En esta nota intentamos separar la paja del trigo: uno de los pilares del patrón alimentario argentino. El primer transgénico de trigo a nivel mundial quiere meterse en la mesa nuestra de cada día. Para entender un poco qué nos está pasando y qué nos puede pasar, charlamos con una nutricionista, un productor agroecológico, un abogado ambientalista y un integrante del pueblo mapuche que participa en el colectivo indigenista La Warria. La salud de la tierra y las poblaciones, nutrición, trabajo en el campo y concentración de riquezas. ¿Qué sucede en un país en el que el 84% de los cereales que consumimos es trigo? Soberanía alimentaria, resistencia ciudadana, un modelo que agota y una sociedad agotada.

Foto de portada: ArgenBio

La autorización para cultivar y comercializar trigo transgénico por parte del Estado Nacional convirtió a nuestro país en el primero a nivel mundial en aprobar semejante cosa: el primer trigo transgénico a escala global es argentino. La introducción de este nuevo paquete tecnológico –en paralelo al lobby feroz- generó múltiples críticas y resistencias que se transformaron en acciones que ya empezaron a dar sus frutos: el Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires hizo lugar a una medida cautelar que prohíbe temporalmente el uso y la liberación a cielo abierto de esta variedad exótica de trigo genéticamente modificado. De todas maneras, la historia se sigue escribiendo porque la Fiscalía de Estado bonaerense en representación del Poder Ejecutivo, apeló el fallo del juez.

Ante la aprobación del primer trigo transgénico del mundo y el anuncio de su cultivo en Argentina, allá por octubre del 2020, más de 1200 investigadorxs y docentes universitarios de todo el país unificaron su voz de alarma en una carta abierta al gobierno. Después de que fuera publicada en el Boletín Oficial la Resolución 41/2020 de la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, un enorme espectro de la comunidad científica argentina hizo pública su posición. En esa carta enumeraron algunos de los potenciales riesgos que traería la introducción de este nuevo evento transgénico. El trigo genéticamente modificado denominado HB4 (trigo IND-ØØ412-7) se presenta con dos características destacadas: resistente a la sequía y tolerante al herbicida glufosinato de amonio. En el escrito se puede leer: ´Es indudable que el actual modelo productivo hegemónico de la agroindustria concentra capital, profundiza la desigualdad económica y social, genera el deterioro de la salud de las comunidades y de los ecosistemas y acelera la pérdida de biodiversidad, amenazando la seguridad alimentaria y dejando a su paso territorios devastados ambiental y socialmente´.

Hay un dato imposible de soslayar. Desde la introducción del paquete tecnológico en Argentina de la mano de la soja transgénica autorizada en 1996 por Felipé Solá – Secretario de Agricultura de Carlos Menem-  el uso de agrotóxicos creció exponencialmente hasta llegar a los niveles actuales: más de 525 millones de kg/litros de formulados de agrotóxicos por año. Estos números equivalen a alrededor de 12 litros por habitante y representan la tasa más alta del mundo. En la carta abierta escribieron: ´El glufosinato de amonio es un herbicida que, mirado desde la seguridad alimentaria según FAO, es 15 veces más tóxico que el glifosato, ampliamente cuestionado y prohibido en muchos países por su toxicidad aguda y sus efectos neurotóxicos, genotóxicos y alteradores de la colinesterasa´.

Las voces críticas respecto del trigo transgénico se multiplicaron desde las diversas geografías del territorio nacional. En la Provincia de Buenos Aires se viene dando un proceso de construcción y resistencia ciudadana que tuvo una primera victoria en el plano judicial que sienta precedente para las demás regiones del país: el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil N° 2 de Mar del Plata ordenó una medida cautelar por la cual dispone ´la prohibición temporal en todo el territorio de la Provincia de Buenos Aires del uso y liberación a cielo abierto de la variedad exótica de Trigo Modificado Genéticamente IND-00412-7…hasta tanto se implemente la Comisión de Biotecnología y Bioseguridad Agropecuaria en el ámbito provincial, coordinada por el Ministerio de Gobierno, con el objeto de elaborar un informe con sus recomendaciones, respecto de la introducción y liberación de material transgénico y anabólicos, sus efectos en los recursos naturales, la salud, la producción y la comercialización´.

