Dirigentes, varios expresidentes, de América Latina y España, se reunieron en Buenos Aires para intentar trazar estrategias comunes con el objetivo de recuperar espacios políticos.
La derecha iberoamericana busca recuperar los gobiernos en la región y apuesta a que la elección presidencial en Argentina comience a revertir una tendencia de lo que interpreta como una pérdida de espacio político. Para lograr ese regreso convocó a varios de sus líderes a un encuentro en Buenos Aires donde descolló quizás la más lúcida de entre sus representantes –o al menos la más presentable en términos discursivos y hasta judiciales– la hispano-franco-argentina Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del Partido Popular (PP) por Barcelona.
La Ciudad de Buenos Aires también convocó a expresidentes latinoamericanos, como el mexicano Felipe Calderón, el chileno Sebastián Piñera, el boliviano Jorge «Tuto» Quiroga y a un exjuez brasileño y actual senador, Sergio Moro, quien como carta de presentación ostenta el de ser el que ordenó detener a Lula da Silva en una investigación que luego la corte de su país desechó como sesgada para evitar el regreso del PT al poder en 2018.
La organización del cónclave corrió por cuenta de la Fundación Libertad, un think tank conservador fundado en 1988 en Rosario que dirige Gerardo Bongiovanni, también parte de la cúpula de la Fundación Internacional para la Libertad –que preside el escritor Mario Vargas Llosa– e integra la Sociedad Mont Pelerin, que se jacta de ser «la organización liberal más prestigiosa del mundo», creada en 1947 a instancias del economista austríaco Friedrich Hayek, fuente de inspiración para los grupos ultraderechistas internacionales.
Pocos días antes, en Santiago, Piñera dio el puntapié inicial al llamado Grupo Libertad y Democracia, junto al expresidente colombiano Andrés Pastrana y otra vez a Quiroga de manera presencial. Por vía virtual cantaron presente los exjefes del Gobierno de España, José María Aznar y Mariano Rajoy, del PP, el colombiano Iván Duque, el mexicano Vicente Fox y dos mandatarios en ejercicio, el ecuatoriano Guillermo Lasso y el paraguayo Mario Abdo.
Infaltable en ambos clubes conservadores, Mauricio Macri aprovechó para recibir elogios por haberse corrido del próximo comicio. «Renunciar a su ejercicio cuando se tiene fuerza, juventud, experiencia e ideas es más que un gesto de generosidad. Es una muestra de respeto a las instituciones, un acto de compromiso con una Argentina nueva, distinta, mejor. Alejada del narcisismo, del caudillismo y del egoísmo», lo aplaudió Álvarez de Toledo en un discurso que el expresidente posteó en su cuenta de Twitter.
Esas dos «asociaciones vecinales» se presentan sin subterfugios como la contracara del Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla, el primero fundado por el PT en 1990, que nuclea a sectores de la izquierda regional, y el otro, integrado por líderes progresistas, creado en la México en 2019. Enemigos fundamentales de esta internacional de la derecha son, y no por casualidad, Andrés Manuel López Obrador, Gustavo Petro y Lula. El expresidente, Jair Bolsonaro, quien en el aniversario del golpe de 1964 –31 de marzo– volvió a Brasil de su autoexilio en Miami para no entregarle el poder al exdirigente metalúrgico, también debería inscribirse en esta congregación.
Historiales
A esta altura conviene repasar el currículum de algunos socios de la entente derechista. Piñera, dos veces presidente chileno, fue el primer presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2011, pero tras el triunfo de Macri en 2015 impulsó la creación de Prosur, una asociación cuyo único objetivo era vaciar la Unasur. También se sumó sin pensarlo dos veces al Grupo de Lima, nacido para derribar al Gobierno bolivariano de Venezuela. Nada quedó de ninguna de ellas. Ahora una fiscalía lo investiga por violaciones a los derechos humanos en la represión del estallido social de 2019.
«Cuando Dios creó Argentina estaba de muy buen humor y uno se pregunta por qué un país tan maravilloso tiene que aceptar 70 años de decadencia», indicó Piñera en su discurso porteño. Se sumó así a esa antigua perorata contra el peronismo a la que suele recurrir el fundador del PRO, olvidando que esa fecha coincide con la llegada al país de un inmigrante italiano que gracias a beneficios estatales se convirtió en uno de los magnates del país: Franco Macri, su padre.
El caso de Calderón tiene lo suyo también: fustiga a AMLO y lo caratula como aliado del narcotráfico, pero se mudó a España luego de que su ministro de Seguridad, Genaro García Luna fue encarcelado en Nueva York por su relación con el Cartel de Sinaloa. En Madrid halló conchabo en la Fundación del PP. Lasso, por su parte, enfrenta un juicio político por presunta malversación de fondos públicos y peculado.
La marquesa argentina
Hija del XIV marqués de Casa Fuerte, Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos luce un notorio abolengo de los dos lados del Atlántico. Nació en España, dio sus primeros pasos en Londres, se educó desde los 7 años en Buenos Aires y volvió para doctorarse en Oxford en Historia Moderna. Fue periodista en el diario El Mundo, cercano al PP, y a los 48 años es una de las más claras ideólogas de la derecha hispanoparlante.
Opuesta a la antipolítica que emana del mensaje «libertario» porque la cree «un atajo de los mediocres», dice que «los políticos somos la primera élite de la sociedad. Nuestras decisiones afectan a todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos. De ahí la importancia de que a la política se dediquen los más inteligentes, los más competentes, los más honestos, los mejores».
Así, propone una lucha en el campo de las ideas contra el discurso dominante: la izquierda y el del populismo, según afirma. «Hemos obligado a nuestros compatriotas a elegir el mal menor. A votar con la nariz tapada. A escoger entre una izquierda necrófila –amante de ideas muertas y mil veces fracasadas– y la peor versión de una presunta alternativa de derechas. Biden o Trump. Boric o Kast. Petro o Hernández. Lula o Bolsonaro. El resultado está a la vista: el avance de la izquierda en toda la región».
Y remata: «Hoy la izquierda define y domina el campo de juego político, con las identidades como nuevo tótem y causa, y una formidable capacidad de organización. El Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla, Zapatero con Kirchner, Sánchez con Fernández: coordinados, articulados, financiados. Un consorcio contra la libertad». A eso vino a recorrer las callecitas de Buenos Aires, que tantos buenos recuerdos le traen, asegura.