Quienes militan en el peronismo, podrían asegurar que a Perón y a Evita se vuelve siempre, pero también están quienes necesitan gritar a viva voz, hay que volver a Evita y a Perón reconociendo cierto alejamiento de la doctrina de justicia social que los inmortalizara y que no solo se convierte en raigón de una época pasada, sino como un estilo de vida presente. En este mes de julio, volver a Evita se hace, se milita, se demuestra, se siente, no solo se pregona.

Evita falleció el 26 de julio de 1952, a los 33 años, pero no vamos a detenernos en las crónicas harto conocidas sobre su padecer, luego de haber sido sometida a una operación (aseguran errónea), de  apendicitis para, un poco más adelante, terminar detectándole un cáncer de cuello uterino que llevara a un rápido deterioro de su estado de salud, algo que permaneció en secreto de Estado.

Tampoco vamos a profundizar en la peregrinación de su cuerpo embalsamado  que terminó con paradero desconocido durante 14 años, llegando (dicen algunas crónicas) a una tumba de un cementerio de Milán bajo el nombre de María Maggi de Magistris con la promesa de Lanusse sobre que lo entregaría a Juan Domingo Perón.

Secuestrado por los militares golpistas en 1955, el cuerpo de la líder de los “descamisados” fue objeto de una rocambolesca aventura que duró casi dos décadas. En tiempos del gobierno de Isabel de Perón luego de la muerte del General y en medio de una imparable escalada de violencia, López Rega y la misma Martínez de Perón, decidieron repatriar el cadáver de Eva que, después de casi dos décadas dando tumbos por el mundo, regresó a la Argentina el 17 de noviembre de ese año. Una vez en Buenos Aires, el féretro fue depositado en una cripta en la residencia presidencial, donde tampoco permanecería demasiado tiempo ya que Jorge Rafael-Videla (en pleno proceso de facto), resolvió entregar el cuerpo a la familia Duarte, que lo enterró en el cementerio de La Recoleta, donde, bromas del destino, Evita comparte camposanto con Pedro Eugenio Aramburu en lugar de con su esposo. Juan Domingo Perón, por su parte, está enterrado en La Chacarita, cementerio más popular, donde el 13 de julio de 1987 su tumba fue profanada y su cadáver sufrió la amputación de ambas manos. 

Militarla

«Estamos para eso, para militar sus enseñanzas, su coraje, su entrega y ejemplo”, dice Hugo Antivero reconocido referente territorial, miembro de “La Jauretche”, agrupación con un fuerte contenido social y popular dentro del peronismo paranaense.

«Este fin de semana, junto a Blanquita Belbey, Martín Paniagua (del Sindicato S.U.T.E.P), Jorge “Kinoto” Vázquez (de CTA Paraná), Pablo Chapado y el Dr. González, Presidente de la Seccional 3ra, junto a compañeras y compañeros del Barrio “Las Flores”, pusimos en valor el busto de Evita ubicado en calle Florencio Sánchez», nos cuenta Antivero.

El Lugar es referencia cada aniversario de la muerte y en cada aniversario del nacimiento de María Eva Duarte de Perón.

La imagen, en lo alto, en la fría superficie de un yeso industrial, carga consigo un incontenible peso simbólico, otorgado por millones de individuos y miles de colectivos sociales que le devuelven vida con cada mirada, con cada ruego, con pensamientos de una Patria que los contenga y los valore tal como esa joven mujer lo hizo. Líder espiritual abrazada como Santa por los más humildes. Su cuerpo protagonizó una inexplicable disputa como un trofeo de facciones en pugna. Amada y Odiada en vida y pos mortem. Imposible creerla quieta, no transmutarla del yeso a las luchas diarias de un barrio, de un pueblo o de un país que quiere recuperar los sueños que ella legó como posibles.

No la busquen en un lugar. Ni en un pedazo de cuadrado verde, o un panteón, o en un edificio que la nombra, o en el busto de bronce, madera, cemento o yeso que la recuerda. Ella claramente no está allí. Solo ver su rostro y percibir la misma expresión que puede verse en una madre, amiga, compinche y compañera; la vuelve al ruedo. Ahí está Evita, ahí estuvo siempre, en cada acción de rebeldía que lleva adelante un o una militante para ganar un nuevo Derecho y resistir defendiendo otros.

“No hay nada más importante en el legado de la compañera Evita que supere a la solidaridad. En ese acto ponía todo su amor y cualquier cosa que se construya o planifique para mejorarle la vida a alguien, nace de un profundo sentimiento de solidaridad y amor. Es la fuerza de convicción más fuerte”, asegura Hugo.

“Quienes militamos siempre, estemos donde estemos y tengamos el gobierno que tengamos, lo hacemos con esa guía. Evita nos enseñó a no abandonar al que la está pasando peor que nosotros. El poder a veces obnubila y distrae, creo que Evita elige al pueblo como su ejército, porque sabía de su fidelidad. El pueblo humilde es fiel y nunca olvida a quien le mejoró su vida. Tampoco lo hace con aquel que se la destruyó. Por eso, cuando se vuelve confuso el panorama, desde nuestro movimiento nacional justicialista, debemos volver a Evita, levantar sus banderas y convertir su nombre y su obra en victoria”, subraya Antivero.

Este 26 de julio se cumplen 70 años del paso a la inmortalidad de esta gran mujer de la historia Argentina y mundial, María Eva Duarte “EVITA”. Su busto ubicado en el populoso Barrio «San Agustín de Paraná, luce totalmente restaurado.

Luego de poner en condiciones el monumento, Hugo nos cuenta que aún falta realizar una batea de hormigón en la base, para lo cual, gestionaron ante el municipio los materiales.

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