De esta manera, el Juez hizo lugar a la presentación judicial realizada por un frente activo con el patrocinio letrado del abogado Lucas Landivar, quien charló con enREDando. “Lo que evidencian estos hechos de justicia es que cuando la normativa se aplica, y el orden preventivo y precautorio obligatorios entran en juego, las habilitaciones de actividades tan peligrosas y dañosas no prosperan. Si las Leyes, Convenciones Internacionales y la Constitución se cumplieran, no estaríamos padeciendo las reiteradas injusticias, los abusos, imposiciones y daños, todas las cuales generan la escasez que vivimos”.

Conocedor del paño, el abogado Landivar reconstruye lo que pasó con la soja transgénica donde fueron las organizaciones quienes empezaron denunciando los efectos nocivos del paquete tecnológico, reclamo que llevaron adelante las madres afectadas que se organizaron, denuncias a las que después se sumaron lxs médicxs y las universidades. “El compromiso de la ciudadanía evidenció la gravedad de lo que pasa, sin esas personas todo eso habría quedado en el oscurantismo que pretenden mediante el encubrimiento las gerencias de las empresas agrobiotecnologicas,como podría haber sucedido en este caso con el Trigo Hb4. Pero no la dejamos pasar”.

Empezando por uno de los últimos capítulos, Lucas Landivar, integrante de Organización BIOS, Generaciones Futuras y docente de la UNMdP, explica: “El Poder Judicial sentenció que se suspenda la habilitación y la liberación en campo de este trigo transgénico en todo el territorio de la Provincia de Buenos Aires, hasta tanto el Poder Ejecutivo de la Provincia a cargo de Axel Kicilof, cumpla con su obligación de crear la Comisión de Biotecnología, de acuerdo a lo que determinó el poder soberano a través de sus representantes en el Poder Legislativo”. Efectivamente, en 2001 el Congreso Provincial bonaerense aprobó la Ley 12.822 que dispone la creación de una Comisión de Biotecnología conformada por tres ministerios del Poder Ejecutivo. Pero la ley sigue sin ser reglamentada ni ejecutada luego de 20 años, la Comisión nunca se creó. “Esa Comisión debe generar la información suficiente para determinar socialmente si los OGM son una técnica necesaria de promover y favorecer o no”, completa Lucas. Por esta cuestión, la demanda judicial la hicieron en particular por el trigo pero también de manera genérica por los OGM porque no hay en Buenos Aires ninguna evaluación de impacto ambiental al respecto.

El uso de agrotóxicos creció exponencialmente hasta llegar a los niveles actuales: más de 525 millones de kg/litros de formulados de agrotóxicos por año. Estos números equivalen a alrededor de 12 litros por habitante y representan la tasa más alta del mundo

La presentación del amparo colectivo fue el fruto de un largo proceso que llevó adelante este frente activo conformado de manera plural. Entre las personas que firmaron el amparo figuran productorxs agroecológicxs, responsables de establecimientos agrícolas, padres en representación de sus hijos menores de edad, integrantes de comunidades originarias, una médica pediatra, ingenieros agrónomos, una Doctora en Ciencias Políticas, el Frente de Lucha por la Soberanía Alimentaria, cooperativas de trabajo y viveros de plantas nativas, un colectivo feminista, integrantes de asambleas ciudadanas, foros ambientales. Y la lista sigue. Lucas repasa mentalmente la conformación del colectivo y enumera: “El frente activo se compone por asambleas y juntas vecinales de pueblos fumigados, productores y productoras de la provincia que hacen agroecología sembrando trigo y otros cultivos, consumidoras y consumidores de alimentos en representación de quienes tienen personas incapaces a cargo. También por vecinos, compañeros, comuneros de pueblos originarios, la nación diaguita calchaquí, mapuches, guaraníes”.

