los poderosos de adentro y de afuera».

También recuerda la figura de Mariano Moreno, quien, consciente del papel de la comunicación en la formación de la conciencia ciudadana, decide fundar «La Gaceta de Buenos Aires». «El Cabildo en los días previos al 25 de mayo –continúa– fue el ámbito donde confrontaron con vehemencia las ideas revolucionarias y las que pugnaban por conservar la colonia». Y trae las palabras de Juan José Castelli, el orador de la Revolución: «Las leyes declaran que los hijos legítimos son los herederos forzosos y únicos de los padres y como aquí no hay más que herederos, ni conquistadores o pobladores que nosotros, es falso que el derecho de disponer de nuestra herencia, hoy que la madre patria ha sucumbido, pertenezca a los españoles de Europa y no a los americanos».


Trayendo al presente estos conceptos, la Declaración señala: «Hoy debemos asumir el reto de despojarnos de la cultura de la dependencia y subordinación, que en todos los tiempos presentan como lo “lógico y responsable”, que los cambios y transformaciones son imposibles frente a los poderes del orden constituido». Heredero de ese pensamiento, el notable intelectual García Linera presenta a los pueblos del continente el mismo dilema traído al presente: «O cambiamos, asumiendo los riesgos del caso, o justificamos lo existente como inmutable».


El escrito también advierte que como en otros momentos se intentó instalar el sofisma del fin de la historia, ahora aparecen cultores de  «irracionalismos antidemocráticos», que «reivindican que vienen de la nada, “somos lo nuevo”, como si existiera una suerte de vacío histórico. Se niega el devenir de nuestro pueblo, cargado de luchas con sus momentos de unión y desencuentros».

«Una vez más –continúa la  Declaración– debemos reivindicar el valor de la historia, recreando el pensamiento y el camino transitado por nuestro pueblo, demostrativo que de las crisis sociales y culturales se puede y debe salir apoyados en la potencia y la participación ciudadana, generando los cambios hacia el progreso social y la soberanía de la Nación». Y recuerda los debates obligados por la crisis civilizatoria del sistema capitalista contemporáneo: ¿Cómo garantizar el bienestar de la humanidad? ¿De qué modo preservar el planeta? ¿Cuál es el contenido de la democracia en el Siglo XXI? ¿Es posible una Argentina para todos y todas? 
«Los cooperativistas nucleados en el IMFC –afirma– nos sentimos partícipes activos de la tarea impostergable de construir un país con más democracia y equidad distributiva. Son ideas elaboradas a partir de los valores y principios de la cooperación, nutridas con una profunda visión humanista y cargadas de un auténtico sentimiento patriótico».
Y concluye llamando a ir por «las metas inconclusas que se propusieron los fundadores de la Patria». Entre ellas, profundizar la democracia, vencer las resistencias de los poderes que se oponen a la distribución de la riqueza y la democratización de la palabra; consolidar la integración regional, afirmar la soberanía nacional y garantizar el cumplimiento pleno de los derechos humanos «para nosotros y para nuestra posteridad».

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