El país transita un período crucial signado por el debate entre dos modelos en pugna. Es oportuno traer a la memoria colectiva el abismo hacia el que fue conducido el sistema productivo y su extensa red de micros y pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) en las etapas de plena aplicación de las recetas neoliberales.
Por Horacio Aizicivich
Durante la década menemista desaparecieron decenas de miles de establecimientos, tanto industriales como agropecuarios, a lo que se sumó el efecto de las privatizaciones de emblemáticas empresas públicas. En tanto en el periodo macrista, mas de 25.000 pymes del comercio y de la industria debieron cerrar por quiebra, ejecuciones hipotecarias o discontinuidad del emprendimiento. En ambos ciclos más de 600.000 personas perdieron su fuente de trabajo.
Cuando señalamos el impacto en el universo de empresas nacionales, que no se trata de economía concentrada ni de formadores de precios, nos referimos al 95% de las empresas registradas de carácter industrial, agropecuario o de servicios, que conforman un extenso entramado económico y social que aporta cerca del 60% del valor agregado nacional y genera el 80% del trabajo registrado.
Vale recordar que tanto las políticas económicas de la dictadura cívico-militar ejecutadas por José Alfredo Martínez de Hoz, como el recetario neoliberal desplegado por Carlos Menem y Domingo Cavallo y, más recientemente, el programa del autodenominado «mejor equipo de los últimos 50 años», encabezado por el expresidente de Macri, coincidieron en el achicamiento del mercado interno, privatizaron las principales empresas publicas, redujeron el rol del Estado y achicaron drásticamente los salarios y las jubilaciones, entre otras innumerables medidas promercado que impactaron de lleno en la distribución de la riqueza nacional, llevando a un empobrecimiento general de la población de carácter histórico.
La derecha propone para las elecciones presidenciales de octubre esas mismas recetas y con algunos de los mismos protagonistas de entonces.
El empresariado nacional, básicamente constituido por pequeños y medianos, el universo de emprendedores, cooperativistas y mutualistas conocen muy bien las consecuencias nefastas de esas políticas que ya fracasaron rotundamente y llevaron al mayor endeudamiento externo a nuestro país.
Es preciso destacar que dentro de esa gran mayoría de establecimientos nacionales, existen en Argentina mas de 430.000 empresas de carácter familiar, fundamentalmente mipymes de hasta 15 trabajadores y trabajadoras, a las que la orientación productivista del ciclo de gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández y de la actual gestión fomentaron sus capacidades productivas y de generación de empleo y les brindaron en forma consecuente herramientas para resolver las difíciles situaciones provocadas por las políticas legadas de los periodos neoliberales.
Por ello, todo el entramado mipyme y de la economía solidaria está llamado a jugar un rol clave en esta confrontación electoral que marcará el destino de nuestro país, especialmente por el factor de cercanía y familiaridad que conforman las empresas de este tipo. Este sector empresario tiene una oportunidad, en base a una verdadera responsabilidad social empresaria, de intentar convencer a todos y todas quienes constituyen sus equipos y familias de trabajo para que a la hora de enfrentar esta crucial definición del futuro del país lo hagan en defensa propia, del futuro de sus hijos y de la nación, rechazando la restauración neoliberal y regresiva.