Lo primero que hizo Marino Coliqueo cuando supo que el juez había hecho lugar a la cautelar, fue abrazarse con los suyos. Fueron abrazos largos de esos que duran un rato. Festejaron porque la lucha estaba dando resultados. “Tenemos una responsabilidad enorme porque atrás vienen los nuestros”, dirá Marino un tiempo después al otro lado de la línea telefónica. Marino pertenece al pueblo mapuche y participa del colectivo indigenista La Warria que tiene base en Chapadmalal y la costa atlántica. La Warria hace referencia a las comunidades que crecen en las ciudades o en sus orillas a partir de los pobladores que fueron desplazados de sus tierras y que forman comunidad en la base citadina. “Tiene que ver con apropiarse de los conceptos filosóficos y espirituales de cada uno de los pueblos que conformamos este colectivo. Recuperar la cultura, la filosofía y las prácticas ancestrales”. Lo que se proponen estas familias que tienen orígenes diversos (Paila Menuco, diaguita calchaquí, mapuches, aymaras, mbyá-guaraní) es organizarse a partir del encuentro y levantar “la riqueza cultural en la acción cotidiana con el afán de fortalecer el espíritu y poder echar raíces”.

Las acciones cotidianas de las que habla Marino son múltiples porque tienen que ver con el abordaje de las distintas problemáticas que atraviesan estos territorios. “Como pueblos pre existentes tenemos bien claro cuáles son las cosas que no queremos que sucedan en estas tierras. Cualquier cosa que atente contra el buen vivir, llámese toxicidad de los alimentos, megaminería, avance de la explotación de los hidrocarburos. Tenemos que trabajar en conjunto para presentar un frente de resistencia”.

En esa lista de atentados contra el buen vivir se encuentra el trigo transgénico. “Todas las reuniones y encuentros colectivos que han dado luz a este trabajo enorme que hemos logrado llevar adelante ha sido maravilloso. Fueron mesas de trabajo muy hermosas, muy apasionantes, con un compromiso genuino, con participación extensa por parte de los representantes legales y una gran capacidad de recursos de formación, compartir charlas, mates, fogones, cenas”. Marino se refiere a los días largos de trabajo que se terminaron volcando en los documentos que presentaron en la justicia. “Es avanzar retrocediendo: volver a retomar las prácticas filosóficas que nos dieron la certeza de que podíamos vivir en armonía con todo lo que vibra, siente y respira. Esta causa que nos convoca atraviesa la alimentación, la salud, la forma del vivir: casi todo lo que tenemos en el mercado del consumo de alimentos industrializados. Es lo que consumen nuestras familias. Se metieron hasta acá y no lo vamos a dejar avanzar”.

En la presentación del amparo advertían sobre riesgos de daños graves de alcance masivo, implicancias en la alimentación, en la salud, en el ambiente y en la biodiversidad. Expusieron antecedentes de daños por OGM y glifosato, advirtiendo irreversibilidad de daños por OGM y glufosinato, invocando presunciones legales, solicitando tutela judicial preventiva y efectiva. Además, el frente actor invocó el Principio de Equidad Intergeneracional, solicitando al Juez la representación de las Generaciones Futuras ´ya que no tienen quien acuda en su salvaguarda´.

De paquetes, combos y alternativas

Lo que hoy es la ruta nacional AO12 era apenas un camino de tierra hace años atrás cuando el abuelo de Luciano trabajaba como productor agrícola en la zona de Alvear, localidad que está a pocos kilómetros de Rosario. Sobre esta ruta y a 700 metros de la autopista Rosario-Buenos Aires se ubica la chacra Monteflore que funciona como una unidad productiva de cultivos sin químicos donde los granos son transformados en harinas integrales con destino de almacenes naturales, compras comunitarias y elaboradores de todo el país. Cuando Luciano Temperini se instaló, la chacra de sus abuelos estaba abandonada y tenía un pequeño galpón. Le hizo las reformas necesarias para poder habitarla y se mudó con su familia. Su acercamiento con la agricultura fue a partir de un objetivo claro: que dejaran de fumigar alrededor de su casa. Así empezó cuando le alquiló una porción de tierra a un primo hermano suyo, otro de los herederos. Aunque el oficio de agricultor salteó un eslabón en la cadena porque sus padres no se dedicaron a eso, la cosa estaba bastante cerca en la sangre: sus ocho bisabuelos eran de la zona de Alvear y muchos de sus descendientes siguen haciendo agricultura. En la chacra Monteflore la docena de personas involucradas se dedican a producir cereales (trigo, centeno, maíz) con destino de harinas y legumbres (lenteja, arveja y soja) también con destino de alimentos.

