En sus idas y vueltas, la última gran movilización convocada por la CGT y la CTA durante la jornada del 17 de agosto pasado, dejó demostrado, por la convocatoria y la claridad de las consignas, el enorme poderío que siguen teniendo las organizaciones sindicales a la hora de ganar las calles y protagonizar la defensade los intereses nacionales. Y no es casual que gocén de un reconocimiento de la comunidad internacional, sobre todo por parte de aquellos países que en los últimos años, han visto fragmentar sus estructuras sindicales, careciendo actualmente de representatividad y articulación para defender ante las mismas patronales, que mediante artilugios recomendados por doctrinas neoliberales, han logrado dejar en estado de indefensión al laburante.

A lo largo de la historia, el sindicalismo argentino fue gestor de los principales derechos y conquistas sociales otorgadas durante gobiernos populares como el Peronismo, el cual mejor que nadie supo interpretar e interpelar lo más profundo de las fibras de la argentinidad e incorporó al movimiento obrero organizado como su columna vertebral, sentándolo en la mesa de las decisiones como garante de un histórico ascenso social que favoreció a los sectores más postergados de la patria, sellando de esta manera una alianza inquebrantable con la clase trabajadora en su conjunto.

Pero no todas fueron victorias para el movimiento obrero, también pagó con sangre sus derrotas, siendo el blanco predilecto de las peores dictaduras genocidas civico militares que lo tuvieron como blanco ineludible para quebrar la última línea de defensa de la Nación. Las que le facturaron por su rótulo de opositor y combativo al plan de empobrecimiento sistemático. Dejando como saldo un sinnúmero de dirigentes y delegados desaparecidos, encarcelados, torturados y perseguidos. Así y todo se resistio, incluso en plena dictadura se produjeron movilizaciones que fueron un hito para el regreso de la Democracia.

Más aquí en el tiempo, durante la década de los ’90, existieron profundas contradicciones en el seno del sindicalismo, pero fueron sus propios anticuerpos los que le permitieron sobrevivir a las traiciones pergeñadas desde los sectores más burocratizados de la dirigencia sindical. Pero como los sectores más reaccionarios de la derecha no descansan, en su columna dominical del portal «El Cohete a la luna», el periodista Horacio Verbitsky deja nuevamente al desnudo las más oscuras intenciones que persisten desde la dirigencia de Juntos por el Cambio, quienes no conformes con el accionar nazimafioso de la recordada mesa judicial de la «Gestapro», diseñada para el armado de causas a dirigentes gremiales, siguen firmes en su afán por disciplinar al modelo sindical, sosteniendo que este resulta incompatible con el desarrollo. Incluso el ex presidente Mauricio Macri, afirmo que con los gremialistas hay que hacer lo que se hace con los caballos cuando tienen una lesión incurable. Sacrificarlos con el menor sufrimiento posible. En consonancia con esto, la diputada Procaz María Eugenia Vidal presentó un proyecto de una ley que sólo permitiría una reelección a los dirigentes de sindicatos de trabajadores. ‘Las asociaciones sindicales no son públicas, los dueños son los trabajadores. Entonces son los trabajadores los que tienen que regularlas’, admitió. También habló con el presidente de la Fundación Ebert: en Alemania, ‘el Estado no regula el funcionamiento interno de los sindicatos. Hay una discusión de hasta dónde el Estado debe intervenir en el funcionamiento interno de una entidad privada’ reconoció. Pese a estas claras contraindicaciones, se avanzó con el proyecto, que también obligaría a los dirigentes de esas asociaciones a presentar una declaración jurada anual. Obviamente ésto no sería necesario para los patrones, como la AEA o BYMA».

Con el proyecto de Vidal, que también firma Ricardo López Murphy y la Ley de Contrato de Trabajo y el sistema de obras sociales, estamos frente a una nueva ofensiva anti obrera. Sirva esto como clara evidencia del detestable accionar del brazo cívico de las dictaduras, los que aún no se acostumbran a convivir en respeto con la democracia y sus instituciones, a las que agreden con el brazo armado de sectores conservadores de la Justicia y el despreciable lawfare o guerra judicial que se dirige a dirigentes que han militado en el Peronisno y protegiendo a los que conspiran contra los intereses nacionales.

Jorge Kinoto Vazquez. Secretario General CTA de los Trabajadores- Paraná.

Fuente: (la voz)

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