“Cuando llegué a la agricultura hace trece años ya no encontraba en la zona maíz no transgénico para sembrar. Esto hace que los agricultores dependamos cien por ciento de las semilleras y que tengamos un paquete tecnológico porque ese grano modificado genéticamente funciona si le aplicás todas las droguitas que ellos mismos venden”. Luciano explica el proceso que propone (impone) el modelo: el hecho de que trigo sea resistente al herbicida del glufosinato de amonio le da la posibilidad al productor de no laborear la tierra previo al cultivo; hace una siembra directa, pone la semilla de trigo en la tierra y pulveriza arriba de la semilla, sobre la planta e incluso sobre el fruto ya formado. Pero uno de los detalles es el la toxicidad de este herbicida: “Personas que saben dicen que el glifosato sería un té de cedrón al lado de esto. Eso es el trigo transgénico que nos ofrecen: una esponja de veneno. Somos un país que produce alimentos sin necesidad de toda esa droga y ese paquete tecnológico que nada bien nos hace y que nos lleva otra vez al colonialismo contra el que luchó Belgrano”.

“El cereal base de nuestra alimentación es el trigo con el que se hace el pan, las pastas, los amasados caseros o industriales. El trigo es uno de los pilares dentro del patrón alimentario argentino”

Andrea Graciano es Licenciada en Nutrición y docente de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la UBA. En diálogo con enREDando explica que si bien el trigo en cuestión es un evento transgénico que se suma a todos los pre-existentes, en este caso hay una particularidad que lo destaca: este evento sería para consumo humano directo. “Desde el punto de vista nutricional no es un evento más por el impacto que tiene esto en  la alimentación argentina”, aclara, y agrega: “El cereal base de nuestra alimentación es el trigo con el que se hace el pan, las pastas, los amasados caseros o industriales. El trigo es uno de los pilares dentro del patrón alimentario argentino”.

Andrea trabajó junto a un grupo de investigadores en un informe reciente (2022) realizado por el Centro de Investigación en Economía y Prospectiva del INTA Argentina en conjunto con la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN). El informe se titula ´Dimensiones de la Seguridad Alimentaria en el nuevo escenario global´ y aborda la evolución del Consumo aparente de Alimentos Per Cápita (CAPC) tanto a escala mundial como nacional durante los últimos sesenta años. Algunos datos significativos:

´Los cereales más utilizados en la alimentación humana son el trigo y el arroz, aunque, también son importantes la cebada, el centeno, la avena y el maíz. Constituyen el alimento básico de gran parte de la humanidad´.

´En Argentina, los grupos carne, pescado, huevos y leche, sumados al trigo alcanzan los dos tercios del CAPC total, mientras que el tercio restante aglutina a los demás grupos de alimentos (frutas, hortalizas, feculentas, azúcares, aceites, frutos secos, etc.)´.

El consumo de cereales en Argentina se conforma de esta manera: el 84% es trigo, el 9% maíz, el 6% arroz y los otros cereales representan el 1% restante. Estos niveles grafican el lugar que ocupa el trigo en la mesa de los argentinos.

´El trigo, de alto consumo en Argentina, no se consume en su forma más natural (con su fibra, germen y almidón) sino que es insumo de la panificación, amasados de pastelería, galletitas y pastas donde la utilización más importante será del almidón para pan y/o, combinado con grasas y azúcares para otros amasados´.

Andrea Graciano se detiene sobre una arista de la cuestión que hace a la soja transgénica que representa el sesenta por ciento de la superficie cultivada de Argentina: “si bien el principal uso de esa soja es exportación y forraje, hay un montón de sus derivados que son parte de nuestra alimentación”. Dentro de los ultraprocesados -productos industrializados comestibles y bebibles que se comercializan envasados- se encuentran lecitina, texturizados, concentrados y harinas, entre otros derivados de la soja. “En el modelo productivo agroindustrial extractivista que caracteriza a nuestro país, el producto estrella son los ultraprocesados porque son los que le permiten a la industria alimentaria maximizar las ganancias. Utilizan ingredientes de muy bajo costo, muchos son aditivos alimentarios: saborizantes, aromatizantes, colorantes. Nos hacen creer que estamos consumiendo una cosa y en realidad estamos consumiendo otra”, explica la docente de la cátedra que coordina la reconocida Miryam Gorban.

El abogado Lucas Landivar también se refiere a los derivados de la soja y del maíz que tienen los ultraprocesados presentes en las góndolas de todos los mercados. “Según los reconocimientos de ArgenBio (Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología) y del propio Estado Nacional, virtualmente el 100 por ciento de la soja y del maíz en Argentina es OGM”. En una investigación realizada por la Universidad Nacional de La Plata en la que se analizaron verduras de hoja verde, cítricos y hortalizas, el resultado arrojó que el 65% de las muestras tenía agroquímicos: ocho de cada diez verduras y frutas tienen agrotóxicos. Landivar traza la secuencia lógica del agronegocio: «primero la soja, después el maíz, ahora el trigo y ya están experimentando con papa. Después vendrían las hortalizas y los frutales, quien controla la alimentación, controla una población, por ello es esencial lograr Soberanía Alimentaria, exigiendo a los Funcionarios Públicos el cumplimiento de sus deberes, y rechazando la injerencia en el sistema alimentario por parte de las corporaciones, que solo persiguen lucro”.

En el texto que en su momento las organizaciones presentaron ante la justicia hay una pregunta sin respuesta: ¿Cuál es la urgencia de habilitar este cultivo OGM asociado a otro veneno de la especie Glifosato cuando la producción triguera de la Provincia abastece el mercado local y exporta? En este sentido, uno de los puntos solicitados en la presentación del amparo colectivo es que se reconozca expresamente el valor cultural de los cultivares criollos de trigo como patrimonio constitucionalmente garantizado por el artículo 44.

“Cuando llegué a la agricultura hace trece años ya no encontraba en la zona maíz no transgénico para sembrar. Esto hace que los agricultores dependamos cien por ciento de las semilleras y que tengamos un paquete tecnológico porque ese grano modificado genéticamente funciona si le aplicás todas las droguitas que ellos mismos venden”

En una de las resoluciones del Ministerio de Agricultura de Nación se faculta expresamente a la firma INSTITUTO DE AGROBIOTECNOLOGÍA ROSARIO S.A. (INDEAR S.A.) ´a comercializar la semilla y los productos y subproductos derivados de ésta, provenientes del trigo IND- ØØ412-7, y a toda la progenie derivada de los cruzamientos de este material con cualquier trigo no modificado genéticamente´. Esas líneas son claves para entender uno de los grandes riesgos que trae aparejada la autorización de este evento transgénico. La explicación del abogado: “Ya están reconociendo que va a haber cruzamientos entre la progenie del trigo HB4 y las cepas criollas. Si va a haber cruzamiento, van a nacer nuevas cepas de trigo híbridos que van a ser identificados por el gen marcador del glufosinato de amonio. El fondo del asunto es generar mercados para garantizarles derechos a las empresas que ´crean´ estos OGM, los antijuridicos e inconstitucionalesderechos de obtentor, que hoy se están definiendo en la Corte Suprema de la Nación”. Sobre este tema ya se advertía en la presentación judicial citada más arriba, en donde señalan que, tal como pasó con la soja, no es posible la coexistencia de trigo transgénico y no transgénico por la llamada ´contaminación genética´ que ocurre durante la polinización. “Cuando esa semilla modificada genera cruzamiento en el cultivo aledaño, el gen marcador va a decir ´esto también es de la misma tecnología que ese transgénico. Entonces me debes plata´”, alerta Lucas.

Recuperar ciertas prácticas

Cuando se autorizó la soja transgénica en Argentina, recuerda Andrea, “la única bibliografía respaldatoria respecto de la inocuidad de esa soja fue provista por Monsanto, estaba en inglés y así sin traducción se adjuntó al legajo”. La Auditoría General de la Nación realizó un examen de la actuación de la Secretaría de Gobierno de Agroindustria del Ministerio de Producción y Trabajo y de la Secretaría de Gobierno de Ambiente y Desarrollo Sustentable durante el período 2015-2018. En el informe se analizó la gestión de los recursos genéticos y organismos genéticamente modificados. Algunos datos para apuntar:

´El uso seguro de los OGM está regulado por el Protocolo de Cartagena y por su complementario Protocolo de Nagoya Kuala Lumpur (no incorporados en la legislación nacional)´.

´Entre la documentación suministrada por la Dirección de Biotecnología fue consignada una cantidad de información en formato borrador y se registró ambigüedad en la presentación de la misma, específicamente del proceso de autorización de los OVGM´.

´La CONABIA no realiza análisis experimentales sobre los materiales a aprobar durante la primera fase, ya que no cuenta con laboratorios especializados para tal fin. Las evaluaciones de riesgo ambiental son de tipo documental, realizadas en base a la información técnico científica remitida por el solicitante a modo de declaración jurada´.

´No se encuentran normalizados los criterios para la realización de las verificaciones realizadas por la CONABIA respecto de la falsedad o inexactitud de la información que debe presentar el solicitante´.

´Las decisiones tomadas por la Dirección de Biotecnología/CONABIA para autorizar la liberación experimental de OVGM no son publicadas para conocimiento de la población en general, con el propósito de fomentar la participación de la ciudadanía y facilitar el libre acceso a la información pública ambiental´.

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Luciano hace una diferenciación entre las necesidades de unos y otros, entre aquellos que contribuyen a la soberanía alimentaria –los miles y miles de agricultores que producen gran porcentaje de lo que se pone en la mesa- y aquellos que ven a los cereales sólo como materia prima de exportación para el ingreso de dólares. “Lo que nos haría muy bien es una ley de tierras que facilite el acceso de cientos de miles de personas que están engordando los cordones de pobreza en las ciudades más grandes del país”. Luciano identifica que salvo raros ejemplos la producción de alimentos hoy está totalmente divorciada de las personas comunes. “Está visto como que eso es del pasado pero también se ve que delegarles a las cinco empresas más grandes del país que nos alimenten es un gran fracaso. Se puede volver a aprender de lo que hemos hecho mal como país. Eso no es retroceder, es avanzar. Lo vivo mucho en mi árbol genealógico, pero es una cuestión nacional esto de retomar ciertas prácticas de producir alimentos”.

Bajo la mirada de Andrea, la soberanía alimentaria sólo queda en un enunciado bonito en los dichos de los funcionarios. Ella plantea que no hay soberanía alimentaria posible en la medida en que no haya un replanteamiento profundo del actual modelo productivo agroindustrial. “No es posible una convivencia de modelos si una semilla transgénica te termina contaminando y transformando la semilla original”. Andrea avanza en el análisis cuando apunta hacia la lógica de este modelo productivo que termina agotando los suelos. La relación entre los nutrientes de los alimentos y la calidad de los suelos es directa. “Un alimento producido en un suelo que está agotado –precisamente porque lo están matando con todos los agrotóxicos- obviamente que tiene una calidad nutricional menor que aquellos producidos, por ejemplo, con un modelo agroecológico”.

Chacra Monteflore trabaja con un volumen que está por encima de las 80 toneladas anuales. La gran parte de esa producción es la que realizan en las dos tierras que alquilan –una de cinco hectáreas y otra de siete hectáreas-. Y una porción de ese volumen total corresponde a granos agroecológicos de otros productores con los cuales trabajan en el agregado de valor: en el caso de los cereales llevándolos a harinas, y en el caso de las legumbres a través del envasado. “No es solamente sembrar el grano, esperarlo y cosecharlo. Después hay que hacerlo llegar a destino. Aprovechamos que tenemos una gran red de almacenes naturales y compras comunitarias que son quienes nos hacen pedidos diariamente”.

Somos lo que comemos

Al ser consultada por la frase que plantea que somos lo que comemos, Andrea realiza un análisis de conjunto entre dos fenómenos concatenados en relación con el cambio en la alimentación evidenciado en los últimos veinticinco años: “Al mismo tiempo que se profundiza el modelo agroindustrial basado en monocultivos y dependiente de un paquete tecnológico, se ha ido profundizando la malnutrición, en particular la malnutrición por exceso que viene aumentando de manera sostenida y sistemática”. Dentro de la transformación de los patrones alimentarios, Andrea destaca el aumento en el consumo de los ultraprocesados que constituyen el gran motor de la malnutrición por exceso. “Además muchos de esos químicos que se utilizan son señalados como disruptores endocrinos, es decir, sustancias con la capacidad de alterar el eje hormonal. Una de las consecuencias que pueden tener es la aparición de algunas enfermedades no transmisibles”. Sobre esto, Andrea señala los estudios realizados por los campamentos sanitarios de la UNR en los cuales se fue detectando que en las comunidades rodeadas de cultivos fumigados con agroquímicos se han identificado malformaciones y una prevalencia de enfermedades no transmisibles como el cáncer que se encontraban por encima de la media nacional. “Somos lo que comemos, pero hay que pensarlo más allá de la persona en sí, hay que pensar todo lo que pasa hasta que ese alimento llega a esa boca”.

La lógica de la agroecología, que parte de una tierra sana y piensa en la salud integral del suelo, es diametralmente opuesta a la del agronegocio. Chacra Monteflore es un caso testigo. “Antes de sembrar estamos pensando qué necesita esa tierra y cómo podemos darle de comer para que después ella nos alimente a nosotros. Al no utilizar químicos, ni insecticidas, ni herbicidas, estamos permitiendo a toda la población biológica que se alimente de eso que le estamos dando. No sé cómo pudimos pensar alguna vez que ponerle venenos a la comida era una buena idea, lo venda quien lo venda y nos digan lo que nos digan”.

“Ya están reconociendo que va a haber cruzamientos entre la progenie del trigo HB4 y las cepas criollas. Si va a haber cruzamiento, van a nacer nuevas cepas de trigo híbridos que van a ser identificados por el gen marcador del glufosinato de amonio. Así van a tener los derechos de obtentor”

En relación a los rendimientos, Lucas refiere que algunos agricultores especializados en trigo estipulan que el trigo HB4 tendría un rendimiento diez por ciento mayor que el trigo convencional. Y que la evaluación del poder ejecutivo nacional en base a información provista por la empresa Bioceres-Indear, proponente del Trigo OGM, ubica ese porcentaje entre un dieciséis y un diecisiete por ciento. Por eso vuelve la pregunta incómoda: “¿Qué necesidad tenemos de liberar un trigo genéticamente modificado poniendo en riesgo los cultivares que son abasto de la Provincia, su población y exporta, por escasos 16 o 17% de rendimiento extra sumando más carga de agrotoxicos?”. Lucas sigue una secuencia con orden lógico: la misma tecnología con otro producto -glifosato- dañó el agua, el aire, los alimentos y todo lo conocido. “Ya hubo error tecnológico, ¿por qué deberíamos confiar en la misma técnica otra vez?”.

Andrea es tajante cuando retoma la idea de la necesidad del cambio de modelo. “Todos los informes de Naciones Unidas y del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático, conocido por el acrónimo en inglés) indican que estamos yendo hacia un punto de no retorno. Si no hay un cambio de modelo, se acaba la vida tal como la conocemos. Al día de hoy, los sistemas alimentarios del planeta son responsables de más de un tercio de las emisiones antropógenas mundiales de gases de efecto invernadero; que son los responsables del calentamiento global. Todo lo nuevo que se hace es profundizar esto que nos enferma y que nos mata. A menos que haya un cambio radical, vamos hacia la extinción”.

Luciano Temperini se refiere a los campos drogadictos que cada vez necesitan más químicos de esos que venden cuatro o cinco empresas multinacionales. “Hay un modelo que nos trajo hasta acá y que tiene que ver con todo un paquete tecnológico que hay que ir desandándolo de a poco. Creemos que hay otra manera de producir y ese es el futuro”.

Marino Coliqueo es músico y hace veinticuatro años que viene transmitiendo con el canto los sentires y pensares de la gente de a pie, de los territorios profundos. Dice que cualquier práctica del buen vivir “que se sostenga con amor, respeto, paciencia, sabiduría, le va a hacer bien al planeta que somos”. Aclara el lugar desde el que se organizan: “En esta trinchera estamos creando esto que sentimos que es amor. Vamos a hablar con el corazón en la mano. La garganta como un útero, pariendo verbo que nos cure un poco a todos”. Y avisa: “Vamos a seguir hasta que se termine esta enfermedad que estamos creando para nuestro planeta”.

Fuente: (enREDando)

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